Capítulo setenta y cuatro

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-Entones, ¿cómo es la vida en Los Ángeles?- Me atrevo a preguntar. Él alza la mirada de su vaso y clava sus ojos en los míos. Toma un sorbo rápido y abandona la copa de cristal en la mesita auxiliar caoba que hay a su derecha. Sus músculos parecen relajarse bajo su camiseta. -. Normal, aunque las personas son más tajantes que aquí. Hay el mismo nivel de riqueza que aquí, pero la gente tiene mucho más cuidado al meterse en problemas. Prefiero Nueva York, ya lo sabes- Asiento escuchando cada palabra que sale de su boca. Tomo un trago de mi Vodka con tónica permitiendo un ardor intenso conocido en mi garganta. Sin duda el Vodka es mi alcohol favorito. El Whisky nunca fue lo mío, es muy fuerte y demasiado violento, la verdad es que admiro a todas esas personas que se lo beben.

-Kells me ha comentado que te has apuntado a un buen instituto- Abro conversación para que se desenvuelva. Necesito saber que cosas hace allí.-. Vaya, estás curiosa tú hoy, ¿eh? - Una pequeña risotada se escapa de mi boca y bebo más Vodka.

-Sólo quiero saber más cosas de ti, ¿sería eso ser demasiado curiosa?- Le hago saber, diciéndole la verdad observándolo directamente a los ojos con una sonrisa pícara plantada en mis labios. Él sonríe de lado y toma otro sorbo de su copa estirando el brazo para agarrarla. O estoy bebiendo demasiado en tan poco tiempo, o este hombre es demasiado candente para tenerlo delante.-. He estado intentando salir de toda esta mierda sin salpicar, pero está siendo más complicado de lo que pensé, siento que no puedo. Hablé con el cabecilla de todo esto, pero aún sigo perteneciendo a esto ¿sabes? Hasta que no acabe el instituto este año y acabe la universidad no lo puedo dejar, Kenya- Su voz suena igual de nostálgica que aquella madrugada cuando lo dejamos. Mis ojos viajan a su copa de nuevo, cual está completamente vacía. Me levanto en silencio y bajo su atenta mirada, le tiendo la mano para que me dé la copa. Él me la tiende y camino lo más sensual posible que puedo hasta la cocina a unos cuatro metros de los sofás para rellenar las dos copas.

-¿Ginebra?- Pregunto. Él tiene razón en verdad. No es como yo, que tengo dos padres que me sostienen mientras estudio, sus padres lo abandonaron junto a su hermano hace bastante y cuando falleció su abuela no tuvieron más remedio que luchar por vivir. Tengo muchas ganas de ayudarlo, de darle dinero si hace falta, incluso podría vender el Lamborghini si así puedo hacer que él deje este mundillo de las peleas ilegales.

-A ti- Unos brazos cubiertos por un jersey me abrazan la cintura y unos labios depositan un beso mojado en el cuello que me electrifican el cuerpo al instante. Trago duro, si juega a besos en el cuello no me podré contener a él. Me mantengo estática en mi sitio y la botella de Black Death se me resbala de las manos de los nervios, espero el impacto estruendoso. Pero eso no llega a ocurrir jamás ya que Dylan alcanza la botella antes de que caiga.-. Vaya, cualquiera pensaría que te erizo con tan solo acercarme- Trago duro con las mejillas crispadas y evito su mirada por unos instantes.

Eso es decir poco, si él supiera...

Se endereza a menos de un metro de mí con la botella de Ginebra en la mano derecha, se muerde ligeramente los labios y en un abrir y cerrar de ojos me tiene acorralada contra la encimera después de haber dejado a un lado la botella. Me hago enana en comparación con él. Mi trasero se mantiene pegado al canto de la encimera, me sostengo manteniendo las manos hacia atrás mientras que él con las suyas las cubre echándose hacia delante, quedando a muy pocos centímetros de mis labios.

Su respiración es intensa e inquietante que me eriza hasta lo que no está escrito, mi vientre bajo empieza a palpitar lentamente y mis pulsaciones comienzan a acelerarse. Ya había estado en esta situación con él anteriormente, pero no sé cómo explicar el ambiente de ahora. Hay lujuria y ganas acumuladas y creo no ser lo suficientemente fuerte para detenerlo. Es más, a la mierda el hacerse la dura, me muero por saber hasta donde quiere llegar. Acerca peligrosamente su rostro al otro lado de mi cuello y lentamente deposita otro beso mojado provocándome un gemido, sorprendiéndome. Mi yo pícara está aporreando con fuerza mi vientre bajo recordándome la calentura que me está provocando este hombre.

-No sabes lo mal que me tienes...- Ronronea cerca de mi oreja. Otro escalofrío recorre mi cuerpo y me pregunto porqué me sigue tentando y castigando así. Muero por que me bese. De un arrebato me levanta brutalmente y me deposita sobre la encimera blanca quedando a la misma altura que él. Sus manos aprietan mi cintura y ardo, ardo de deseo. Jadeo y junta sus labios con los míos con desesperación y ansias, sigo su beso e instintivamente llevo mis manos detrás de su cabeza empujándolo más a mí. Me separo cuando me quedo sin aire para atrapar oxígeno jadeando. Tres segundos después y ya está sobre mis labios de nuevo. Nuestras lenguas se entrelazan y comienza una guerra que acaba ganando él.

Vuelve, jadeante a separarse y de manera entrecortada lleva sus labios a mi cuello de nuevo y baja hasta que la camiseta le impide seguir. Gruñe desesperado y me observa para que le de permiso a seguir. Sin pensármelo dos veces asiento y él delicadamente levanta el borde de mi crop top negro y me lo quita, dejándome en sujetador. Me contempla expectante, maravillado y se cuela entre mí para atrapar mis labios con deseo y pasión. Tengo tantas ganas de ser suya, de que me tome, que no pienso en absolutamente nada ni nadie más que no seamos nosotros dos. Sus labios expertos, besan mi vientre y sube hasta que llega a mis pechos y besa el espacio de en medio que las separa una de la otra. Echo hacia atrás mi cabeza disfrutando de sus caricias intentando ocultar el ansia y el placer que cuatro besos me están provocando. Muero fusionada en el círculo vicioso de sus besos. Ladeo la cabeza y lo observo hacer, quiero ver sus tatuajes, tocarlos...

Mis manos viajan hasta el borde de su jersey para alzarlo lentamente, él retoma mis labios de nuevo esta vez con más calma y mordiéndome el labio inferior provocando otro gemido por mi parte. Se separa unos instantes para pasar su cabeza por el jersey negro para quitársela y de un movimiento, la prenda vuela por alguna parte e instintivamente llevo mis manos a su pecho, sintiendo la dureza de estos. Su pecho tatuado se encrispa bajo mi tacto. Me abraza la cintura y besa mis pechos. Mi vientre bajo palpita como los intermitentes de un coche en espera a él, gruño de lujuria perdida. Me apresuro y desabrocho mi pantalón y con el empuje de mis pies me quito las botas escuchando cómo caen al suelo. Dylan me ayuda con el pantalón de licra y me lo quita dejándome en ropa interior. Solamente con el sujetador rojo cereza y el panty del mismo color.

-Dios, no sabes lo perfecta que eres joder, ¿estás segura de que quieres seguir?- Asiento rápidamente convencida. Si quiero perder mi virginidad no hay nadie mejor que él. Nos queremos y nos escuchamos, y quiero dar el paso. Retoma mis labios y acaricia mis caderas empujándome hacia él. Delicadamente agarrándome y sin separar sus labios de los míos me alza sobre él. Me engancho en él como un perezoso a un árbol para evitar escurrirme. Camina conmigo encima y dejamos la cocina regresando al pasillo del Hall y gira hacia el otro lado comenzando a subir unas escaleras interminables. Pobre, peor que unas sentadillas...

Jadeo rebotando por sus movimientos e incluso me entra la risa al verlo tan concentrado subir las escaleras como si fuese su objetivo. Sus músculos se tensan y se siente duro debajo de mí.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora