Capítulo setenta y seis

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Un casto beso acaricia mis labios e inevitablemente abro los ojos encontrándome con él sonriente. Instintivamente sonrío al recordar lo que hicimos en la madrugada y me sonrojo. Su codo derecho descansa apoyado en el colchón sosteniéndolo, mientras que su otro brazo en especial su mano, alcanza mi mejilla y la acaricia. Su tacto me produce un inmenso placer y felicidad que me es inevitable temblar. Él muerde su labio inferior sin despegar su mirada de la mía.

—Me encanta como reaccionas cuando te toco, eres mágica Kenya—Responde observándome. Su cuerpo se abalanza sobre mí sin despegar sus ojos de los míos y siento de repente sus labios en mi cuello y no puedo evitar soltar una carcajada porque me produce cosquillas. Él despega sus labios de mi cuello y los lleva a mis labios, uniéndonos en un beso suave y delcado. Lo amo tanto, que todo esto aún me tiene en shock.

Hemos pasado por mucho, Kevin consiguió separarnos durante un tiempo, y a pesar de que Dylan me salvara, él se sentía culpable de alguna manera. Decía no ser apto para ser mi pareja porque su vida es peligrosa. Peligrosa por los hombres con los que trabaja, peligrosa porque pelea ilegalmente, y peligrosa porque cualquiera puede ser su enemigo.

Tengo muchas ganas de acabar el curso, de entrar en la universidad junto con él. Y deseo con todas mis fuerzas que algún día pueda dejar este trabajo y proporcionarme tranquilidad. Duele saber que la persona a la que amas arriesga su vida cada vez que se sube a ese Ring, que en cualquier momento puede irrumpir la policía y que en ese instante correr para salir de allí y que quizás él no lo consiga. Estados Unidos se toma muy en serio las leyes y a la mínima ya te caen unas cuantas décadas o una cadena perpetua.

Por eso, aunque ahora estemos muy bien, tengo miedo de que dure poco. Porque hay peligros por todas partes.

—Te quiero, Dylan—Susurro cuando acabamos de besarnos. Él sonríe y yo le imito inconscientemente, reparte besos por mi cara, como si fuera una niña pequeña.—. Yo te quiero más, cariño—Sus palabras sacuden mi corazón a mil por hora. Me abraza fuerte y suspira tranquilamente.

(...)

El teléfono de Dylan suena repentinamente vibrando sobre su mesita de noche. Suspiro tranquila y me apresuro a alcanzarlo para mirar un número desconocido en la pantalla. Me levanto de la cama y bajo las escaleras rápidamente.

—Dylan, te llaman— Entro a la cocina y encuentro a Dylan acabando de hacer un batido de fresas. Gira su cabeza atrapando mi mirada y me acerco a él para tenderle el teléfono sobre su mano. Le deposito un beso rápido en los labios y vuelvo por donde he venido. Pero como soy demasiado curiosa, me quedo en el principio de las escaleras.

—¿Quién es?—La voz de Dylan es de irritación.—. Dime Ruslov. Hace tiempo que no me hablas cabronazo, ¿sabes lo mal que lo pasé cuando ella murió?—¿Qué? ¿Quién es ese o esa tal Ruslov? ¿Ella? ¿¡No estará hablando de Dominika!? Me escondo un poco más escuchando atentamente.

—¿Viene a Nueva York? Ni hablar. No volveré a competir contra ese gilipollas. ¡Tendría que estar muerto por haberle hecho eso a ella! ¡¿Cómo cojones tienes tanta cara de llamarme después de lo que pasó?!—Me tapo la boca con una mano, intentando unir todas las piezas de este puzle de información.

—¡Escúchame imbécil, como me vuelvas a llamar para estas gilipolleces te encuentro y te mato! No quiero saber absolutamente nada de ti, hijo de puta. Después de todo lo que hice por tu estúpido negocio y dejaste que una persona inocente muriera. Me defraudaste cuando te creí amigo mío, teníamos un trato, y tú te lo pasaste por la punta del nabo. Y por tu culpa ese mierda sigue suelto. ¡No me llames más, o verás!— Luego silencio. Subo las escaleras en máximo silencio bajo mucha presión por el miedo de que se me escuche. De repente escucho un golpe cerrado y deduzco que Dylan ha lanzado el movil en la encimera de mala gana. La máquina de hacer jugos vuelve a escucharse y me apresuro para acabar de subir las escaleras y entrar en la habitación.

Mi cabeza ahora mismo está en proceso de digestión. Sí, procesando toda la información. Ruslov, por como le ha contestado es alguien con quien ahora mismo no tiene relación, es más, yo diría que le tiene algo de manía o algo por ese estilo. "Ella" parece referirse a Dominika, su ex. Pero no quiero empezar a carcomerme la cabeza intentando adivinar si se trata de ella o de otra chica. Pero algo me huele a que es ella. Un golpecito en la puerta me saca de mis pensamientos y dirijo inmediatamente la vista hacia Dylan que acaba de abrir la puerta y camina hacia mi con una bandeja color madera y con un desayuno compuesto por dos jugos de naranja, cuatro tostadas con mantequilla y dos magdalenas.

Aunque la conversación me tenga un poco preocupada, sonrío al verlo acercarse a mi por el esfuerzo de haber hecho el desayuno.

—El desayuno my lady—Vuelvo a sonreír inconscientemente y se sienta a mi lado, depositando la bandeja sobre mis piernas. Después de varios minutos desayunando mientras vemos las noticias, me lanzo.—. ¿Quien llamaba antes?—Suelto intentando aparentar lo más serena posible. Observo sus facciones y en especial sus ojos. El tarda un instante en responder.

— Nadie, se debieron equivocar—Mis cejas se alzan y lo vuelvo a observar.

—Dylan, he escuchado la conversación. No me tomes por una imbécil— Respondo de manera tolerante. Suspiro con pesadez y me cruzo de brazos dejando de comer.—. ¿Has estado cotilleándome una llamada?—Su voz suena algo exagerada y salto de nuevo.

—¿Debo preocuparme de lo que estuvieras hablando? Son tus cosas, y no me gusta meterme. Pero te he escuchado insultar a ese tal Ruslov. Se supone que somos una pareja, y que tienes mi apoyo en todo y que puedes contarme lo que te preocupa, ¿no crees?— Gira la cabeza hacia el otro lado y asiente. Me vuelve a mirar y suspira rendido.—. Dylan, somos un equipo. Te quiero y puedes contar conmigo para lo que necesites— Él se acerca al instante a mi vera, con cuidado de no tirar la bandeja y atrapa mis labios con los suyos, fundiéndonos en un beso lento y lleno de sentimientos.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora