Capítulo IIILKenya
Llego al estacionamiento del gimnasio, aparco en una zona libre de motos y apago la moto. Me quito el casco y entro al gimnasio pasando por las mini puertecitas que se activan para dejarte entrar con una pulsera. Saludo a Mack, el dependiente detrás del mostrador y busco una taquilla libre dentro del baño del gimnasio. Saco el móvil, los auriculares, la toalla pequeña, los guantes y dinero de la cartera. Meto la mochila en la taquilla y el casco de la moto, que milagrosamente cabe perfectamente. Saco una botella grande de agua de una máquina al lado de las taquillas y salgo del inmenso baño.
Evito mirar a varios chicos que levantan mucho peso con unas camisetas "Tirantes". Como las llamo yo. Subo las escaleras hacia la zona de cardio. Y diviso una cinta de correr, ya que las otras once más las elípticas están ocupadas. Sin mirar a nadie, camino hasta la máquina, dejo la botella y la toalla en los "posa-cosas" y conecto los auriculares por bluetooth al móvil y pongo el modo aleatorio y suena al instante Ring de Cardi B y Kehlani. Coloco el móvil al lado de la botella y enciendo la máquina comenzando a caminar unos minutos. Me relajo con la música y empiezo a trotar subiendo la intensidad.
En el instante en el que aumento la velocidad, un recuerdo de Dylan y mío llega a mi mente como una bomba nuclear.
— ¿Te acuerdas de cuando te dije que te quería? — Sonrió dándome una rosa de color amarilla .
— Claro que me acuerdo... ¡Qué bonita es! — Grité sorprendida por el detalle. Agarré la flor con delicadeza y la llevé directamente a mis cosas nasales, respirando un suave aroma que me hace cerrar los ojos.
— Lo decía de verdad enana, te has vuelto tan importante para mí en tan poco tiempo, que dudo que me separe de ti algún día. — Me abraza por detrás, atrayéndome a su cuerpo. Mientras observábamos el atardecer debajo del enorme Sauce. Esa tarde Dylan y yo habíamos hecho peyas para estar juntos saltándonos las clases. Habíamos ido a comer helado, e incluso me había regalado otra pequeña pulsera con nuestras iniciales. D&K.
Luego de alejarnos de la ciudad llegamos a una colina, donde se veía Nueva York perfectamente, y después de comer unos bombones y hablar de todo nos sentamos debajo del enorme árbol en silencio mientras nos dábamos suaves caricias y besos llenos de amor.
La realidad me golpea con los puños cerrados y vuelvo al aquí y al ahora. Sacudo mi cabeza sintiendo un agudo nudo en la garganta y pierdo el equilibrio encima de la máquina de correr, resbalando hacia atrás y cayendo al suelo de culo. Todo pasa tan rápido que ni me doy cuenta de que un hombre se ha agachado a ayudarme.
Cuando alzo la vista me encuentro con quien no me esperaba.
Derek Sovok.
Espantada al segundo me levanto del tirón y doy unos pasos hacia atrás sin poder creérmelo.
— Kenya. — Susurra acercándose a mí con cautela.
— ¿Te encuentras bien? — Sus palabras, su voz me desconcertaba, me hacía viajar al momento antes del secuestro de Kevin, y a todo lo que conllevó después. Casi sin poder moverme del sitio, me lanzo a sus brazos como una niña a la que le han robado la piruleta.
— Se ha ido... — Sollozo escondiendo mi cara en su pecho.
— Ven, aquí no es seguro hablar. — Me aconseja llevándome a no sé dónde.
— ¿A dónde me llevas? — Le pregunto con lágrimas en los ojos.
Por un segundo me pierdo en esos ojos color avellana.
— A un sitio donde podamos hablar con más tranquilidad, un sitio que solo conozco yo. — Dice sin dejar de caminar.
Me aparto con cuidado de su cuerpo y dudo en si ir con el de nuevo. Ya que la última vez, acabamos todos mal. Él me tiende la mano como la última vez y la tomo caminando a su lado.
— Ha tantas cosas que tengo que contarte Kenya. — Dice rascándose la nuca mientras me observa.
Yo simplemente asiento. Él me guía hasta su coche. Un Porsche GT Carrera color rojo oscuro. Subo de copiloto y el de piloto. Enciende el coche y salimos del parking a una velocidad prudente.
— Ha llegado a mis oídos que se ha ido de Nueva York y que ahora está en Los Ángeles. — Dice cambiando de marchas y aumentando la velocidad.
Mi corazón siente una sacudida al escuchar sus palabras, que me hiela el cuerpo. ¿Por qué tan cerca pero tan lejos a la vez Dylan?
Mis impulsos por decirle si sabía más de él son incontrolables. Pero incluso antes de soltar algo, Derek ya lo ha notado.
— No sé más de él, pero tengo contactos allí. — Dice separando su mirada de la carretera por unos segundos para mirarme.
— Él decidió olvidarme Derek, sin motivos, pero lo hizo. Así que ahora me toca olvidarlo a mí. — Digo sin creerme ni mis palabras.
— Siento lo que haya pasado entre vosotros. También siento haber sido un completo imbécil Kenya. — Respira hondo con pesar.
— No tiene importancia, ya ha pasado. — Respiro yo de la misma manera.
— No sabía que entrenaras en ese gimnasio. — Comento aún sorprendida de habérmelo encontrado. Él se gira y sonríe. Aunque Derek y Dylan sean tan diferentes físicamente, hay algo que me recuerda a él en sus ojos.
— Después de lo que pasó aquella noche y el haber estado en un hospital durante dos meses, di el paso de seguir entrenando para las peleas ilegales. Se maneja mucho dinero Kenya. Y mientras la policía no nos pille, ahí voy a seguir. Por lo menos hasta conseguir ser legal. Y por eso me apunté al gimnasio más cercano a mi casa. Necesitaba volver a mi rutina para pelear. — Dice expresándose con las manos de vez en cuando. Dejando de atender en algunos segundos la carretera para mirarme a los ojos. Yo asiento convencida y le sonrío de vuelta.
— Dylan te ha hecho mucho daño Kenya. Te ha metido en nuestro mundo. Y eso es peligroso, ahora todos saben que estás involucrada con él. — Comienza a decir con pesar.
— Él nunca me quiso Derek. Él mismo me lo ha dicho. — Intento reprimir el nudo que se me ha formado en la garganta. Uno que duele que ahoga.
— Dylan es un idiota. — Suelta esas palabras con desdén antes de parar el coche delante de un polideportivo viejo. Y ahí nos quedamos, dentro del coche. Se inclina para depositar un beso en mi mejilla izquierda dejándome en shock.
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MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...