Capítulo 54

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¡DEREK SOVOK EN MULTIMEDIA!

Capítulo dedicado a Anon2580, disfrútalo 💜.


Capítulo LIV

Kenya

Hace tanto frío por las calles, que se me hielan los huesos. La nieve cae despacio mojando las calles.

Sí señores y señoras, hoy es veinticuatro de diciembre. Paseo por las gélidas calles de Nueva York acompañada del pequeño Bryson que no para de olisquear la nieve. Ya tiene cuatro meses y es el cachorro de Doberman más adorable que he visto.

Definitivamente habían pasado dos largos meses. Dos meses en los que había aprovechado la oportunidad para conocer más a fondo a Derek.

Mi primera impresión de él fue horrible. Aquel día que me besó delante de Dylan en medio de la pelea. Sí ese mismito día.

Pero tras haber pasado ese tiempo, esa primera impresión había cambiado. Él es atento conmigo, delicado cuando me habla, antes de hacer algo me pregunta a mí que me parece y me respeta como mujer que soy.

Así que, se puede decir que oficialmente estamos saliendo. Que, ¿Cómo me lo pidió?. Ayer me dio una ubicación desde el chat que me llevó hasta el Starbucks. Me senté en una mesa que me guió una camarera bastante maja. Me dejó un jarrón enorme con rosas blancas y me trajeron una carta color beige escrita por él. Y después un café con chocolate blanco. Cuando la leí y me giré, ahí estaba él. Arrodillado en el suelo con una cajita blanca con un lazito azul marino digamos que de grande como mi mano.

Dije que sí emocionadísima y abrí la cajita, en ella había un colgante de plata con nuestras iniciales que me lo puse corriendo. Y él llevaba una pulsera para hombres con nuestros nombres.

Que, ¿Qué me pareció? Fue un enorme detalle de su parte. Él se ha enamorado de mí, pero yo no de él. Sigo pensando en el mismo idiota. Y a veces me pregunto si me estoy esforzando en olvidarlo o me estoy convirtiendo en una maldita masoquista.

Mantengo mis esperanzas en que me olvide de ese imbécil y me enamore del chico que me hace sonreír últimamente. Voy a verlo a todas las peleas a las que boxea. Y hoy tiene una dentro de unas cuatro horas. Automáticamente miro mi reloj.

Las ocho y media de la tarde.

Mierda, he quedado en recoger a Derek para cenar juntos en mi casa, con mi familia. Y presentarlo a mis padres como mi novio. Espero que no les caiga mal.

— ¡Vamos Bry! — Digo mientras estiro  poco de la correa de su arnés para apresurar el paso. Tras unos minutos caminando rápido llego al fin a casa. Entro a casa solamente a dejar a Bryson y vuelvo a salir. Cojo el Lamborghini aventador ya que, qué loco va en moto con estos tiempos.

Salgo de casa y le aviso a Derek por chat que no tardaré en llegar. Sonrío al recordarle. Como es un desastre de seguro aún está acabando de vestirse.

Llego al bloque de casas y aparco justo en frente antes de que otro coche aparcase.

¡Já, puto! El sitio es mío.

Salgo sin hacer caso a las atentas miradas de toda la gente que pasa por la calle y se quedan mirando el coche. Bloqueo el coche y pongo el seguro. Puede que en unas semanas decida comprarme un Range Rover Evoque. Son coches cómodos para todo, en vez de ir con un Lamborghini por las calles. Ahora me da miedo que me lo rayen por pura envidia.

¡Ay no mi bebesito rechonchito no!

Camino y toco el timbre. La puerta del bloque de apartamentos se abre y paso. Entro en el ascensor y pulso el piso cuatro, que es en el que vive Derek. Llevo puesto un pantalón negro licra que se ciñe bien a mis curvas, unas botas hasta los tobillos con tacón color negro y una, una blusa blanca y encima una chaqueta de licra negra. Llevo los labios pintados color rojo mate y ondas en el pelo.

Cuando el ascensor se abre, camino con mis tacones resonando por el suelo y toco el timbre.

El dueño de los ojos avellanas me abre la puerta con solo una toalla rodeando su cintura y esboza una sonrisa de oreja a oreja. Me repasa con la mirada y yo me acerco a él con la intención de darle un beso en la mejilla. Pero el muy gracioso la gira y choco mis labios con los suyos.

Río hacia mis adentros y me separo para pegarle con mi puño en uno de sus pectorales.

— ¡Traidor! — Grito estallando en risas y él aprovecha para abrazarme mientras me da besos por la cara y el cuello.

Río más aún por las cosquillas que me hace con sus labios y cuando acaba me agarra la mano y me guía hasta su habitación. Todo mi ser se ha acalorado en un microsegundo.

¡Joder con el avellanoso!

Su habitación es de color negra menos la pared en la que está el cabezal y la cama. Su cama es de matrimonio y la colcha de color azul marino.

— Voy a vestirme en el baño, aunque si la princesa lo prefiere me puedo vestir aquí. — Me lanza una mirada con esas intenciones. Río y le empujo colocando mis dos manos en su pecho.

— Anda Romeo, ve a cambiarte, quiero verte guapo. — Esbozo una sonrisa socarrona. Él me la devuelve y entra al baño para cambiarse.

Durante los minutos que tarda en cambiarse, me dedico a observar la habitación con más detalle. Tiene unos tres cuadros de Los Ángeles de noche.

Miro mis uñas. Cuando era pequeña, solía morderme las uñas demasiado. Mi madre, ya preocupada, me compró un pintauñas transparente y lo untó en mis uñas. Quedaban bien. Y yo, como si nada, empecé a morderme las uñas como siempre. Y en el primer instante en el que mi lengua mantuvo contacto con una uña...

Joder, ¡Eso estaba más amargo que un limón!

Y, desde ese entonces no he vuelto a morderme las uñas nunca. Por ese motivo, hoy las tengo excesivamente largas y cuando tengo un ratito, me las punto de cualquier color.

Pero hoy, siendo veinticuatro de diciembre, se me ha pasado.

Pues nada, otro año será. No es que sea tiquismiquis ni nada. Pero es que me las veo tan largas, ¡Y me las quiero pintar!

— Kenya. — Meneo mi cabeza hacia los lados para borrar esa conversación sin fin ni salida. Miro a Derek enfrente de mí totalmente elegante. Lleva un traje de color negro que le queda bien porque se ciñe a su enorme figura. Que ahora que lo pienso, él es más grande que Dylan, hablando de complexión.

Lo repaso de arriba a bajo detenidamente y aplaudo al dios griego que tengo delante.

— Estás, sin palabras. — Río. Madre mía, este hombre es tan caliente. ¡Concéntrate Kenya! Aún hay que llevarlo a casa.

— ¡Ay mi madre! ¡Vamos a llegar tarde a la cena! ¡Y mis padres van a pensar que eres un tardón! ¡Y me prohibirán estar contigo! ¡Y me aburriré sola y vieja como una pasa! ¡Y jamás tendré novio! ¡Y viviré en un piso de mala fe con seis gatos y veinte perros y vieja y amargada hasta el día de mi muerte! — Me levanto de la cama y muevo los brazos de allí para allá preocupada. La cara de Derek es todo un cuadro.

— Kenya, deja de preocuparte tanto. Venga, salgamos ya, si nos damos prisa llegamos en unos quince minutos. — Camina cogiendo cosas de cajones.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora