Capítulo 40

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Dylan

Ella me besa con tanta necesidad. Cómo si me fuera a ir y jamás me volviera a ver.

Realmente esa es la realidad, esto es una despedida que no quería que pasara, que llegar a hacer esto. Ella para mí se había convertido en la persona más importante mi vida en tan pocas semanas. La manera en la que ya me cuida tan delicadamente es increíble. Me había dejado querer otra vez, era tan surrealista.

Porque no quiero que le pase lo mismo que a Dominika. Y va por el mismo camino.

Así que lo mejor es que me despida de ella y que tome las riendas de su vida sin mí. Yo solo soy una distracción para ella.

— No quiero que te vayas Dylan. — Me dice abrazándome fuerte.

— Yo tampoco Kenya, pero no puedo ser querido con nadie. — Le digo evitando sus ojos.

— ¿Por qué lo haces? Sé que no es solo por él "no soy bueno para ti". — Dice convencida atrapando mi mentón y obligándome a mirarla.

— Siempre vas a poder confiar en mí. — Dice preocupada. Me acomodo al lado de ella y miro hacia el frente.

— Ella se llamaba Dominika. Su familia era rusa, como la mía, sus padres eran grandes socios de mis padres, nos trajeron aquí, a Estados Unidos para acabar el instituto con buena ética. Entonces yo tendría unos quince años y ella igual. Era rubia, de unos ojos color azul marino y una sonrisa que no he olvidado aún. Éramos dos críos entonces. Como nadie nos vigilaba y teníamos todos los gastos pagados para todo a veces hacíamos peyas y no íbamos al instituto, un amigo que recientemente había conseguido, empezó a enseñarme a conducir. Drift, Rally y poco más, haciéndome el rey de las carreteras de Nueva York Introduciendo a Dominika conmigo. No sabía que detrás de las carreras se jugaba mucho dinero, la gente apostaba por mí. Ella era mi debilidad, poco después empecé una relación con ella de manera amorosa. Pero no sabía que éste mundo en el que estoy metido de las carreras fuera tan peligroso. La expuse a ellos llevándomela a todas las carreras en las que yo participaba. Íbamos en un Audi como éste pero más antiguo. Íbamos bien en la carrera, competíamos con un principiante que había llegado de los Emiratos Árabes con mucho dinero y coches de alta gama. Más resistentes y más rápidos. La apuesta era alta, miles de personas viéndonos. La presión era muy grande. Solo sabía que se llamaba Erich Lassal y solo venía aquí a ganar mucho dinero. Casi a la curva antes de la recta final, hizo una maniobra con su coche nada limpia haciéndonos chocar contra una barrera de seguridad, rodando haciendo que nuestro coche se chocara contra un árbol. Las piernas de ella quedaron atrapadas por la colisión de los golpes entre el motor. Empezó a salir fuego del capó y yo estaba medio inconsciente, cuando la vi, con la cara llena de sangre y sin abrir los ojos. Me asusté. Lo hice, y fue horrible. Me mentalicé para sacarla rápidamente, pero mi clavícula estaba dislocada, mi brazo izquierdo estaba roto y unas de mis costillas también. Por suerte mis piernas estaban intactas, así que me desabroché el cinturón, se lo desabroché a Dominika, y me bajé del coche cayendo al suelo. Me levanté como pude y fui hacia su puerta. Pero una voz de un hombre diciéndome que me alejara, me hizo girarme hacia el y correr para pedirle ayuda. Pero sólo pude escuchar una explosión detrás de mí. Luego cuando me giré no había rastro del coche porque estaba calcinado por las llamas. Grité, y lloré, porque ya no podía hacer nada. Ella había muerto. — Digo bajando la cabeza y suspirando pesadamente.

Giro mi cabeza para observar a Kenya, quien tiene la mirada perdida.

— No sabía nada de ésto Dylan. — Me hace saber bajándose del capó del coche.

Imito su movimiento y me preparo para lo que viene a continuación.

— Creo que no estaría mal tomarnos un tiempo. — Me dice aún con la mirada perdida. Pero de repente, sus ojos cristalinos me miran a los ojos con tanta impotencia.

— Yo, lo siento mucho Dylan. Si quieres un tiempo, o si quieres no volverme a ver más, te entenderé. — Dice dándome un abrazo.

— Kenya, te quiero, pero necesito tiempo para todo esto, no quiero olvidarme de tí. Vendré a buscarte mi pequeña flor. Cuando todo esto haya pasado y no queden huellas del pasado, te lo prometo mi amor. Te prometo una vida llena de aventuras juntos, pero ahora mismo llevo conmigo mucho dolor en el pecho. Necesito apartarlo de mí para poder ser feliz contigo, juntos. — Digo soltando el abrazo y besarla una última vez.

Me separo de ella al quedarnos sin respiración. Se separa de mí lentamente y me mira directo a los ojos. En ellos puedo ver dolor en las palabras que habíamos dicho los dos y tristeza.

— No te voy a esperar Dylan. — Dice nostálgica por última vez.

Juro que quiero abrazarla y no soltarla nunca más, besarla y cuidarla para siempre. Pero esos demonios del pasado me persiguen día y noche impidiendo ser feliz con ella.

Impotente la veo girarse y caminar con pasos seguros hacia su moto. Enciende la moto, se sube y abrocha su casco después de ponérselo.

Hace sonar la moto rugiendo y sale del túnel a mucha velocidad. Le acabo de romper lo que le quedaba de corazón. Pero necesito mi tiempo, no quiero que ella salga herida de esto.


(...)

Akon suena en el coche y de manera inconsciente la recuerdo a ella, desde ese primer día en que la vi y no puedo evitar empezar a derramar lágrimas por ella.

Te amo tanto Kenya...

El peaje era rápido, Los Ángeles quedaban bastante lejos, pero ya era hora de cambiar de ambiente y seguir.

Me conseguiría un poco de fama en el sur de Los Ángeles y crecería para ganarme la vida. Conseguir bastante dinero y acabar el instituto y hacer una carrera profesional.

Llorando conduzco directo a esa ciudad, pasando por diferentes ciudades y estados. Gastando todas las lágrimas que me quedaban.

Pero aunque las lágrimas se hubieran acabado, ahí seguía el dolor.

MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora