Dylan
— Señor Sovok. — Pronuncia una mujer de mediana estatura, trajeada, con una pequeña tableta. De unos veinte y pocos años. Rubia, de ojos avellana y de tez morena.
— ¿Sí? — Respondo un segundo después de girarme.
— El señor Bernard le espera, en la zona baja. Su coche ya está listo. — Sonríe cálidamente.
— Permítame acompañarle. — Responde, sabiendo que yo nunca he bajado allí abajo.
Asiento, me acerco y le doy dos besos como saludo.
— Mi nombre es Adda, Adda Reynold. Y soy la encargada de revisar cada Aston Martin antes de que salga de nuestro concesionario. — Dice mientras caminamos, entrando por la puerta de cristal transparente del concesionario. Enfrente hay dos barras donde barras donde hay cuatro dependientas que al ver a la rubia, le saludan y me repasan detenidamente con la mirada y se sonrojan mientras hablan en un tono muy bajo. Seguimos caminando por el suelo blanco que resplandece. Debieron haberle dado mucha cera para que se quedara así. Pasamos por una gran fila de coches de alta gama. Desde todoterrenos, hasta los coches más deportivos. La mujer se detiene y paramos enfrente de un gran ascensor. Pulsa el botón del ascensor, y en menos de treinta segundos, abre sus puertas vacío. Entramos e inmediatamente en la pantalla digital del ascensor completamente blanco por dentro, suena una voz proveniente de él.
— Señorita Reynold, ¿Donde desea ir? — Pregunta reconociendo a la mujer.
— Piso menos tres. — Responde apenas sin observar la pantalla.
— En seguida llegará a su destino. — Comunica la voz femenina del ascensor. Me quedo totalmente de piedra. Nunca había visto un ascensor así. Ni que hablara ni que tuviera reconocimiento facial. Supongo que es el futuro.
El ascensor deja de descender y me preparo para salir de su interior.
— Señor Sovok, señorita Reynold, gracias por usar nuestros ascensores. — Se despide la vocecita.
— ¿Cómo sabe mi nombre? — Me es inevitable preguntar con intriga antes de salir del interior de este. Adda sale de este y yo imito sus movimientos. Cuando el ascensor se cierra detrás de nosotros, dirige su felina mirada hacia mí.
— Señor Sovok, su nombre está en nuestra base de datos al adquirir uno de nuestros coches de alta gama. Por lo tanto Yanira, nuestro ascensor inteligente, también tiene acceso a su nombre y a reconocer su cara. — Responde sonriendo.
Asiento lentamente procesando toda la información y observo a nuestro alrededor. Estamos rodeados de coches parecidos al que había comprado yo. Adda sigue caminando, por lo que la sigo hasta llegar al final de la sala decorada de un color negro y blanco y de suelo resplandeciente. Veo llegar a Bernard por la misma dirección de la que veníamos.
— Hey Dylan. — Saluda acercándose a mí, nos damos un rápido apretón de manos.
— Señorita Reynold, encantada de verla en nuestro concesionario otra vez. — Le da también un leve apretón de manos.
— El placer es mío, por poder verle más años junto a la empresa. — Agradece sonriendo.
— Gracias por todo Adda. — Responde cariñosamente Bernard. Entonces se giran los dos hacia mí.
— Dylan, permíteme enseñarte la joya de nuestra casa, que ahora es tuya. — Responde. Se acerca a la pared de color blanca en la que me encontraba cerca y pulsa tres veces un interruptor falso. La pared se abre simétricamente hacia cada lado ya aparece una gran puerta de cristal. En ese mismo instante, Adda, teclea algo rápido en su tableta e inmediatamente un coche color negro intenso se eleva sobre una plataforma del mismo color del suelo hacia arriba permitiéndome observarlo detenidamente. Las puertas se abren automáticamente.
Bernard me cede unas llaves automáticas con el lago oficial y yo abro el coche pulsando el botón de desbloquear. Unas luces blancas LED salen de los focos del coche y sonrío como respuesta.
— Es todo tuyo Sovok. Entra en él, Adda pulsará un botón y descenderás al último piso. Donde se te abrirá el portón de salida y ya podrás recorrer las calles e Los Ángeles con el coche. — Me comunica sonriendo y tachando algo en una libreta con el lago del coche.
— Gracias por la cordialidad. — Respondo de la misma manera.
— Señorita Reynold. — Me despido con dos besos en la mejilla.
— Bernard. — Le doy un apretón de manos amablemente.
— Gracias a ti, por comprar la joya de nuestro concesionario, esperamos volver a verte por aquí Dylan. — Se despide sonriendo. Dirijo mi mirada hasta la de Adda, que me mira sonriendo también.
— Vendré por más. — Es lo único que respondo sonriendo y me encamino hasta el coche y abro la puerta apreciando lo suave que está y entro en él.
Al entrar en el coche, un olor a pino inunda mis fosas nasales. Observo mi alrededor, la carrocería es de un color rojo cereza con las costuras negras. Todo era de piel y muy delicado, incluso me da miedo manchar el coche. El exterior del coche es deportivo, con un color negro pulido.
Enciendo despacio el coche sin quitar el freno de manos, y la plataforma desciende lentamente. Y observo más plantas con más coches deportivos.
— ¡Esto parece una montaña rusa! — Exagero para mí y no puedo esconder una sonrisa estúpida.
Cuando la plataforma se detiene, y las puertas transparentes se abren a cada lado, quito el freno de manos y piso suavemente el acelerador, escuchando el precioso sonido del coche.
— ¡Oh sí! — Exclamo al moverme hacia el gran portón que se encuentra abierto. La sala no es como las de arriba, sino que se encuentra totalmente vacía. Me dirijo hacia ella y salgo por la gran puerta.
¡Esto es vida nena!
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MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...