Capítulo 35

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Capítulo XXXV

Kenya

Con el mismo pijama bajo las escaleras quejándome en todo con cuidado de no despertar a los chicos que duermen como bebés en el sofá uno al lado del otro.

Aún no se como voy a arreglármelas para que mis padres no se enterenn de que prácticamente me he muerto y he revivido por arte de magia. Tendré que montarme una paradoja lo bastante creíble para que mis padres no sospechen.

Me acerco a la puerta y la abro. Aún no ha llegado.

Camino despacio saliendo de la puerta, y cojo las dos muletas que estaban al lado de la puerta y cierro la puerta silenciosamente. Camino con las muletas dando saltitos hasta llegar a la puerta de la entrada, donde está aparcada mi moto.

Ya tengo ganas de quitarme estas incómodas vendas y de sentirme libre en ella.

Saco mi móvil de mi bolsillo trasero mono y reviso las llamadas. Pero ninguna llamada ni mensaje por parte de él.

De repente escucho un motor rugir y automáticamente sé que es su Audi. Giro la cabeza hacia la dirección del sonido. Aparca justo al lado de la puerta. La puerta del piloto se abre y me deja escuchar una canción de Trap que actualmente se lleva bastante. Y sale él con el pelo totalmente peinado hacia atrás y con sus típicas gafas puestas, con un jersey blanco por los codos que me deja ver parte de los tatuajes de su brazo. Unos pantalones negros rasgados por la rodilla y unas zapatillas negras.

Lo veo poner el bloqueo y el seguro al coche y caminar hacia mí. Aún no me creo que se quiera ir. Parece algo totalmente irreal. Ayer estábamos hablando normal y hoy todo lo contrario. Cruzo mis brazos sobre mi pecho y lo miro seriamente.

— ¿Qué quieres que te explique, Kenya? — Me pregunta, imitando mi posición.

Mis ojos empiezan a escocer y inmediatamente me pongo lo más neutral posible para no llorar delante de él.

— Dime que ha pasado Dylan, si te has cansado de mí, o porque has encontrado a alguna que se revuelque contigo porque yo no lo hago. Ya sabes, algo que me explique el por qué te has querido ir sin decirme nada. — Mis ojos luchan contra los sentimientos de mi corazón para no llorar y parecer patética. No puedo ver sus ojos, porque sus gafas me lo impiden.

El silencio reina en la calle ya un poco a oscuras. Pasan aproximadamente un par de minutos hasta que al fin decide abrir la boca. Así que era eso, su silencio lo delataba.

— ¿Así que era eso no? ¿Estabas con otra chica y por eso ya te importo una mierda, no? — No puede negarlo. En este instante de silencio por parte suya me ha roto interiormente.

— No es eso Kenya. Jamás te sería infiel. — Me dice acercándose a mí, pero me niego a que me toque un pelo.

— ¡No! ¡No te acerques a mí! — Exclamo, advirtiéndole mientras miro el suelo y niego con la cabeza.

No me lo puedo estar creyendo, después de todo lo que ha pasado entre nosotros.

— Déjame explicarte, nunca te haría eso. — Habla alterado.

— ¡¿Y entonces qué mierda es?! — Le pregunto a punto de llorar.

Él se lleva las manos a la cabeza y se quita las gafas negras. Sus ojos están rodeados por un color morado y me doy cuenta de que tuvo una pelea.

— No soy bueno para tí, ¿No te das cuenta? Soy un maldito diablo y tú, tú eres un ángel, no podemos estar juntos. No soy eso que tú crees... — Observa el suelo mientras una lágrima sale de sus ojos.

No me puedo resistir, así que empiezo a ver borroso y siento cómo varias gotas salen rebeldes de ellos.

— ¿Ya has olvidado lo que me dijiste? — Le pregunto desanimada.

— Me dijiste que me ibas a proteger, que ibas a ser mi guardián, que me ibas a querer siempre. ¿Qué ha pasado con eso, Dylan? ¿Qué ha pasado con esas promesas? — Las lágrimas no tardan en salir más a menudo y  mi rostro se humedece al instante.

— Kenya, no puedo hacer nada de eso, mira, por mi culpa tu estás así, eso es por mi culpa, si yo no hubiera tenido ninguna maldita pelea y hubiese estado contigo en el concierto tu no estarías en este estado. He fracasado, no te merezco ni una mierda, ¿Y las peleas? No te puedo meter en este mundo de mierda en el que estoy metido. Tú eres todo lo contrario a mí, no merezco tenerte para mí. — Habla, acercándose lentamente a mí. Esta vez no me aparto.

¿Enserio él se sentía culpable de lo que ese loco maníaco me había hecho?

— No te tienes que sentir así, yo me fui con Derek, fue mi culpa que me pasara eso, sabía el riesgo que corría y sobrepasé los límites.Reclamo para que no sintiera de esa manera, porque es todo por mi culpa.

— Kenya, no soy bueno para ti, por eso me fui sin decirte nada, no quería tener que ver esta conversación en persona, no quiero tratarte mal. Pero entiende que, no estamos hechos para estar juntos. — Dice de manera neutral. Su voz triste y amargada resuena por mi interior destrozándome por dentro. Las ganas de llorar más fuerte me inundan y así lo hago, no me opongo ni intento resistirme.

— No eres una mala persona, Dylan. Eres el chico más increíble que he conocido en mi vida, eres todo lo que necesito, solo a ti, la manera en la que me haces sentir es increíble, no pido nada más que eso, tu amor y compañía. — Le hablo intentando que entre en razón, mirándolo fijamente a los ojos.

— No necesito nada más. — Acabo, él está en frente de mí totalmente pegado a mí cuerpo. Pongo mis manos en su cara cubriendo y acariciando su mejilla.

— Kenya, no creo poder hacerte feliz. — Me dice apartando mis manos.

— ¿Ésto se ha acabado entonces? — Le pregunto con un tono dolido.

— Me marcho a otra ciudad, no puedo seguir aquí. No me merezco nada. — Sentencia separándose de mí. No por favor...

Es diferente, ya no es ese chico fuerte e intimidante que conocí hace unos meses.

— Kenya, yo, lo siento. Pero no quiero que seamos nada más. Lo mejor que podemos hacer es dejarlo. — Me dice, a una distancia prudente. Mi corazón se parte en mil pedazos cuando lo escucho decir eso.

— No estamos destinados a estar juntos. — Sentencia sacando las llaves de su coche.

Mis ojos rápidamente vuelven a ponerse borrosos y vuelvo a llorar como una patética delante de él.

— No te voy a manchar de negro. — Dice despidiéndose de mí. Abre la puerta del piloto y antes de entrar me mira de una manera un tanto dura que me hunde aún más por dentro.

Hace sonar el coche y sale disparado en él, desapareciendo de mí vista y dejándome ahí plantada.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora