Kenya
— Pensé que no querrías verme nunca más. — Lo observo desde el asiento copiloto de su Porche, más contenta que ayer. Derek se toma unos instantes para responder con una sonrisa. Se ha cortado el pelo y luce más adulto. Derek es realmente atractivo si lo observas detenidamente, sus ojos son más oscuros que los de Dylan, su cabello es más claro, y su cuerpo está más desarrollado a nivel muscular. Su mirada tiene algo que me embriaga y me mantiene observándolo. Qué desgracia que me guste el imbécil de Dylan. Derek no siempre fue como ahora, y la idea de que cambió su forma de ser para quererme me da pena. Aún me pregunto si sabe que su hermano me besó en su camerino aquella noche aún siendo novia suya.
— ¿Pasabas por aquí por casualidad? — Me atrevo a preguntar. Él relaja sus facciones faciales y asiente sin mirarme. Muerdo mi labio inferior culpable. No me he atrevido a preguntarle cómo está después de que lo hayamos dejado.
— ¿Qué tal llevas nuestra lo nuestro? — La pregunta es delicada. Sé cómo se siente y si sigues queriendo a esa persona a la mínima explotas y es lo que quiero evitar totalmente. Su perfume inunda mi olfato. Me giro abruptamente para encontrármelo más cerca que nunca. Su rostro está a unos centímetros del mío y me relajo. No voy a besarlo, y si lo intenta lo voy a detener así que no hay que temer por nada. Lo que me preocupa son sus ojos. Ahora que los veo más de cerca puedo visualizar unas bolsas negras debajo de estos, y además los encuentro un poco dilatados. La culpa me invade al instante.
— Te quiero Kenya, y lo voy a hacer siempre. Pero tú ya has elegido así que solo me queda aceptarlo y pasar página. Ahora mismo te besaría y haría cualquier cosa para recuperarte. Pero al salir contigo me arriesgaba a que esto pasara. Mi hermano te ha embrujado y no puedo hacer nada. Sé que es masoquista de mi parte pensar de esta manera. Pero te has quedado aquí dentro y haga lo que haga no te puedo sacar. Ni el alcohol ni las drogas lo hacen, solo consigo recordarte a cada momento. Eres como una dolorosa maldición que me ha enviado él. — Sus ojos desprenden tristeza y yo no puedo estar más abrumada. No sabía que él se drogaba.
— ¿Tú te...?
— Son recetadas, tranquila. Voy los lunes a la consulta de un psicólogo para superar algunos traumas que he tenido desde pequeño. Dylan no lo sabe, por favor no se lo digas. — Abro los ojos a más no poder. Joder, y yo que pensaba que no era para tanto. Osea que soy ¿Un trauma de su vida?
— Derek, yo...sabes que lo siento. He sido una tonta al besarlo y no pensé en las consecuencias durante ese momento y te... — Nombro el encuentro entre su hermano y yo.
— Espera, ¿Has besado a mi hermano estando conmigo? — Suena dolido y yo estoy confundida. ¿Se supone que lo sabía no? Creo que acabo de meter la pata.
— Fue un impulso, del momento...
— ¿No entiendes que te he respetado? ¿Que te he intentado curar sabiendo lo que sentías por él? Pensé que ya no querías verme y por eso no hablamos durante una semana entera. Pensé que al hablar con él aquella noche te estabas replanteando dejarme y por eso di yo el primer paso. ¿Me fuiste infiel? ¿Porqué cojones no me lo dijiste antes? ¿Pensabas que nunca me iba a enterar? — Mierda, soy una completa inútil. Las palabras se me quedan enterradas en mi boca.
— Yo pensaba decírtelo en algún momento, solo que no me he atrevido lo suficiente para...
— Para hacerlo, ¿Verdad? — Al principio parecía enfadado pero parece que ha cambiado de semblante en un momento. Sus ojos fijan una gran decepción que llega a apalear mi culpa. Tendría que habérselo dicho antes.
— Bueno, ¿Sabes qué? Que ya no importa. Ya hemos llegado Kenya, puedes bajar. — Literalmente me echa de su coche con palabras formales, así que sin reproches salgo y cierro un poco fuerte. Lo sé soy una imbécil, y por eso me acabo de quedar sin una amistad.
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MI ESTÚPIDO BOXEADOR© ✓ [Libro I Hombres irresistibles]
Teen Fiction• Primer libro de la Saga Hombres Irresistibles. Simplemente pasó. Cuando lo conocí y observé sus ojos, me di cuenta de que me había conseguido erizar completamente, y de que sería mi perdición. A leguas se veía que era peligroso, pero no pensé que...