Capítulo 49

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Kenya

Monster, de Eminem y Rihanna suena por toda mi habitación incluido el baño. Yo estoy en el baño. Contenta y feliz, secándome el pandero mojado mientras canto a todo pulmón la canción.

Sí, estoy loca.

Empiezo a limar y pintar mis uñas de las  manos y de los pies de color rojo mate. Cuando pasa media hora acabo cerrando el pintauñas dándole vueltas y dejándolo dentro del cajón. Suspiro, y saco el secador de pelo, la plancha y el rizador.

Odio secarme el pelo, luego plancharlo y después rizarlo. Ne paso cuatro horas en ello y encima luego ¡Se me bufa!

Para arreglar a los demás soy la puta ama, pero para arreglarme a mí misma, soy un puto desastre. Así que, haciendo todo eso lo mejor que mis manos pueden hacer, consigo que mi cabello quede totalmente planchado. Le echo dos gotitas a mi pelo de un producto que le da brillo y suavidad.

Cojo la Laca y echo un poco en un mechón que he separado. A continuación, enrollo el rizo "alacado" en la plancha y espero unos quince segundos. Cuando los segundos pasan ¡Wuala! Rizo precioso. Hago así con todo mi cabello. Y para acabar, me pongo un poco de laca perfumada con olor a vainilla por encima para que no se me deshagan los rizos. ¡Já, todos bien pegados!

— ¡Cómo se os ocurra despeinaros y sabotearme la noche os váis a cagar! — Le advierto cansada de estar de pie dos horas. Mi pelo ha quedado rizado pero largo tres palmos debajo del hombro.

Miro el reloj de mi muñeca marcando las diez y media de la noche.

¡Hora de vestirse! Corro, despacio hacia mi armario después de apagar y guardar todos los cachivaches del pelo y las uñas en el cajón. Abro el armario aún desnuda y miro toda la ropa.

— ¿Y yo que mierda me pongo? — Levanto los hombros hacia arriba y paso primero a ponerme unas bragas negras y un sujetador del mismo color para empezar.

Descarto la idea de pantalones o monos para esta noche. Ya que luego hay fiesta y quiero poder bailar cómoda.

Encuentro un vestido color rojo cereza bastante singular. Tiene escote en forma de corazón, es corto por delante y con una larga cola por detrás. Engatusada, bajo la cremallera del costado y me lo coloco desde abajo. Pero al llegar a la zona de las patas de jamones, como llamo yo a mis piernas, cuesta un poco subir. Pero el problema viene al llegar al culo. En la que tengo que estirar con cuidado y a la vez con bestialidad para conseguir que quepa.

Cuando ese momento horrible acaba, saco la lengua exhausta como cual perro que ha corrido siete kilómetros seguidos. Subo la cremallera tardando unos segundos y saco el dedo medio.

— ¡Fuck you vida! ¡me ha cabido! — Grito mirando al techo como una loca. Tengo que controlar mi problema de hablar sola.

Camino descalza hasta el armario de nuevo y escojo unos tacones rojos y me los pongo.  Me decido por unos aros dorados. Pulseras y un collar del mismo color para que pegue con el vestido de manera elegante, pero también sensual. Me voy al baño y rápidamente me maquillo poniendo base a mi cara, colorete rosita en los pómulos, el coso-pinta-pestañas color negro, la raya negra en los ojos, me pinto los labios con un pintalabios rojo mate.

¡Wow, si parece que sean de terciopelo y todo!

Y por último pero no menos importante, me pongo Highlight con una brocha de maquillaje. ¡Amo esos polvitos brillantes!
Me pongo en la punta de la nariz y en los pómulos. Me miro al espejo antes de apagar la luz y canto.

— ¡Qué perra que perra, que perra mi amiga...que perra que perr...! — Tan melodiosamente hermososa canto. Pero justo la canción eastside de Khalid me hace saber que me llaman. A pasos rápidos camino y cojo el móvil viendo el contacto de "Derek el acosador" en mi pantalla. Creo que tengo que cambiarle el nombre ya que si lo ve, no creo que se lo tome bien.

Descuelgo contenta y pongo el móvil en mi oído.

— ¿Kenny? — Pregunta.

— Hola Derek. — Saludo.

— ¿Estás preparada? Estoy enfrente de tú casa. — Responde.

— Claro, acabo de terminar de prepararme. — Corro con el móvil en el oído mientras busco un bolsito color dorado. Meto dinero, mi pintalabios rojo, un paquetito de Clinex y una goma del pelo.

— Espérame abajo. — Le digo saliendo de mi habitación. Escucho un "Vale" y cuelgo. Voy hacia la habitación de Sean y toco su puerta.

— Pasa. — Escucho a través de la puerta.

Abro la puerta y con mis tacones resonando en el suelo y veo a mi hermano jugando a la Play.

Ruedo los ojos y me siento en la cama a su lado. Ni me mira, ni me escucha. Está sumido entre cada sonidito que sale de esa televisión.

— ¡Sean! ¡deja el Fornite! — Le levanto una oreja de los cascos y le grito. Él me mira indignado y pone en pause el juego.

— ¡Wow, que guapa estás! — Me dice tocando la tela de mi vestido rojo.

— Ah, por cierto Jonny y Rob quieren fornicarte. — Se levanta de la cama y coge unas patatas de su escritorio. Va con una camiseta azul y en calzoncillos.

— ¿Tus amigos? ¿esos que juegan al Fornite contigo? — Hago una pausa y empiezo a reírme como una foca en celo. Lo veo sacar el móvil y hacerme una foto cuando me levanto de su cama.

— Esta va para ellos. Seguro que se ponen al verte así vestida. — Reímos juntos.

Me acerco a él y le revuelvo el pelo con la mano.

— ¿A dónde vas? — Pregunta volviendo a coger el mando de la Play Station.

— A una fiesta. — Miento contando lo de la fiesta, pero no lo de la pelea.

— Pues diviértete hermanita. — Le escucho decir antes de irme.





MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora