Capítulo XXXII
KenyaLa cama casi se cae cuando Kayla y Kells se abalanzan sobre mí cuando estaba en la camilla.
— Tengan cuidado señoritas. — Pide Elrik con paciencia, mi doctor. Así supe cómo se llamaba por la mini cartita que lleva pegada a su bata blanca. Kayla hace caso omiso al doctor y Kelly cuando lo vió se la cayó la baba.
Kayla empieza a sollozar empezando a llorar desoladamente.
— No sabes lo preocupados que estábamos todos por ti Kenny, hemos llorado todos. Pensábamos que te ibas a ir. — Me abraza mientras llora.
Le sonrío tristemente y loy di un beso en su coronilla y miro a Kells. Ella deja de acosar deliberadamente a Elrik y se une al abrazo.
— Bryan, Dylan, Sean y Blake también han llorado, ¿Sabes?
En mi cabeza pude imaginarme a un Sean llorando mientras que Dylan también lo hacía. Qué raro, Dylan llorando.
— ¿Cómo están? — Pregunto al instante, nada más acordarme.
— Están fuera. — Lo miro extrañada.
— No se han querido despegar del hospital hasta que supieran que estabas bien. — Abrie la puerta.
— ¿Familiares y o amigos de Kenya West? — A empujones y discusiones sobre quien entraba antes que otro, entran empujándose los cuatro.
No me podía quejar de ellos, se habían preocupado tanto por mí, y ni hablar de Dylan, él me ha salvado del loco de Kevin, o si no yo no estaría viva, de echo pienso que estaría tirada en una cuneta muerta y con mi cuerpo en descomposición pudriéndose con gusanos y animales comiéndome.
Ugh, mejor ni lo pienso.
A Bryan apenas se le veían las ojeras, se ve que estuvo con Kayla y Blake igual, solo que éste no tenía ojeras. Y luego esta mi pequeño Sean, que a pesar de tener catorce años sigue siendo mi niño mañaco y pequeño. Bueno, ya no tan grande.
Lo miro y le sonrío, él es el peor, ojeras totalmente negras, la cara roja y el pelo despeinado.
— ¡Hermana! — Grita corriendo hacia mí. Sus brazos me envuelven y me abrazan fuertemente.
— No vuelvas a hacer eso nunca más. — Pide llorando.
— Hey escúchame mocoso. — Le digo cariñosamente.
El se despega de mí y me observa secándose los ojos con su brazo.
— Estoy muy bien, un poco rasguñada, pero estoy bien, ¿Lo ves? — Sentencio alzando los brazos y sonriéndole. Él me mira y se enfada.
— No estarás bien hasta estar en casa, ¿Verdad Dylan? — Habla mi hermano pequeño Sean mirando a Dylan.
Lo observo escaneándolo y le sonrío. No lleva camiseta, solamente la sudadera que antes llevaba puesta con la camiseta blanca que se arrancó para tapar mi herida.
Él no despega su mirada de la mía ni un segundo y yo tampoco tengo ánimos en hacerlo.
— ¿Podéis dejarme a solas? — Contesto, sin dejar de mirarlo. No escucho nada de nadie, se mueven todos y oigo cómo cierran la puerta.
Cuando eso ocurre me levanto sin importarme los cables y las heridas, me arranco los cables y camino hacia él sin despegar nuestras miradas, él copia el gesto y caminamos hasta quedarnos los dos enfrente cara a cara. De sus ojos caen varias lágrimas rebeldes, con mi mano áspera por lo sucedido, retiro las lágrimas de sus ojos.
Sus manos temblaban, igual que las mías, levanta lentamente su mano y acaricia mis mejillas, despacio de no dañarme, pasa su otro brazo por mi cintura y me apega a su cuerpo.
Sólo estábamos nosotros dos en esa estúpida habitación del hospital, cara a cara, nuestros labios estaban a centímetros de quedar unidos si no fuera porque él está llorando ya lo habría besado.
Más lágrimas caen de sus ojos, por mi parte suelto algunas también y él empieza a hablar.
— No sabes lo que me está pasando en la cabeza por tu culpa Kenya. — Habla lentamente, saboreando sus palabras. Lo miro sintiendo lo que siempre sentía cuando estaba cerca de él.
— No sabes lo mal que lo he pasado mientras tú estabas muriendo. — Acaricia mi cintura, mientras que la pasaba por mi espalda. Su tacto se siente tan bien.
— He llegado tarde, Kenya. — Concluye, agachando su cabeza al suelo. Se separa de mí para dar unos pasos atrás.
— ¿Qué? Pero si me has salvado de morir con ese psicópata. — Le recuerdo, apretando mi puños.
Me acerco con pasos lentos a él. Cojo su mano y la llevo a mi corazón, que estos momentos estoy latiendo a mil. Él mira su mano hasta mi pecho y me mira a mí.
— ¿Lo ves? Tú me has salvado — Le digo mientras el siente el latido de mi corazón. El niega con la cabeza y aparta su mano de mí.
— ¿Qué te pasa? — Le pregunto alzando una ceja.
El cambia radicalmente su expresión triste a una más relajada.
— Es que, he estado a punto de perderte. — Hablo mirando al suelo.
— Pero, ya está, yo estoy bien. — Le digo caminando hacia mi camilla. Me siento y lo observo mientras que él se acerca a mí.
— Ya lo sé, no es eso. — Empieza a decirme.
— ¿Entonces qué es? — Le pregunto un poco aprisada.
Él mira hacia atrás, exactamente a la puerta y luego me mira a los ojos.
— Yo no te puedo proporcionar protección Kenya. — Me dice llevándose las manos a la cabeza.
— ¿Por que dices eso? —
— ¿No te das cuenta de que desde que estás conmigo siempre estas en peligro? — Me dice alterándose.
— ¿Qué estás diciendo? — Le pregunto empezando a llorar.
— Nada. — Responde sentándose a mi lado .
No le dimos más vueltas a "ese" tema porque sabía que íbamos a acabar discutiendo. Simplemente me ha estado conmigo unos veinte minutos hablando y luego se ha marchado dando un portazo.
Verdaderamente no se lo que le está pasando, pero todo este embrollo solo traerá más problemas a nuestra relación. Me quedo pensando en que me quería decir algo, pero simplemente no me lo ha dicho por algo.
Holiiiiii qué tal estáis todas??? Qué tal las Navidades y vuestra semana, contadme, soy toda oídos👂👂👂😋😋, no se olviden de comentar que os a parecido este "raro capítulo" y contadme cosas, me hace muy feliz que me habéis y que votéis, gracias gracias gracias 💞
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MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...