Capítulo 56

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Capítulo LVI

Kenya

— Y el ganador es ¡El Toro! — Grita el hombre trajeado por el micrófono.

Aplaudo fuerte al escuchar el nombre del luchador. Gotea sudor hasta en el pelo sin duda, ha sido una pelea complicada. Han estado dándose de hostias veinte minutos sin descansar.

Cuando el baja las escaleras de la gran jaula, se seca el sudor con una toalla negra y me besa nada más acercarse a mí. En ese momento siento la presión de ser vista por toda la multitud incluso siento algunos flashes. Vuelve a cegarme otro de ellos y veo a una persona encapuchada.

— Vamos al camerino. — Me susurra al oído agarrándome por la cintura. Asiento rápidamente y me dejo llevar por sus fuertes brazos. La gente sigue gritando el alias de Derek hasta que sólo se escuchan nuestros pasos por el inmenso y largo pasillo.

— ¿Tienes sed o hambre? — Me pregunta acercándose a mí. Niego con la cabeza y le dedico una sonrisa cálida.

Cierro la puerta y me siento en uno de los sofás de piel un poco viejo. Él camina solo con una toalla rodeada por su cintura por detrás del sofá.

— Después de ducharme vamos a ir a cenar. Tienes que comer algo. — Levanto mis hombros levemente. Ahora mismo no tengo nada de apetito, el o la encapuchada me ha dejado pensando. Solamente espero que todas las fotos que nos han hecho no salgan por todo Internet.

— Kenya, mira esto. — Cuando me percato de su voz, alzó la mirada al móvil del avellanoso y veo cómo sube, y sube, y sube con su pulgar la pantalla y van apareciendo docenas de fotos iguales de los dos besándonos.

Oh, mierda. Sólo han tardado cinco minutos en colgar todas esas fotos.

Me levanto del sofá y cojo el móvil entre mis manos. La gente comenta cosas como; "La parejita del año", "Su novia no es más ni menos que Kenya West del Instituto Sun high" o "¿Kenya West no era novia de Dylan Sovok?".

Mi corazón empieza a latir con fuerza bajo mi pecho.

— ¡Si es que la gente no puede ver ni un gato copulando sin colgarlo en Internet! — Grito con rabia. Camino por el camerino, vestuario o como se llame que sea este antro con pasos apresurados.

Juraría que me arde la cabeza como Hades. Y es que ¡Voy a estallar!

Derek, que me observa preocupado desde la otra punta con los brazos cruzados, se acerca hasta quedar enfrente de mí.

— Hey. No te preocupes princesa. Todo va a estar bien, al fin y al cabo nos tiene que dar igual lo que la gente hable de nosotros. — El apodo que usa me hace alzar la vista hacia sus ojos. En toda mi vida sólo se ha atrevido a llamarme así una sola persona.

Y aunque él no esté aquí y me haya "abandonado", le echo de menos porque sentí amor verdadero por él.

— No importa que hablen de nosotros. Afrontaremos cada bache unidos. — Deposita un beso en mi mano y luego me abraza cálidamente. Sonrío sonrojándome.

Me encanta como Derek me trata. En esta nueva generación de adolescentes desde los dieciséis hasta los veinte son unos completos gilipollas. Es difícil encontrar a alguien que te sea fiel y te trate con respeto y amor durante años. E incluso a más de veinte.

"La gilipollez no tiene edad".

(...)

— Gracias por la cena y por todo. — Le doy un rápido beso en los labios. Sus ojos color avellana me miran de una forma risueña y noto que está feliz de que esté junto a él.

— Gracias a ti, mi carameloto. Por acompañarme a la pelea y por tener tu compañía en la cena. Eres fantástica. Recuerda que si necesitas algo, sólo tienes que llamarme. ¿Vale? — Asiento. Sus palabras me conmueven y me contentan aún más. Aunque el 'carameloto' me ha hecho reír al principio. Me parece tan bonito la manera en la que él me habla. Hoy en día casi todos los mens son muy sencillos. Ya no envían flores, ni bombones ni mierdas planeadas.

Sólo te preguntan "Hey chati, ¿Quieres ser mi follamiga?". O en mensajes de texto.

¿¡Por qué amigo!?, ¡Cúrratelo un poco!

— Que descanses — Le doy otro beso en los labios. Pero cuando me separo de él, me atrapa besándome más asalvajadamente hasta que nos quedamos sin aire.

— Adiós. — Zarandeo mi mano una vez fuera de un lado a otro y él hace lo mismo. Sonriente, me dirijo a la puerta de mi casa y abro con la llave. Aunque me cuesta un poco porque tengo miopía y se me ha olvidado ponerme las lentillas.

Y es de noche y como entenderéis no veo tres en un burro. Veo veinte en un burro.

Al final, he llamado por teléfono a Kelly para decirles a los chicos que no iría a la fiesta. Que estaba muy cansada y que único que me apetece es dormir. Unos minutos después recibí un mensaje de Kayla que ponía "Tenemos que hablar."

Sí, con el punto y todo. No sé qué le voy a decir. Con el rollo de Internet, seguro que ya todos saben que estoy con Derek. Me prepararé para recibir de todo menos cosas bonitas.

Me quito las botas antes de entrar en casa. Giro la llave de la puerta y escucho al otro lado los lloriqueos de Bryson. Y se me hace imposible no sonreír.

— Hola bebesito. — Digo en voz muy baja y cierro la puerta detrás de mí lentamente para que no se escuche.

Le pongo la llave a la puerta y me quito la chaqueta para después colgarla en el perchero al lado de la puerta.

Me agacho y cojo al cachorro mordedor en brazos. Subo las escaleras con cuidado de no caerme y al fin, llego a mi habitación.

— Por fin. — Me tiro en la cama y cierro los ojos rápidamente para intentar desconectar sólo por un par de segundos.

Respiro aire fuertemente y luego expiro lentamente. Hoy ha sido un día cansado, y lo único que quiero es dormir.

Me levanto sin ganas y me pongo el pijama. El cachorro muerde uno de mis muchos calcetines y le ladra muy adorablemente. ¡Ay que mono es!

Pensando en el perro, recuerdo que hace unos dos días aproximadamente vi un cartel en la puerta de un veterinario, que ponía; Adopta antes que comprar. Y me pregunto si a Papá no le importará que en vez de comprar perros de raza, que esos sí o sí los compra la gente, coger dos perros grandes de la perrera.

Me lo apuntaré en la agenda. Así seguro que no se me olvida.

Pongo la nueva camita para perros que le he comprado a Bryson ayer al lado de mi cama. Ya que la que le compré el día antes de venir a casa, la ha destrozado.

— ¡Bry!, ¡Hey chico!, ¡Siéntate aquí! — Le indico al cachorro. Que al ver mover mi mano y el dedo índice lo sigue como si de un trozo de carne se tratase.

Veo una cosa brillar desde la estantería. Curiosa y confusa, doy zancadas hasta llegar a la estantería. Y como es más alta que yo, estiro el brazo tocando sobre la estantería. Noto algo frío y parece de metal.

Cuando lo veo me encuentro con la sorpresa de que es una pulsera con las iniciales de Dylan y yo.

Suspiro.

Dylan, ya no sé qué inventarme para olvidarte...


MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora