Capítulo XXV
Kenya
— Vamos. — Le digo a Dylan poniendo una mano en su espalda desnuda mientras lo sacudo.
— No. —
— Vamos, no quiero llegar tarde. — Respondo pensando en la bronca que me echaría el profesor.
— Puede que normalmente nadie diga esto pero, eres guapa cuando te levantas. — Se gira quedando aún tumbado.
— Lo sé. — Respondo alardeando de mi belleza natural. Dylan ríe a carcarcajadas. Me cruzo de brazos y le doy un golpecito en su brazo.
— ¿Te ha dicho alguien lo egocéntrica que eres aunque no lo parezcas? — Pregunta sonriendo dejándome ver sus dientes blancos. Memo.
— ¿Sabes qué? — Pregunta. Alzo mi ceja y niego con la cabeza.
— Hoy no quiero ir al Instituto. — Dice alzando una ceja maliciosamente. Lo miro incrédula. ¡Es su último año! Cambio radicalmente la mueca y respondo.
— Pues no vayas. — Digo como respuesta, levantando los hombros. El me mira sonriente, ruedo los ojos. ¡Ay madre mía, si no asisto al instituto me suspenderán y no quiero repetir!
— Vale, bien, entonces, ¿Qué hacemos? — Pregunta sin eliminar la tremenda sonrisa que le obliga a realizar dos oyuelos.
Yo conozco esa sonrisa, y la respuesta es totalmente no. Soy virgen y lo seguiré siendo el tiempo que sea.
— Tú no quieres ir al Instituto, pero yo tengo que ir, estoy en último curso. Al igual que tú, ¿O se te ha olvidado? — Mi voz suena un poco áspera. ¿Pero qué esperaba?
(...)
— Te dije que volveríamos a llegar tarde otra vez imbécil. — Le digo mientras corremos por los pasillos.
— No es mi culpa que a doña perfecta se pare en medio de la calle para ver perros abandonados cuando tenemos prisa. — Suelta haciendo cosas raras con las manos. Abro los ojos como platos y lo miro incrédula.
— Por Dios Dylan. ¡Era un cachorro! Menos mal que al final sí tenía dueño, porque sino me lo hubiese llevado. — Hablo firme. Amo todos los animales, y me hubiese partido el corazón si alguien lo hubiese abandonado.
— Tienes el Síndrome de Noé. — Responde quejándose. Hago una mueca y sigo corriendo. En vez de ir hacia delante parece que vaya marcha atrás.
Me agarra de la mano y corremos más rápido. Me va a un algo como siga así.
— ¿Y qué es eso? — Pregunto rodando los ojos intentando no tropezarme con las baldosas peligrosamente pulidas.
— Que, animal que ves en la calle, animal que lo metes en tu casa o en tu jardín. — Se carcajea. Achino mis ojos y lo fulmino con la mirada. ¿Cómo se atreve? Son, son animalitos indefensos que necesitan amor y cuidados.
— Capullo. Ojalá te reencarnes en babosa a ver quien te va a cuidar. — susurro.
— Te he oído, al final acabarás como la loca de los gatos de los Simpsons. — ¿Me está llamando loca?
— ¿Esa que va sacando gatos de su mochila y lanzándolos a la gente por las calles? — Vuelvo a achinar de nuevo los ojos, y la imagen de la vieja con los gatos me produce gracia.
— Corre o no llegaremos. — Habla jadeando, corriendo más.
— Joder, ¿Quién eres? ¿Flash? — Me quejo, viendo que cada vez vamos más deprisa.
Al llegar a la clase, la profesora Erlenmeyer, Sí, como el cacharro de Biología, no estaba y por nuestra suerte, los alumnos tampoco.
— La suerte me acompaña cuando estoy contigo. — dijo mirándome desde arriba y sonriendo
— ¡Estúpido! He corrido por los pasillos como si no hubiese un mañana para nada. — Me avento el pelo hacia atrás y le dy un golpecito en su tonificado pecho.
— Auch, ¿Qué tienes ahí adentro? ¿Piedras? — Agito mi mano y me quejo del dolor.
Dylan ríe de mi comentario y me abraza dejando varios besos en mi cabeza. Suspiro.
— Te quiero. — Dice dando más besos en mi cabeza.
(...)
— Y estas eran las leyes de Newton, y hasta aquí la clase de hoy. — Habla la profesora de física y química.
Y el timbre suena y todo el mundo se levanta de sus pupitres para guardarlo todo en sus mochilas. El barullo de las personas se hace presente y la avalancha también.
— ¡Kenny! — Escucho la voz de Kayla.
Oh Dios mío, sálvame.
Me giro con unos apuntes en mis manos y veo a Kells y a Kayla, que no tardan en tirarme al suelo de un gran abrazo.
— ¡Contesta nuestros mensajes pedazo de culo! — Grita Kayla encima de mi.
— Auch, de acuerdo. — Respondo sobándome la zona afectada por el impacto en el suelo.
ESTÁS LEYENDO
MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...