Capítulo 12

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Kenya

Al llegar a casa, dejo las llaves en el colgador para llaves con forma de zanahoria que hay al lado de la puerta.

Sí, tengo un colgador para llaves con forma de zanahoria.

— ¿Mamá?, ¿Papá? — Pregunto dejando la chaqueta en el perchero. No recibo respuesta alguna. Así que bufo y me acerco a la nevera de la cocina en busca de un bocadillo. Veo desde lejos el papelito amarillo fluorescente y lo cojo para después, leerlo.

Lo sentimos mucho Kenny, cuida de Sean muy bien, sabes que es tu hermano, y si vas a salir, la niñera vive al lado, ella se encargará de el.

Besitos de mami y papi.

Gruño de desagrado.

— Y yo que quería pasar el fin de semana todos en familia. — Dejo caer mis brazos.

— No han venido, ¿verdad? — Pregunta Kelly cogiendo el bote de nutella de la nevera. Suelto otro gran suspiro antes de contestar.

— No. — Contesto desilusionadamente mirando como ella se come el bote a cucharadas.

¡Eh! Esa es mi Nutella.

— ¡Eh, eh, eh! ¡Esa es mi Nutella! — Le recrimino. Alargo el brazo y le arrebato el tarro. Comienzo a gruñir como los gatos.

— Kenya West, dame la Nutella. Tengo hambre y me acabo de enamorar. — Alarga su brazo y gira la muñeca hacia arriba indicando que se la dé. Saco morros y niego con la cabeza.

— ¡No has debido hacerlo! — Grita Kelly cogiendo una cuchara de palo. Abro los ojos exageradamente y me pongo en posición para salir corriendo.

¡Mierda! Kelly es más rápida que yo.

— No, enserio. Dame la Nutella. Pone morritos. Suspiro y me acerco a ella para dársela. Cuando estoy lo suficientemente cerca estampa la cuchara grande de palo en la cabeza. Me quejo y finjo que tengo miedo.

— ¡Dios mío! ¡Ésta mujer me quiere matar con una cuchara de palo! ¡sálvese quién pueda! — Dejo el bote en la mesa y salgo corriendo. Oigo los pasos apresurados de la rubia y su risa malévola.

¡Vale! Ahora sí que tengo miedo. Me va a salir un chichón. Escucho cómo lanza la cuchara hacia mi dirección. Me muerdo el labio y sigo corriendo hasta que me alcanza en la parte trasera del muslo y caigo de lleno al suelo.

— ¡Agente caído! — Grito en el suelo y me carcajeo cuando veo a Kelly llegar y reírse conmigo.

— ¡Santa mierda! Qué fatiga. — Respira ondo la rubia antes de reir. Asiento y con su ayuda me levanto.

— Oye, me has hecho daño. Nadie me dijo que las cucharas eran tan peligrosas. — Me vuelvo a quejar sobándome la zona afectada de mi cabeza. Ríe y me abraza.

— ¡Oye! Podríamos hacer algo, ya sabes, mañana día sábado. — Alza ambas cejas hacia arriba y hacia abajo. ¿Pero es que no me ha oído? Me ha causado un chichón de la magnitud de una pecera y le da igual.

— Supongo. — Le digo, restándole  importancia. Alzo ambos hombros y me acuerdo de la pelea entre Dylan y el otro boxeador.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora