Capítulo 44

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Dylan

El South Central es el barrio más peligroso de LA, según me enterado, tiene veinticinco barrios con Watts, dónde viven sesenta pandillas más temidas de todo el mundo.

¿Miedo? Ninguno, el Bronx es casi igual, y yo crecí allí así que supongo que esta parte de la ciudad no será muy diferente a lo que me he encontrado allí.

El invierno ya se ha asentado en Los Ángeles y ha empezado a nevar. La verdad es que me he vuelto un poco más adinerado y he adquirido un bungalow cerca de Brentwood donde tengo casi todo cerca, ya sea el centro comercial, el gimnasio e incluso el instituto.

Ayer me comuniqué con un instituto concertado cerca de mi barrio para entrar, y me han dicho que dadas las fechas a las que nos encontramo, casi a la segunda semana de Diciembre, están a punto de acabar los globales del primer trimestre. Así que me inscribiré ésta misma tarde. Haré los exámenes más tarde y acabaré este curso y realizaré una carrera digna y así alejarme del mundo ilegal.

Cómo necesito dinero rápido, no me queda otra que hacer esta noche una carrera para conseguir más dinero. Las peleas al parecer se hacen en un polideportivo viejo, abandonado y en ruinas. Pero hoy no peleo.

Kenya sigue en mis pensamientos desde aquel día que dejé New York, sueño con sus ojos, su pelo castaño y con sus besos. Es algo insoportable, pero aunque le quiera como a mí mismo, ella no puede estar conmigo.

Al estacionar bien el coche delante de la que será mi nueva casa, abro la puerta del coche y la cierro después. Camino ligeramente hacia la puerta de la entrada y busco las llaves en mis bolsillos. Al palpar a la vez me doy cuenta de que están en el bolsillo derecho y las saco para después meterlos en el bombín y girar hacia la derecha.

Al abrir la puerta y ver el interior por encima, me quito las gafas para observar con más detenimiento. La casa tiene dos plantas, abajo cerca de la entrada está el salón y al fondo la cocina. Mientras que arriba hay tres habitaciones con un baño cada uno. Todo eso sin olvidar que está completamente amueblada de manera moderna.

— Dylan, no te puedes quejar. — Digo para mí en voz baja.

Preparo algo rápido para comer y al acabar me siento en la mesa de centro color negra dispuesto a comer, pero en ese mismo instante mi móvil empieza a sonar con la estúpida canción que puse al enamorarme de Kenya.

— Mierda, tengo que cambiar ese horrible tono de voz. — Gruño levantándome de la silla e ir hasta el acaparador del recibidor. Veo el nombre de Bernard y descuelgo rápidamente.

— Dylan. — Contesto rápidamente.

— Hey Dylan, solo llamo para recordarte de que tienes que ir a recoger el coche a las siete. — Me comunica el hombre que me vendió hace un par de días un Aston Martin en el concesionario oficial.

— Te lo agradezco, pero lo necesito para las cinco. — Respondo, ya que ésta noche tengo una carrera y debo probarlo antes.

— El camión me trae los coches sobre las siete, pero veré que puedo hacer. — Dice con voz cansada.

— Gracias Bernard. — Agradezco sinceramente.

— No las des, nos vemos por la tarde, te llamo de todas formas en cuanto le pregunte al chófer que los trae. — Responde refiriéndose  al problema horario.

— Adiós Dylan. — Se despide antes de colgar.

Aparto el móvil de la oreja para dejarlo encima del acaparador nuevamente, y voy hacia la cocina para comer.

(...)

Después de limpiar lo que he manchado, voy hacia el salón y me tumbo en el sofá color caoba.

— Odio vivir solo, algún día me acercaré a la perrera. — Digo pensando en que un perro me puede hacerme más compañía que cualquier chica.

Acabo durmiéndome en el sofá, y me levanto sobre las cinco y media de la tarde. Subo las escaleras observando cuadros de diferentes sitios como París y su Torre Eiffel, el famoso canal que pasa por las calles de Holanda, y el puente de San Francisco. Entro a mi habitación y paso hacia el baño. A continuación me desvisto dejando la ropa sucia en un cubo especial para ello y entro a la ducha que para mí suerte, es bastante grande. Giro la manivela de la ducha y automáticamente sale agua helada. Lo que me recuerda rápidamente a Rusia y a Dominika.

Elimino esos pensamientos y con la esponja de mi derecha me enjabono por todo el cuerpo y luego elimino el jabón con olor a manzana.

Kenya, te extraño.

Salgo de la ducha y cojo la toalla negra que estaba colgada en el calentador de toallas. Y recuerdo que contraté a una señora que limpie la casa cuando yo no esté. Rose, es la prima tercera de la madre de Dominika y que por suerte nos llevamos bien. Es más bien mi Nana y la quiero como si fuera una madre, la he ayudado dándole el trabajo al comunicarnos hace un par de semanas.

Al secarme y colocar en el mismo lugar la toalla, salgo del baño y entro al vestidor dónde saco del armario una camisa larga de color blanca, pantalones largos negros y unos zapatos de vestir negros también. Me coloco la ropa, salgo de la habitación y bajo las escaleras para coger las llaves del coche, de casa y el móvil. Salgo de casa y cierro con llave y entro al coche. Dejo las llaves en la guantera de éste y arrancó el coche.

Que ganas de que nieve, estamos a diciembre y hace un calor que te asas.

Conduzco varias calles hasta el instituto "Emeral High School". Busco con la mirada un aparcamiento cerca y aparco correctamente. Saco las llaves y unos papeles que debo entregar de la guantera, y salgo del coche cerrándolo después mientras camino hacia la puerta de la entrada.

(...)

— Creo que sus tatuajes van a ser un problema. — Responde la misma mujer por enésima vez.

Suspiro y cierro los ojos para no descontrolarme.

— Sé que están prohibidos, pero no supondrá un problema para ustedes. Iré tapado incluso con capucha si hace falta — Respondo midiendo las palabras correctas y observando mis brazos tapados por la camisa.

— En ese caso, oficialmente ya eres alumno de último año. Después de las vacaciones de Navidad, las clases comienzan para usted. Es mi deber recordarle que debido a sus notas altas es su pasado instituto, no será necesario que haga las pruebas del primer trimestre. — Me recuerda la mujer de manera neutral sin despegar sus ojos de Chihuahua del ordenador.

— Muchas gracias. — Respondo cordialmente cuando me entrega los horarios y demás.

— Que tenga un buen día. — Dice antes de girarme para marcharme.

Y ahora, a recoger a mi nuevo juguete.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora