Capítulo LXII
Kenya
Todos, repito. Todos y absolutamente todos nos miraban, chicas que se dejaban en ridículo poniéndose pantalones excesivamente cortos en pleno Enero nos miran con mucha rabia. A veces me pregunto por que me miran de esa manera cuando no las conozco y mucho menos les he hecho algo. ¿Es un delito conducir una moto deportiva si eres chica? La respuesta es no, pero parece que tengo muchas enemigas solo y por el simple hecho de ser diferente.
— Kenn, nos está mirando todo el mundo. Y esas chicas de ahí parece que nos vayan a sacar los ojos. — Me susurra en voz lo suficientemente bajo como para que nadie lo escuchara. Suspiro un poco incómoda.
— Tranquila Kells, la envidia parece ser contagiosa. Tan solo disfruta del momento. — Le pido, intentando que todas las miradas me descompusiesen. El poder de una fría mirada es mágicamente poderosa. Con tan solo una mirada puedes averiguar lo que está pensando ese individuo.
Logan se hace paso entre la multitud y sonríe hacia mi dirección. Hago lo mismo por cordialidad y porque él despierta una fuerte alegría en mi solamente por mirarme. No me juzgues, no estoy enamorada del moreno, pero es un chico verdaderamente divertido que me suele arreglar el día con tan solo hablarme. Miro a mi alrededor, casi todo el mundo está riendo y divirtiéndose.
— Hey niña. — Habla Logan denominándome un mote cariñoso. Sonrío feliz respirando su aroma. Dios mío, amo todos los perfumes de hombre. Me dejan en trance.
— Hola Logan. — Respondo de la misma manera. Logan es un gran chico. Sus padres tienen un gran taller donde suelen arreglar muchos coches. Sí, donde arreglaron mi Lamborghini "Robado". Ese chico no se lo merecía, sobretodo porque intentó matarme. Logan le ha implantado un nuevo directómentro al coche, con mi actual nombre, suplantando el del albino. Falsificó la firma del albino y cambiamos el nombre legalmente. Puse el mío y el coche lo mantengo guardado en casa de Kelly porque no sé sinceramente como sería la reacción de mis padres si vieran que tengo ese coche. Seguramente me harían muchas preguntas de las cuales no tengo respuesta. Pensar en mis padres me recuerda que, mañana tienen un vuelo hacia Holanda para seguir trabajando en un nuevo narcótico destinado a la gente que tiene cáncer de piel. Bien, así podré tener al fin mi coche en casa.
— Sales en quince minutos, junto a cuatro corredores más. Acuérdate que es obligatorio llevar acompañante. — ¡Mierda! Se me había olvidado. La idea de tener que llevar a alguien conmigo, detrás me incomoda. Lo que menos quiero es matarme un día y que mi acompañante también lo haga por algún tipo de mala decisión que yo haya tomado. Y ahora que lo pienso tampoco tengo a muchos candidatos. Tan solo a la rubia que tengo al lado.
— Sabes que no me gusta llevar a nadie detrás de mí. Es peligroso Logan. — El vacila con su media sonrisa de lado dejándome descolocada. ¿Enserio?
— Kenya, esas son las reglas. Yo no puedo inventármelas. El comité es el que lo delega. Sabes que yo soy solo el responsable de apuntar y despuntar, nada más. Te he llamado, porque hoy la gente ha apostado demasiado. Pensé que el dinero te vendría bien y te he avisado. Además, hace tiempo que no sé nada de ti, pequeña. — Sonríe. Suspiro y asiento. Me pregunto quién habrá sido el imbécil que habrá puesto eso como regla. Pero bueno, estoy aquí para divertirme ¿No? Si hoy es mi último día en este mundo, quemaré la rueda de mi moto con tal de despejarme de tanto problema.
— Hay música buena dentro del Polideportivo, y mucho alcohol. — Asiento, necesito algo que me de el plus de energía que necesito en estos momentos. Necesito beber, beber para deshacerme por unos minutos de todas mis responsabilidades.
— Me parece buena idea, necesito beber un poco. Nos vemos aquí en unos minutos. — El asiente un poco extrañado. Nunca he necesitado del alcohol para divertirme pero, hoy lo necesito y más que nunca. Aviso a Kells, quien asiente y me acompaña pasando por toda la multitud que ríe, se droga y bebe diferentes sustancias alcohólicas de diferentes colores en vasos de plástico. Cuando entramos en el grandioso Polideportivo la música inunda mis oídos, dejándome con ganas de bailar un ratito después. La mayoría de las personas se sientan en las gradas, para apreciar mejor una pelea que se debate en un Ring un poco lejos de donde estamos nosotras. Decir que hay mucha gente, se queda corto. Habrán más de dos mil personas por lo menos. Miro directamente hacia el Ring, esperando que sea Dylan, pero no. Es otro boxeador totalmente diferente.
Nos acercamos a la barra. Llamo al Barman pidiéndole una ronda de chupitos de Tequila para ir calentando los motores. El chico sonríe asintiendo y saca dos vasos esta vez de cristal. Mezcla las bebidas y nos da los vasos ahora color rojos. Sonrío en dirección a la rubia, cogemos los vasos y contamos desde tres hasta uno. Mask off de Future, unos de mis raperos favoritos, suena alto, dándome el ambiente que necesitaba. Acerco el vaso a mis labios, y sin pensármelo dos veces más, lo vacío completamente en mi boca, tragando. Sintiendo como mi garganta arde en el acto. ¡Me siento viva, joder!
Unas ganas inmensas de ver a Dylan me golpean completamente. Me gustaría besarlo en estos minutos. Kells ríe fuertemente al ver la expresión de ardor de mi cara.
— Dios Kenny. Amo esta bebida. — Contesto lo mismo sonriendo.
— Disfruta mientras puedas, que mañana ya verás la resaca. — Me repito mentalmente. Lo siguiente que sucede me hace sonreír aún más. Después de cinco rondas más siento que voy a resbalarme con los tacones y a caer de lleno en el suelo. Kells dice que es culpa de la ronda y conspiro junto a ella. Me detengo después de tomar otra ronda más. Tengo que estar cauta para conducir, y aún más si voy a llevar a Kelly. No quiero pasarme toda la madrugada en el Hospital.
Lo siguiente que ocurre me deja completamente patidifusa. ¿Qué hace él aquí?
Debería tener más cuidado con lo que deseo...
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MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...