Capítulo 50

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Dylan

Drogas, alcohol, chicas semidesnudas atractivas para cualquier hombre menos para mí.

Todas aquellas cosas están en este mismo momento delante de mis narices. Aunque solo me importa el alcohol y una morena con muy buenas curvas que me recuerda inmediatamente a Kenya. Lleva mirándome desde el tubo en el que baila de este bar striptease en el que he venido con unos compañeros con ganas de fiesta. Cuando se gira totalmente para verme desde ahí arriba me doy cuenta de que es Kenya. ¿Qué cojones?

Le pido al barman otro tequila antes de seguir posando mis ojos en la pelirroja que comienza a mover las nalgas de manera exagerada. Los hombres de alrededor de las mesas lanzan billetes hacia el cuerpo de la stripper, algunos estampándolos contra las nalgas de ella. Me quedo mirando la escena.

Les pegan para eso, para atraer hombres. Llevo el vaso de Tequila que segundos antes el Barman me ha traído y me lo bebo de un tirón. Por un microsegundo me quedo mirando el vaso de cristal. Sin querer, la imagen de Kenya bailando en aquella fiesta de la playa aparece en miente. Parpadeo varias veces para quitarme la imagen de la cabeza. Ethan, un compañero con una gran suma de dinero que conocí ayer cuando corrí con el Aston Martin se acerca con una copa en su mano izquierda. Sonríe de lado y se acerca para hablarme.

— Dylan, esa morena cachonda quiere una noche contigo. — Ríe señalando a la pelirroja que nos mira desde el escenario. Me lo pienso un par de veces. Me apetece descargarme un poco.

Con un gesto con la mano le invito a acercarse. Kenya no tarda ni un minuto en estar enfrente de nosotros dos. Ojos verdes oscuros, tez terriblemente bronceada, pelo color chocolate, de estatura media y con esas curvas increíbles. Me sonríe con picardía y camina por delante de mí. La sigo dejando a Ethan que me sonríe de la misma manera de antes. Serio pero tranquilo a la vez camino, ella abre una puerta por la que pasamos los dos, enciende unas luces que tienen poca luz y cierra la puerta detrás de mí.

Me quito la chaqueta a medida color negra y ella se desnuda lentamente delante de mí. Mi cuerpo comienza a acalorarse y mi miembro ya está totalmente erecto debajo de mis pantalones.

Se quita el tongue de hilo color rojo y lo deja en el suelo. Sin esperar más tiempo me desvisto quedando desnudo. Se acerca y me besa feroz, coloca sus manos en mi pecho trabajado y yo alzo su voluminoso cuerpo a la vez que ella enreda sus piernas en mi cintura, rozando mi miembro. Camino con pesadez sin mirar mucho hacia dónde voy, choco con una mesa y la dejo encima. La beso esta vez con más necesidad atrayendo su cuerpo hacia el mío mientras observo a una Kenya que no conocía antes.

Al separar nuestros labios, ferozmente y sin piedad alguna, dejo varios chupetones por alrededor de su cuello. Gime por el contacto y araña mi espalda antes de colocar sus manos en mi miembro espectante.

Consigue calentar más el ambiente y sin esperarlo por su parte entro en ella despacio pero sin dejar de profundizar en ella. Gime alto, la levanto con cuidado sin separarme y camino hacia la cama de matrimonio que hay al lado. La dejo ahí y vuelvo a entrar, moviendo la pelvis hacia delante y hacia atrás despacio, escuchando sus gemidos ahogados salir de su boca.

Cierro los ojos y me agarro de sus caderas, comienzo a penetrarla más rápido. Me retiro ante aquella sensación y aumento la velocidad proporcionándole embestidas más fuertes. Ella gira la cabeza y de repente me doy cuenta de que ya no es Kenya y de que es Dom.

Gime más alto que antes y me veo lleno. Me muevo más rápido, entrando y saliendo de ella. Mi cuerpo se calienta aún más y aferro mis dedos a sus caderas con fuerza antes de correrme dentro de ella. Muevo la pelvis levemente para acabar, disfrutando de ese éxtasis que hacía tanto tiempo que no sentía. Trago saliva y salgo de dentro de ella. Camino hacia donde he dejado la ropa y aún con esa microsensación en mi cuerpo, me visto. Dejo doscientos dólares encima de la mesa antes de lavarme las manos y la cara en el baño. Salgo por la puerta respirando agitado y un poco más relajado. Dejando a Dominika dentro de la habitación.

Diviso a Ethan con Carlos y Bronse aún mirando a las mujeres bailar rodeando el palo de streptease con poca ropa.

Ethan al verme se acerca con una sonrisa socarrona.

— Qué, ¿te lo has pasado bien? — Me da un pequeño apretón en el hombro. Le sonrío un tanto frío. Niego con la cabeza. Agarro mi cartera y le doy veinte dólares al barman por las copas. Le aviso a los demás de que me marcho.

Salgo del bar stripper y me monto en el coche. Salgo del parking más rápido de lo que debería camino a casa. Imágenes de Kenya me nublan la mente. Prometí protegerla, y me la he tirado...

Suspiro pesadamente pensando en ella. Tan bella, tan delicada. Pero tan peligrosa a la vez, cualquiera que se acerque a ella cae en sus encantos. Es tan magnífica y sencilla. Todo en ella es tan perfecto, incluso su carácter de mierda. Es verdad que la quiero. Desde aquel soleado día en la playa no he conseguido quitármela de la cabeza. Me ha perseguido cada noche. Y sé con exactitud qué lo de esta noche ha estado mal, pero en el fondo me imaginaba a ella y no pude controlar mis puñeteros impulsos.

Tú eres la única Kenya, pero decirte que me largué de New York para luchar y ganar todas las carreras posibles para salir de eso con dinero suficiente es difícil.

Pero ante todo esto, ante cada mierda por la que tenga que pasar para reunirme contigo en un futuro. La pienso pasar, porque eres mi niña, mi princesa. Y desde hoy juro no mirar a otra que no seas tú.

Me levanto de sopetón sintiendo mi corazón latir y mi cabeza palpitando. ¡Joder! Mi mente ha vuelto a jugármela cruelmente, ¿porqué he soñado con Kenya haciendo todo eso? Era ella algunas veces y era Dom en otras veces. La culpa me carcome al haber soñado de manera caliente con Dominika. Joder, está muerta. Muevo mi mano temblorosa hacia la mesita de noche de mi izquierda y agarro el vaso de agua llevándome un trago a mi garganta. ¿Joder, en qué estaba pensando?

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora