Capítulo 61

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Kenya

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Kenya

— ¡Soy una muy mala persona! — Grito mientras numerosas lágrimas caen de mis ojos. Las retiro con la mano y miro a Kelly, quien me mira de manera apenada. 

— Hey, no pasa nada. Todo va a ir bien. — Intenta consolarme. Pero es que es imposible, aunque le haya pedido perdón decenas de veces, la culpa me oprime. Sé lo que se siente cuando estás enamorado de alguien y esa persona no lo está o te abandona.

— ¡Bueno Kenya basta ya! Le has pedido perdón, él te ha perdonado y habéis quedado como amigos. ¡Pues ya está, deja de darle vueltas! — Grita Kelly. Hunter se sobresalta sentado en el puf y casi se le cae el batido de fresa que hay en sus manos. Suspiro y me tapo las orejas con la almohada intentando que toda la culpa, el ruido exterior e incluso el del interior de mi cabeza, se detuviese. Pero nada.

— Ya lo sé, Kells. Pero eso no significa que no le haya usado para olvidarme de su hermano. Él me quiere, y ese dolor que debe tener en el pecho tiene que ser muy grande. ¿Le has visto las ojeras que tiene debajo de los ojos? Son enormes. — Kelly me mira con una mirada muy consoladora de su parte, se acerca a mí y me abraza, hago lo mismo y varias lágrimas caen de mis ojos, directas a la sudadera de ella.

— Corazón, no llores. Ya ha pasado. Estamos aquí para ayudarte, no te preocupes. — Declara Hunter abrazándome al igual que la rubia. Asiento, susurrando un "Gracias".

(...)

— ¿Crees que encontrará la salida? Es la primera vez que viene a tu casa, Kenn. — Pregunta un poco confundida la rubia. Suspiro pensativa, un poco chocada por todas las cosas que me han pasado estos últimos días. El inesperado encuentro con Dylan, la pelea con Blake, la elección de Kayla y la relación terminada con Derek. Me voy a volver loca.

— ¡Kenya!

— ¡Dime!

— ¡Estás loca!

— ¡Lo sé! — La miro y me es imposible no reirme al ver su cara. Amo estas estúpidas conversaciones con ella. Y con Kayla...

— ¿Me puedes al menos decir qué demonios te pasa? ¿En qué piensas? — Insiste. Respiro fuerte y la observo directamente a los ojos.

— Hecho de menos a Kayla, Kells. Debería creerme. ¿No crees? No me he comportado mal con ella ¿Verdad? - Le pregunto, esperanzada con que comparta el mismo pensamiento conmigo. Ella, asiente de manera frenética antes de contestar mis preguntas. Sinceramente, todo este rollo que nos está envolviendo me tiene hasta las narices. 

— A lo mejor no sabe la historia completa, Kenya. Aunque no me guste repetirlo, nos has estado ocultando cosas, y supongo que ella estará enfadada por eso. Sabes que Kayla ha sido amiga nuestra desde siempre, y más de ti. Creo que, sinceramente tienes que hablar con ella, contarle todo lo que me has contado a mi. Y sincerarte con ella, decirle lo que piensas. Sino, todo seguirá igual. — Dialoga, llevándose toda la razón. Y es que es verdad, no me ha dado tiempo a explicarle todo y completamente todo lo ocurrido de aquella triste madrugada, ni tampoco a disculparme con ella por ocultarle mi relación con Derek. Bien, será mejor que la llame, quedaremos en el Starbucks donde hablaré civilizadamente con ella. Bajo la atenta mirada de Kells, agarro el móvil que descansaba al lado de mi lámpara pequeña encima de la mesa auxiliar. Enciendo la pantalla y lo desbloqueo para, a continuación marcar el número de la peli negra.

— Hey, ¿Qué diablos haces? No te va a coger el teléfono lerda. Sobretodo porque está enfadada contigo. — Me arrebata el móvil en un segundo. Voy a pedirle que por favor me lo devolviera, pero tiene razón, otra vez. No me escuchará, es Kayla. 

— ¡Agh! Es verdad. ¿Entonces qué demonios hago? Tengo que hablar con ella. — Ella me mira con un deje de preocupación. Nunca me he enfadado con Kayla.

— Tengo un plan. En el Instituto, el Lunes. Le pedirás amablemente que hable contigo, y si eso no funciona y no accede, solo te queda hacerlo a la fuerza. — ¿Cómo a la fuerza? ¿A lo Hulk

Kelly sonríe conmocionada y yo asiento sin oponerme a nada. Ojalá funcione, Kayla es demasiado importante para mi. Suspiro aliviada, supongo que era esto lo que necesitaba para dormir un poco. Miro el reloj que llevo en mi muñeca y contemplo con sorpresa la hora.

Son las 12:37 pm. Suspiro, no tengo sueño. Mi teléfono que por ese entonces descansaba en la otra punta de la habitación comienza a sonar. Bufo. ¿Quién me llama a estas horas? ¿Será Kayla o Dylan o quizás Derek? Salgo disparada de la silla hacia el armario, donde por completo augurio lo dejé. Descarto rápidamente las posibilidades de que pueda ser Kayla, Derek o Dylan.

El número inédito de Logan ilumina la pantalla de mi móvil. Hago una mueca antes de responder.

— Logan. — Mi voz suena sorprendida. Llevaba tiempo sin saber noticias sobre él. Me había olvidado completamente de él.

— Hola Kenya. Hace tiempo que no te veo y charlamos, hoy hay mucha gente en el descampado, ¿Te apetece correr un poco? — Su sugerencia suena bastante tentadora. Necesito unos tragos y una carrera para olvidarme de todos mis problemas. Consigue sacarme una sonrisa, tengo ganas, la verdad. ¿Cuánto hace que no cojo la moto? La respuesta es obvia, semanas. Necesito mi dosis de adrenalina como una drogadicta. El sabor y el olor a velocidad me transportan completamente al pasado, al momento exacto en el que fui a buscar a Dylan la madrugada antes de que se marchara.

— Claro, apúntame a una. Me muero de ganas por correr. — Contesto esperanzada. Acaban de arreglarme el día. Oigo su risa a través de la línea y acaba contagiándome.

— Está bien, te esperamos aquí. — Contesto un simple "Ahí estaré", para proseguídamente colgar. Automáticamente mi cabeza se gira en dirección a la rubia, que parece divertida.

— Parece que no vamos a irnos a dormir ahora. — Sonreí victoriosa. Ella ríe y se levanta un momento, abriendo mi armario y cogiendo unos pantalones licra negros, un crop top rojo y una chaqueta negra de cuero, junto a sus botines altos del mismo color. Busco mi mono de licra negro ceñido y me lo pongo, me pongo unas botas altas de tacón y guardo mi móvil en uno de mis bolsillos.

— ¿Estás listas? — Pregunto totalmente preparada. Ella asiente, le paso un casco decorado color dorado que suele ponerse y me pongo el mío. Le doy unos guantes blancos de protección que solía usar antes de comprarme los actuales que acabo de ponerme. Bajamos las escaleras del segundo piso y cojo las llaves de la moto. Abro la puerta de la entrada, pues mi hermano y mis padres duermen a esta hora y no me gustaría tener que explicar hacia donde voy constantemente.

Enciendo la moto introduciendo las llaves y las giro hacia la izquierda, me preparo para subir. Hoy no me pondré el mono de seguridad. Observo a la rubia, que está bastante feliz. Sabe lo que esta pequeña máquina causa en mí. Me subo primero, salgo por la puerta de casa y espero a que Kells también lo haga. Se sube en la parte trasera y me pongo justo en marcha. 

Presiento que esta noche sólo acaba de comenzar.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora