Capítulo 20

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Kenya

Aún en el coche de Dylan, suspiro al recordar que no le he contado nada a las chicas sombre Dylan y yo, me he librado, pero seguro que al regreso me lo harán escupir todo.

— Está bien. — Respondo sin problemas, observándolo.

— Ese cabrón lo único que quiere es hacerme daño. Y te lo hará a ti para hacérmelo a mí. — Con una mano conduce, y con la otra acaricia mi pierna.

(...)

— ¡Hay demasiada gente! — Grito a Kells para que me escuche ya que el barullo no cesa.

Estamos en primera fila, los chicos hablaban con Kelly y Kayla, mientras que yo, no paro de mirar la jaula enorme que hay.

— ¿Kenny me oyes? — Pregunta Kayla automáticamente dejo de pensar en todo y me centro en ella.

— Sí, espera no. — Digo, dirigiendo una mirada a todos que me miraban de manera extraña.

Blake, que bebe de su cerveza en lata se acerca a mí, pasando con cuidado por los chicos hasta llegar a mí. Me toma de la muñeca y me aparta de los chicos. Le sigo sin oponerme.

— ¿Qué te ocurre? — Pregunta con semblante preocupado. Alzo los hombros relajada y lo miro directo a los ojos. El pelo de Blake es de un rubio claro, y no aparenta estar peinado. Los ojos azules oscuros son únicos. Los de Dylan son muy  claros. Pero los de Blake son color lago.

— Estoy nerviosa. — Aclaro mirando el Ring.

— Debes estar tranquila, Dylan es bueno, bastante bueno. No debes estar mal, yo estaré a tu lado en toda la pelea. — Asiento agradecida. Si le golpean aunque sea una vez, no podría ni verlo.

— ¿Qué te ha pasado? ¿Te encuentras bien? — Pregunta Kayla.

— Son sólo nervios. No quiero que le peguen. — Kayla me pasa un refresco de naranja y le agradezco.

— Tranquila, Dylan le va a patear el culo, ya lo verás. — Dice positiva, sonrío.  ¡Ojalá sea así! Comienzo a temblar y Blake se da cuenta.

— Tranquila, no durará mucho tiempo en pié.

La gente grita, las chicas con poca ropa no faltan, otras chicas con carteles que gritan su nombre. La gente se calla y prestan atención al hombre que vi la otra vez que vine a ver a Dylan con un micrófono.

— A un lado, tenemos a Dylan — La gente grita a más no poder y los chicos igual. Miro la mano entrelazada de Blake, la suelto y me conventro en el lado que va a salir Dylan. Justo al lado que señala el señor, con unos simples pantalones cortos negros y sin camiseta haciesendo que todos sus tatuajes estén a la vista. Dylan sonríe durante unos segundos y luego se vuelve a poner serio. Saluda con la mano a la multitud. Sonrío inconscientemente y grito su nombre. Al parecer no me ha escuchado, pero un codazo de Kells hace que gire mi dirección hacia él de nuevo. No soy de leer los labios, pero si no me equivoco, acaba de susurrar un te quiero. Después de eso, sube al cuadrilátero comenzando a calentar.

Por favor Señor, tú sabes que aunque no vaya mucho a la iglesia, te quiero. Así que por favor, no dejes que pierda.

— Al otro lado tenemos al ¡Lobo! — Grita el señor.

Sale un chico alto y menos musculado que Dylan, con el cabello negro y la tez blanca. No alcanzo a ver el rostro ya que tiene una máscara con el símbolo triste del teatro que deja un poco paralizada.

El hombre toca la campana comenzando la pelea. Agarro fuerte la mano de Blake, mis ojos son incapaces de mirar a persona que no sea él. Los dos comienzan a dar vueltas mientras se miran. Mierda, tengo miedo joder.

Lobo fue el primero en lanzar un golpe que claro estaba, Dylan lo esquiva con bastante facilidad. Lanza un jab directo a la mandíbula del Lobo, quien se tambalea hacia atrás. Dylan aprovecha para lanzar varias patadas y luego varios puñetazos, Lobo cae al suelo y se quita la máscara derrotada.

Todo mi mundo se paraliza. Siento como me tiran un cubo de agua helada a la cabeza.

Kevin.

Mi cuerpo empieza a temblar, y es que me es imposible no mirarlo. Antiguos recuerdos azotan mi vida actual, dejando más huella que antes. Las llamadas a media noche, los golpes, la pistola y la Policía. Que por suerte salvaron mi vida. Por esa razón quiero dedicarme a ser Policía. Les debo tanto...

Mi cuerpo siente de todo menos estabilidad, mis ojos se cristalizan al recordar ese día que marcó mi vida para siembre. Kevin y yo nos enamoramos hace dos años, pero a mí ese amor me aburría, no me gustaba y no le cogía las llamadas.

Lo que estalló fue que Kevin tenía problemas para controlarse y cuando estallaba, me golpeaba,m ¿Cómo reaccioné? No nos hablamos durante una semana y yo sentía miedo. Nos íbamos alejando cada vez más. Y no era por mi culpa, me pidió perdón y yo como tonta caí otra vez. La razón por la que se enfadaba tanto era que él quería dar el paso y hacer el amor. Pero yo no me sentía ni segura ni preparada, así que cuando le decía que no, explotaba y me pegaba. Yo tendría unos quince años para los dieciséis, y el tenía diecinueve. Mis padres viajaban y no se daban cuenta. Y yo tampoco lo quise decir por que si él se enteraba me mataría. No podía hablar con absolutamente nadie sobre el tema. Era tan posesivo, que incluso me seguía por las calles para asegurarme de que no estuviera cerca de nadie. Un día, Kelly y Kayla vieron un moratón en mi pómulo derecho. Automáticamente se lo quisieron decir a mis padres y a la policía, pero yo estaba tan aterrada por si me hacía algo más fuerte. Me convencieron para dejarlo con él y esa noche, se lo dije.

Se lo tomó tan mal que me pegó durante horas, y me apuntó con una pistola, suerte que la vecina oyó sus gritos y llamó a la policía a tiempo. Porque si hubieran tardado un minuto más, ya estaría muerta.

Al parecer salió del Hospital Psiquiátrico hace poco. El juez dijo que tenía esquizofrenia y otros variantes, no lo metió a la cárcel porque el era según él ya que al estar enfermo y no le cayó ninguna condena.

Pero ahora soy diferente. Ya no le temo y si se acerca a mí de nuevo, lo mataré. Suena la campana indicándome que alguien ha ganado. Levanto la cabeza hacia el Ring. Respiro al afirmar de que ha ganado Dylan.

Pasan unos minutos y caminamos al lado de Bryan y Blake hacia los camerinos. Un escalofrío me persigue por la espalda. Dudosa, me giro hallando sus ojos. Mi cuerpo se hiela por completo y no puedo evitar ver su mirada. Esos ojos oscuros, au pelo negro cortado a la vieja y esa mirada mezclada con todo de él. De repente sonríe aún estando golpeado. Intento por fuera no aparentar lo que siento por dentro. Sé que he dicho que no tengo miedo. Pero al parecer eso no es verdad.

— ¿Qué tanto miras? — Escucho la voz de Kelly. Me giro temblorosa mirando sus ojos.

— Ha vuelto Kevin. — Respiro hondo e intento soltar las tres palabras lo más neutral posible. La felicidad de Kayla es remplazada por la preocupación. Kells es incapaz de decir nada.

— Vámonos de aquí por favor. — Les ruego. Seguimos caminando y puedo seguir sintiendo esa mirada fría que me descompone a cada paso más.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora