Capítulo 13

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Kenya

Me despierto alrededor de las tres de la madrugada. El sonido del móvil notificándome que tengo mensajes nuevos no cesa.

Tiene que ser alguien muy muy pesado. Desbloqueo el móvil y me meto en la aplicación.

Me han encantado tus labios. — Número Desconocido.

¡¿Qué?! ¡Oh Dios mío un loco tiene mi número!

¿Quién eres? — Tecleo con los dedos muy deprisa.

Soy alguien que está enfadado con Dylan. — Numero desconocido.

Entonces, mi mente adormilada al fin se levanta. Concluyo que es el boxeador ése. Oh ¿¡Cómo he tardado tanto tiempo en darme cuenta!?

¿Eres el boxeador del ayer? — Pregunto escribiendo rápidamente por el móvil, intrigada.

Me llamo Derek. Y sí, soy el boxeador. — Número desconocido.

Pues a mí no me ha gustado para nada tu beso, que lo sepas. — Tecleo rápido para enviar el mensaje recordando el momento del beso. ¡Hugh!

Oh vamos muñeca, no me lo niegues. — Responde antes de que pueda preguntarle.

¿Cómo has conseguido mi número? — Yo.

Digamos que tengo mis contactos. — Número desconocido. ¡¿Cómo qué tiene sus contactos?!

Pues no me vuelvas a hablar, ¿Me has leído bien? — Escribo echando chispas por la cabeza. Qué siniestro todo, no me gusta que mi número vaya de aquí para allá.

Bueno, nos veremos muy pronto. — Número desconocido.

Cierro el chat y me tenso al instante. ¿Cómo que nos veremos muy pronto? Miro hacia todos los lados de la habitación.

Y yo, ¿Qué mierdas hago ahora?, ¿Decírselo a Dylan? No creo que haga falta. No necesito a Dylan las veinticuatro horas del día.

Me giro hacia mi derecha, comprobando que no está. Dejo el móvil en la mesita de noche y escucho un ruido que proviene de la cocina. Me levanto despacio sin hacer el mínimo ruido. Abro la puerta y bajo a la cocina sin encender ninguna luz.

Me voy a caer.

Abro la nevera para sacar el zumo de frutitas que tanto me gusta y cojo un vaso para beber.

— Zumo, zumito, zumo. — Digo con voz de pava. Sí, es que este zumo me lleva al Valhalla.

Cierro la puerta de la nevera y me apoyo en la encimera para terminarme el zumo. Miro hacia la ventana. Esta noche hace un frío que te hiela los huesos. Como reflejo a los movimientos, capto que la ventana de la cocina se abre.

¿Qué coño? ¿¡No será ese tal Derek!?

Me acerco a la ventana aún con el vaso en las manos y veo unos zapatos trepar hacia más arriba.

Ya está, ¡Hoy me muero!

Con el vaso en la mano, corro hacia arriba y entro en la habitación de mis padres.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora