Capítulo 66

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Capítulo LXVI

Kenya

Río como no me había reído desde hacía semanas mientras sujeto la maldita copa, que a mediadas veces ha intentado resbalarse de mis manos.

— Kenya, creo que ya has bebido demasiado. — Le escucho decir. Con pasos felinos, se acerca a mí de manera serena y por un segundo, pienso que me va a besar. Rompo toda ilusión al notar sus verdaderas intenciones; Quitarme la copa. Sus ojos me miran serios, ¿Por qué no simplemente puede relajarse? Astuta, muevo el brazo hacia atrás esquivando las manos de Dylan al mismo tiempo en el que alzo una ceja divertida y observo su reacción.

— Déjame. — Le pido, cuando intenta arrebatarme la bebida de nuevo. ¿Por qué no simplemente disfruta del momento? Me muerdo la lengua para no soltar todo lo que guardo, el alcohol me está ayudando a no decaer delante del señor sabelotodo. Él parece captar mi mensaje y se levanta, alejándose con los mismos pasos felinos de antes hasta la barra sin decir ni mú. Su mirada parece haber decaído en unos segundos. Fruzo el ceño, nos lo estábamos pasando bien, riéndonos de una broma que le gastó a su hermano y de repente actúa de forma bipolar. Me giro en el sofá y clavo mis ojos en él. Rellena la copa con lo que parece ser licor y la vacía de una sentada en él. Oh no, acaba de mezclar bebidas.

— Hey hey, despacio. — Me acerco veloz hacia él y veo ahora lo dilatados que se encuentran sus ojos. Esa mirada de relax y esas ganas de compartir sus recuerdos conmigo parecen haber desaparecido y en cambio ha puesto su típica careta de "Chico sin sentimientos". Sus ojos atraviesan mis pupilas de una forma glacial y yo ya estoy preparada para burlarme aunque sea un poco de él. Pero descarto mis intenciones para escuchar, parece que algo de lo que estábamos hablando, le ha obligado a cerrarse en banda conmigo.

— ¿Qué diablos te ocurrió? Tranquilo, sabes que puedes contar conmigo, Dylan. A pesar de todo lo sucedido entre ambos. Yo siempre voy a estar ahí cuando lo necesites. Y si lo que necesitas es un hombro en el que sostenerte y a alguien para hablar, yo estoy aquí. Si he dicho algo que te ha...

— No Kenya. Y-yo simplemente he estado pensando. — Me interrumpe. Suspiro discretamente y dejo que siga hablando.

— No le he contado esto a nadie. No estoy acostumbrado a hablar sobre mis problemas y mis preocupaciones a otra persona, a lo largo de mi vida me he dado cuenta que yo sí que he estado cuando alguien lo ha necesitado, pero cuando me he visto en el interior de un abismo yo solo, nadie me ha tendido la mano. Entendí que si quería ser fuerte y superar mis problemas, debía no confiar en nadie. — Habla, rellenándose la copa de nuevo. Aunque no me guste la idea de cargar con un Dylan borracho, beber le relaja y me puedo imaginar las decenas de problemas que debe tener como boxeador ilegal.

— He crecido casi solo. Mi hermano se ganaba el pan para ambos de la manera en la que trabajo yo ahora, él intentó mantenerme alejado de este mundo, pero no creí que fuera tan horrendo. Me dije a mí mismo; Vaya, si hago lo mismo que él tal vez podamos vivir más cómodamente. Pero nunca pensé que eso implicaría hacer daño a otras personas que son inocentes. He ganado casas y coches a base de lo que hago. Se podría decir que lo tengo todo, un buen coche, casas y el cuerpo que todo hombre ballena desea. ¿Pero sabes qué? Aún teniendo lo que tengo, no soy feliz. No me he dado cuenta de lo que realmente vale. — Bebe de golpe la copa y la suelta en la barra. Se acerca a mí y acaricia mi mejilla de manera delicada, de repente, sus ojos cambian. Vuelvo a sentirme acogida por él y no lo dudo de nuevo, lo estrecho entre mis brazos. Me devuelve el abrazo sin tapujos y aspiro su aroma. La fragancia que me lleva lejos de aquí, transportándome a otra galaxia en el que existimos solamente él y yo.

— He intentado olvidarte. Pensé que quizás el tiempo, lo curaría todo pero. Mis sentimientos hacia ti no han cambiado nada, sigo sintiendo lo mismo que el primer día. pensé que yéndome a otra ciudad conseguiría paz pero los problemas me persiguen Kenya. O les hago frente, o acabarán por consumirme. Y quiero estar contigo, quiero un tú y yo sin nadie de por medio. — Sus palabras consiguen conmoverme, estoy a punto de desmoronarme delante de él, pero lucho, a mi pesar contra las lágrimas, reteniéndolas en mis ojos. Joder, yo tampoco he dejado de pensar en él ni un día. Pensé que lo había perdido para siempre, me abandonó en un momento crítico de mi vida y me temí lo peor. Me dejó desilusionada y desestructurada con la excusa de que no me merecía. Pero intenté hacerle ver que me hizo feliz y más adicta a la adrenalina, e incluso me contó lo que le pasó a su ex, Dominika.

— Tengo que mantenerte lejos de este mundo, Kenya. Si te pasase algo, yo no creo que pueda seguir mi vida, ¿Me entiendes? — Me habla, agarrando mis mejillas entre sus manos. Lo observo atentamente antes de negar con la cabeza. Mi cerebro ahora mismo es un revoloteo de cables encauzados. ¡No puede afrontar esto solo!

— ¿Qué quieres decir? — Pregunto confusa. Sé que no debo involucrarme en su mundo, pero sé con certeza que él desea más que nada salir y hacer una vida nueva junto a mí.

— Te he prometido un futuro seguro. Te he intentado olvidar para hacer tiempo y salir de toda esta mierda. Pero aún no lo he hecho.

Suspiro y le miro apenada. Entrar es fácil, pero salir es como encontrar una aguja en un pajar. Difícil.

— ¿Y qué tienes que hacer para salir de las peleas ilegales? — No puedo evitar preguntarlo. Necesito saber qué necesita y cómo lo hará. Dylan parece meditar su respuesta y se aleja lentamente de mí.

— Nadie consigue salir con vida de todo esto. Y si lo consiguen, me buscarán y me matarán por deslealtad. — ¿Deslealtad? ¿Cómo que deslealtad? Pero si él solamente pelea y hace carreras. No estamos hablando de pertenecer a alguna banda, ¿O sí?

— ¿Y por qué te irían a matar? No traficas ni eres un "mafioso" ni nada por el estilo. — Destaco la palabra mafioso con mis dedos burlándome quizás un poco del sentido al que le dan a la palabra. Parece soltar un bufido, hastiado, y luego se dirige hacia mí.

— Cuando toda esta mierda comenzó, tuve que elegir, entre la banda del Norte o del Sur. Elegí la del Norte por haber crecido en el Bronx. No sabía en qué me estaba metiendo. Tuve que ver al Jefe, dueño de casi todos los casinos del lado Norte de Nueva York, casas ilegales de citas y contrabandista de Élite. Perjuré que pelearía hasta mi último aliento para hacerle ganar dinero a él a cambio de mi lealtad y su patrocinio. Él me permitiría moverme, hacer terreno y ganar dinero. No es tan fácil, Kenya. Tendría que ficharme alguien legal y alejarme de Nueva York por un tiempo. — Su mirada está perdida. Cardi B suena por toda la estancia haciendo este momento más agitado. Dios mío, no tenía ni idea de que él pertenecía a una banda, y mucho menos que fuera tan poderosa.

Dios mío Dylan, ¿En qué te has metido?

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora