Capítulo 15

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Kenya

Llegamos a la discoteca, y lo primero que puedo bajar al bajar del coche es a mucha gente borracha saliendo del interior.

Blake coje de la mano a Kayla y Bryan a Kells mientras que alguna parte de mí extrañaba los piropos que Dylan me de suele decir. Los abrazos extraños entre el y yo y las numerosas ocasiones en las que solemos discutir por tonterías como los zapatos, los bolígrafos y más tonterías. Supongo que una parte de mí le echa de menos.

Al entrar por la puerta, la música se escucha de escuchar aún más fuerte que fuera. Mos adolescentes ebrios no cesan. Nos acercamos los cinco a la barra y le pedimos al Barman algún cóctel.

— ¡Chicos, voy a bailar! —  Grito alto, ellos asienten y me dirijo hacia la pista que está unos pocos metros de mí. Unos brazos fuertes arrastran y me tapan la boca sin yo poder hacer nada. Grito de pánico y un escalofrío me abruma.

La persona me estampa contra la pared y se coloca sin miedo delante mía.

¡Mierda, qué susto me ha dado!

— No hacía falta que me taparas la boca ¿Sabes? — Me cruzo de brazos y observo su indumentaria. Va vestido con una camiseta blanca que marca cada músculo de su torso. Lleva u os pantalones negros rotos pegados.

— Me ha pareció que de esa manera iba a ser más misterioso todo. — Es lo único que dice. Observo sus ojos color avellana. Son distintos a los de Dylan. Su pelo rubio está peinado de la misma forma que la de Dylan. Ruedo los ojos.

— Derek, déjame en paz. — Respondo. ¿No sé qué hace aquí?

— Eres muy guapa, no deberías de perder el tiempo con el imbécil de Dylan. — Me agarra de la cintura. Mi respiración se entrecorta y lo miro a los ojos.

— Dylan no me gusta. — Respondo negando lo que ha dicho. Dylan y yo no estamos juntos ahora ni nunca.

— Él es despreciable, le odio. -— Las palabras que dice las suelta con tanto desprecio que crean un ente dentro de mí.

— ¿Por qué? — pregunté con cierta curiosidad y miedo. El sigue agarrándome de la cintura.

— Porque el en realidad es, — Unas manos diferentes me arrancan del agarre de Derek deteniendo lo que estaba a punto de decir.

— ¡Te he dicho que no te quiero cerca de ella! — Escucho la estridente voz de Dylan. ¿Qué? Pero si él no estaba aquí.

— Tú no mandas sobre ella Dylan Sokov. — Le recuerda Derek a Dylan. Estoy perpleja. Dylan desprende ira y mucha impotencia. Estoy muy segura de que le falta muy poco para tirarse encima de Derek, y las cosas acabarán como el otro día.

Tengo que detener esto.

— ¡Ya basta! — Grito, cojo la mano de Dylan y lo llevo hasta el pasillo donde está el baño.

— ¿Qué hacías con él? ¿no te he dicho ya lo peligroso que puede llegar a ser? — Me dice con desdén. Me cruzo de brazos e intento no volverme loca. Aún me agarra de la cintura y todo mi ser se descompone al sentir su calidez. ¡No te dejes llevar por la lujuria!

— Eso a tí no te incumbe Dylan. No sé cuántas veces te lo voy a tener que repetir. — Le digo totalmente enfadada. Me tienen mareada. Pongo mi espalda pegada a la pared y él agarra mis dos brazos por encima de mis hombros en la pared. ¡Me está ignorando!

Su mirada vuelve a cambiar por una más tranquila y sus ojos me observan detenidamente.

— Ese vestido te queda increíblemente  bien. — Me observa detalladamente de arriba a bajo. Mi ceño se frunce aún más.

— ¿Qué haces aquí? — Le pregunto sin rodeos.

— Nadie te encontraba, no cogías las llamadas y se han preocupado. —  Sus ojos azules no se despegan ni un segundo de mí. En verdad sus ojos son muy bonitos.

— ¿Te ha hecho algo ese mal nacido? — Le veo apretar los puños, tanto que en las zonas de los nudillos se ven blancas.

— No, estoy bien. — Le digo, mirándolo de manera relajada y directamente a los ojos. Trago saliva, este hombre es muy atractivo.

— En cuanto te vi con él, casi me da algo. Pensé que, no sé, en mi cabeza pasaron muchas cosas. — Habla entrecortadamente, acaricia mis mejillas y sonríe al final. Me sorprendo al notar su tacto y un escalofrío vuelve a recorrer mi columna vertebral como si fuera una serpiente. Eso causa que me ponga más nerviosa.

— Me encanta ver eso que haces cuando te toco. — Se acerca peligrosamente a mis labios. Oh mierda, no lo hagas Kenya, no lo hagas. Acerco mis labios a los suyos.

¿Pero qué estoy haciendo?

Nuestros labios se rozan durante dos segundos. Dudo en si hacerlo o no, pero al final lo hago. El beso es apasionante, posesivo y con mucha necesidad. Jamás alguien me había besado de esa manera.

— Te quiero Kenya. — Reparte besos por mi cuello, obligándome así a respirar hondo. Bajo mi mirada a él logrando que sonría.

— Tú eres mía y sólo mía. — Me vuelve a besar, pero esta vez más tranquilo. Sonrío, no sé que estoy haciendo. Pero me gusta.

— Me gustan tus ojos. — Le digo, de manera vergonzosa.

— Y a mi me gustas tú. — Responde tocando mi nariz. Me derrito por cada gesto que hace. La música se empieza a escuchar tan aguda que me obliga a mí y a Dylan a taparnos los oídos.

— ¡Vamos! Tenemos que irnos. — Dice antes de agarrar mi mano, salimos del pasillo y  esquivamos a personas que también corren hacia la salida. El terror me llena y sólo puedo agarrar bien a Dylan.

Me acerco más a él y le grito, porque la multitud desenfrenada de personas y el bullicio no me iría a escuchar.

— ¿Dónde están los demás? — Pregunto mirando hacia todos los lados. Dylan acerca sus labios a mi oído.

— ¡Ellos ya lo saben, esto es cosa de Derek! — Grita para que le escuche. ¿Esto lo ha hecho Derek? No me extrañaría. Asiento y seguimos corriendo.

Hay mucha gente descontrolada, de aquí para allá, una avalancha de personas azota la entrada impidiéndonos salir, pero eso al parecer a Dylan no le importa en absoluto, empuja aferrándome más a él mientras pasamos por aquella avalancha.

(...)

— Vaya, pedazo bólido. — Digo al ver un Audi descapotable de color blanco con asientos de cuero rojo.

Entramos en él rápido al ver la policía llegar a la discoteca.

(...)

— No creo que debas ir a tu casa, quedate a la mía. — Dice bajando del coche al concluir en viaje, se acerca a mi puerta y la abre dándome su mano, la agarro dudosa y caminamos después de cerrar el coche.

No puedo estar cerca de él sin estar nerviosa. Mis piernas son gelatina y me cuesta caminar. Miro nuestras manos entrelazadas y un cosquilleo se forma en mi barriga.

Mierda, si no detengo esto voy a cavar mi agujero ahora mismo.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora