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Trabajaba en un Tina'dinners, turno de la noche, todo sea por ahorrar y largarme lo más rápido que pueda de esta ciudad.
Lo único bueno que tenía en esta ciudad era mi novio, Joel Pimentel.
Ha primera vista yo diría que no es mi tipo, alto, piel canela, pestañas largas y unos brazos de infarto, pero después... Esta su estúpida sonrisa que hizo que cayera completamente rendida ante el.
En el restaurante venía máximo dos o tres personas en la madrugada, conductores de carga.
Así que mi trabajo no era tan difícil, solamente era limpiar cuando se necesitaba, y hacer comida rápida cuando me lo pedían.
Joel igual trabajaba conmigo, el era el cocinero, y yo la mesera, una pareja al estilo de los años noventa.
-Esta más sólo que de costumbre está noche.- mencionó Joel prendiendo su cigarrillo mientras yo limpiaba una mesa.
-Va a caer una tormenta...- dije mientras escuchaba el gran trueno.
-Mejor hay que poner candado a la puerta, se pone peligroso con ese clima.- dijo Joel mientras se encargaba de lo anterior.
(...)
3:50 am.
Tomaba un café a esa hora de la madrugada par mantenerme despierta "Todo sea por el dinero" decía mi inconsciente.
-¿Ya te dije que estas más hermosa de lo normal?.- dijo Joel a mí oído,haciendo que todo de mi se enchinara.
-¿Ya te dije que te ves super sexy con mandil?.- me reí mordiendome el labio.
- Ya lo sé preciosa...- empezó a besar mi cuello.
Oh no Joel, mi punto débil no.
Rápidamente me voltee hacia con el, lo tome por el cuello y comencé a besarlo, besos sabor a café.
Bajo su mano de mi cintura hacia mi pierna, haciendo pequeños círculos y subiendo más y más... Tomó mis dos piernas y me subió a la barra... Si los clientes supieran... Reí por dentro.
-Aquí no Joel...- dije entre el beso.
El asintió, nuevamente tomó mis muslos y nos dirigió a la cocina.
Me dejó en una gran mesa donde normalmente hacían las pizzas o cortaban los ingredientes, sería gracioso al siguiente día.
Empezó a desabrochar mi camisa donde se encontraba mi nombre en una placa y un bordado de "Tina' dinners". Nuevamente dejaba besos en mis clavículas. Me recostaba poco a poco en aquella mesa, sentí el frío del metal en mi espalda haciendo que me encorvara. Joel aprovechó, para acariciar mis muslos, sus manos frías hacían que mi piel se enchinara.
¿Cómo podía un simple chico hacerme sentir una explosión dentro de mi?.
Sólo sabía que quería que Joel Pimentel, fuera el que me haga suya toda la vida.
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