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El ambiente era relajado; habían pasado cinco minutos después de aquel beso, seguimos callados y me dabas la mano cálidamente. Entonces sonó tu teléfono.

—¡Ay!—exclamaste al ver la hora que era—. Me tengo que ir...Gracias por todo, Sam—dijiste dándome un beso en la mejilla—. ¡Hasta la próxima!

Reí tímidamente y te fuiste por la nevada calle.

Me pregunté qué habías sentido tú, yo sabía lo que yo sentí, lógicamente...Pero había veces en las que me gustaría saber lo que pensabas y sentías...

Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora