Capítulo LIIIX
Dylan
— ¡Más deprisa Sovok! — Grita Paul, mi entrenador actual de boxeo.
Acelero los movimientos que empleo con los puños hacia el saco de boxeo que él está sujetando.
Me concentro aún más. Necesito ganar más peleas si quiero vivir bien después. La gente no es consciente de lo mucho que se gana haciendo esto. Quiero que algún reclutador de boxeo legal me reclute. Y así dedicarme a ello sin tener que huir de la policía.
Desgraciadamente tengo que regresar a Nueva York para una pelea Gold a la cual he sido invitado para luchar contra "El Renegado". No sé qué imbécil es pero me esforzaré para romperle la cara y ganar.
Espero no cruzarme con ella.
Cierro los ojos por un instante y un viento interno sacude mi pecho calentándolo mientras un escalofrío me recorre la columna vertebral.
Pensar que es posible que vea a Kenya me sacude por completo.
— ¡Eso es!, ¡Sin perder la intensidad de los golpes Sovok! — La voz estruendosa de Paul me devuelve a realidad y me veo obligado a seguir con la misma intensidad que cuando estaba pensando en ella.
— ¡Ve bajando poco a poco! Ahora quiero verte lento pero con golpes fuertes! — Asiento e intento hacer lo que me ha dicho. Dos derechos y un izquierdo, dos derechos y un izquierdo. Luego dos izquierdos y un derecho...
Al cabo de unos tres minutos Paul grita el "Por hoy es suficiente". Bufo al parar y siento que me duele todo.
Eso es que lo he hecho bien. Cojo aire por la boca y luego lo suelto. Me dirijo a los baños. Me ducho y me voy. El entrenamiento de hoy ha sido duro. Juraría que me duelen casi todos los músculos de la espalda.
Mi móvil comienza a vibrar en el bolsillo de mis pantalones. Lo saco con la mano libre que tengo, ya que la otra está sujetando la bolsa de deporte mientras camino. Deslizo la pantalla y pongo el altavoz.
— Dylan. — Contesto. No me ha dado tiempo a ver quién es.
— Hermano, tengo unas fotos para ti. Son un poco curiosas. — Le oigo resoplar al otro lado.
— ¿De quién son Darell? — Río para que desembuche de una buena vez.
— Kenya. — Mi sonrisa desaparece al instante. Darell es un viejo amigo, es de la policía secreta y hace unas semanas que le encomendé que la siguiera de cerca y la protegiera sin que ella se percatase.
— ¿Sovok, sigues ahí? — Pregunta segundos más tarde.
— Esta tarde en tu casa y sin falta. Necesito esas fotos. — No le doy la opción de hablar más y cuelgo. Me dirijo hasta casa, me pondre y el uniforme del instituto e iré. Ya que las clases empiezan a las nueve y son las ocho y media de la mañana. Y encima hoy tengo exámen.
(...)
— Entreguen los exámenes. — Acabo la palabra y pongo el punto. Cuando la vieja barrilona viene hacia mí, le doy el exámen a la señora Murder y al tocar la campana, me levanto para irme a la clase de Filosofía.
— ¿Dylan? — Mierda. Me giro para mirarla a la cara.
— Kelly, ¿Qué haces aquí? — Me acerco a ella para abrazarla, hace tanto que no la veo. Bueno, a todos.
Al acercarme a ella, me lanza un puñetazo en el estómago que me hace crear una mueca de dolor.
— Eres un imbécil. Cómo tienes la jeta de abandonarnos y luego ser tan cínico como para venir a darme un abrazo. ¿Crees que no se me ha olvidado?, ¿Crees que alguno de nosotros cinco se ha olvidado? — Sus ojos me dejan ver la rabia con la que me lanza esas palabras. Y me las merezco por ser tan cobarde. Me he comportado como un rotundo imbécil.
— Ojalá algún día podáis perdonarme. — Después de mirarme de manera fría, se gira y comienza a andar hacia el lado contrario al que estoy yo.
Y es que tiene razón. Me he ido, dejándolo todo atrás, abandonando a personas sin culpa de mi vida personal. Ahora mismo me merezco que me juzguen como a Jesús y me cruzifiquen.
Suspiro. Sigo caminando hasta la siguiente clase.
(...)
— Tío, pensaba que no ibas a venir. — Darrell abre una botella de licor y me da un poco en un vaso pequeño.
Nos lo bebemos de una sentada y dejamos los vasos en la mesa de centro.
— Mira tío. — Se estira para coger un sobre blanco que estaba en la mesa de centro y lo abre enseñándome la primera foto. Siento que mi ceño se frunce notablemente.
— ¿Dónde has hecho las fotos? — Le pregunto sin despegar los ojos de la cara de mi hermano besando a Kenya.
— Te sorprenderá saber que fue en las peleas gold. Tan rápido las hice cogí el primer vuelo hasta L.A para enseñártelas. — ¿Mi hermano ha subido de rango?, Vaya.
Ha aprovechado que me he ido para ligársela. Cuando lo vea le voy a romper la cara.
Dejo la primera foto en la mesa y observo las demás. Son iguales, pero en la última Kenya sale sorprendida mirando hacia la cámara y Derek sale enfadado.
Sonrío de lado.
— Muchas gracias Darrell, te has jugado el pellejo para hacerlas. — Le dejo un fajo mediano de dinero en la mesa y le doy una palmadita en la espalda.
— Ha sido un placer trabajar para tí, Dylan. — Responde antes de que me ponga la chaqueta. Asiento.
— Ah, y un consejo de socio a socio. Tienes que ganarte su corazón si la amas. No puedes llegar así como así de la nada después de haberte largado de allí como si ella fuese tuya. Ahora te va a costar aún más. — Me aconseja. Me lo tomo de hermano a hermano y me despido de él antes de salir por la puerta y cerrarla detrás de mí.
Los músculos de mi espalda se tensan. Esto me pasa por cobarde y por imbécil. Me lo merezco. Gruño fuerte y estampo mis manos con fuerza derrotado al volante.
Necesito pensar profundamente.
Conduzco rápidamente hacia un bar cercano. Entro y me siento en la barra, donde Emma al verme sonríe ampliamente y me sirve whisky.
— ¿Qué te trae por aquí Dy? — Sonríe como el primer día que vine por aquí, desde ese entonces es en la única en la que puedo confiar.
— Necesito pensar y beber algo, Vodka por favor. — Levanto los hombros antes de mirar a la rubia que tengo delante.
— Enseguida. — Con movimientos rápidos prepara la bebida y me la deja en la barra.
No he dejado de pensar en ella desde que la abandoné. Su rostro, sus besos, la calidez de sus labios, esos ojos celestes...
No puedo más. Voy a volverme completamente loco si no la vuelvo a ver. Echo de menos su voz. Me he comportado como un imbécil al irme de Nueva York. He abandonado a Bryan y a Blake. Al menos tendría que haberles avisado. Y a Kelly y a Kenya, dos grandes chicas que le han robado el corazón a mis dos amigos idiotas.
Inspiro y expiro fuerte. No me creo lo que voy a hacer. Debo volver a Nueva York, aunque sean solo los fines de semana. Necesito disculparme con ellos.
— Ponme otra. — Le pido a la otra camarera de piel oscura que me asiente al momento.
(...)
Conduzco lo más rápido que puedo la autopista no está muy transitada y puedo acelerar tanto como pueda. Bueno, eso no es verdad, hay límites pero me da igual.
— Ojalá podáis escucharme. — Aprieto el acelerador con fuerza.
Ya puedo ver el cartel que da la bienvenida a Nueva York y no dudó en sonreír.¿Por qué he huido?, Si cuando estaba con ellos era muy feliz. No me faltaba de nada y no paraba de reír y divertirme.
Pienso recuperaros a todos.
ESTÁS LEYENDO
MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...