LXXXI

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El repiqueteo de mis uñas en la madera del mueble al lado de mi cama acompañado de mi pesada respiración, los fuertes y estridentes latidos de mi corazón y el tic tac del reloj en mi habitación alteraban por completo mis nervios. La bandeja con comida a mi lado seguía ahí, el plato con el que sería mi cena ya no humeba como horas atrás, este se encontraba ya frío y hasta puedo decir que insípido.

Yo no lo comería.

No aguanté un segundo más sentado en mi cama, mis piernas incluso temblaban al no saber muy bien que era lo que debía hacer, sin dudarlo un poco más me puse de pie ignorando mi falta de estabilidad repentina... Caminé por mi habitación rápidamente, con mis uñas de una mano, pellizcaba la piel de la otra en busca de mantener mis pies en la tierra y no perder la cabeza más que de lo ya la había perdido.

¿Cuanto tiempo había pasado desde que había vuelto a la habitación?

No lo sabía, no lo sabía, no lo sabía ¡No lo sabía!

Solo sabía que había sido una mala idea haberme alejado de Hoseok, yo lo necesitaba, necesitaba estar con él, necesitaba asegurarme de que él estaría bien... Necesitaba simplemente pasar cada segundo a su lado porque aunque yo quisiera ser positivo y pensar que todo iría bien... Una parte de mi me decía que no debía esperar por algo bueno... Una parte de mi decía que algo malo iba a pasar.

Eventualmente, con todos mis pasos y vueltas en la habitación terminé llegando a la puerta que daba hacía el balcón, mis dedos fueron a parar al pequeño seguro para poder abrir la puerta pero estos, tan temblorosos como estaban no lo consiguieron... Lo intenté nuevamente y los temblores me recorrieron estremeciendome y no aguanté la absurda presión a la que estaba expuesto, perdí la paciencia como quien vierte agua demás en un vaso, perdí los estribos.

—¡Maldita sea!— Grité frustrado al momento en que daba un golpe sordo con mi puño en la puerta sacandome un grito de dolor pero incluso aunque dolía, me sacó un poco de mis frustraciones— ¡Maldita sea! ¡Déjenme salir! ¡No me encierren aquí!

Un mareo repentino me atacó y el hambre y el cansancio otra vez vinieron a hacer su acto de presencia, recordándome el estado más que deplorable en el que estaba.

La puerta fue abierta repentinamente, escuché el ruido de está cerrándose pero entre el dolor de mi mano y los mareos que pronto se convirtieron en náuseas no pude girarme a ver quién irrumpía en mi habitación la cual estaba cerrada con llave desde fuera.

Tuve que llevar mi mano a mi boca porque sentía la bilis subir peligrosamente, las náuseas se estaban haciendo tan poderosas que perdí la fuerza y caí de bruces. Una mano empezó a acariciar mi espalda de manera reconfortante y fui capaz de sentir el aroma cítrico que desprendía el alfa que estaba cerca de mi.

—¿Se encuentra bien?

Aquella pregunta era tan estúpida, a decir verdad, todo me parecía estúpido ahora mismo pero sabía que él alfa solo lo preguntaba por simple cortesía y más porque yo estaba a su cuidado y él necesitaba asegurarse que estuviera bien... Negué con mi cabeza mientras una débil arcada se hizo presente, mostrando que yo efectivamente, no estaba bien. 

—Y-Yo... No estoy... No estoy bien— Respondí entre tartamudeos queriendo evitar a toda costa vomitar aquí— Necesito ir al ba-...

Y cuando sentí las arcadas mucho más grande y profundas tuve que sacar fuerzas de donde no las tenía para ponerme de pie y correr hacía el baño como si alguien quisiera acabar con mi vida, corrí teniendo miedo de no ser capaz de llegar a tiempo pero afortunadamente yo llegué, vomité... Vomité absolutamente nada.

Past Lives: Destiny || Hopev «Omegaverse» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora