99. Final

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Alec emanaba una inocencia profunda hasta la médula; (...) una cualidad que, Magnus tuvo que admitir, lo atrajo como una polilla a una flama, a pesar de todo su propio cinismo.
(El juramento de Magnus)

* * *

Alec se estaba mirando en el espejo de cuerpo completo. Sus labios -¡Y todo él!- estaban temblando. Sus manos seguían tirando de las mangas su saco blanco, con detalles plateados, unas marcas que Magnus le había dicho que eran runas.

La runa del amor. Y la runa del matrimonio.

 Y la runa del matrimonio

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Porque aunque Magnus parecía un coqueto descarado cuando le envió aquella nota con Rafa -y ciertamente lo era-, también era un romántico incurable, siempre con las palabras correctas, y con ese brillo en su mirada, el brillo del amor que era más c...

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Porque aunque Magnus parecía un coqueto descarado cuando le envió aquella nota con Rafa -y ciertamente lo era-, también era un romántico incurable, siempre con las palabras correctas, y con ese brillo en su mirada, el brillo del amor que era más cegador que toda la purpurina que pudiera usar.

-¿Alec? -Alec saltó en su lugar cuando Jace abrió la puerta y asomó su cabeza.

Jace negó, se rió, y entró. -¿Nervioso, hermano? Parece que estás temblando.

Alec lo miró mal desde el espejo. -Eso es porque es invierno, una boda de invierno, y hace frío.

-Claro. Lo que tú digas -Jace se acercó, acomodando el saco de su hermano, sus dedos deteniéndose en la tira de pequeñas runas plateadas-. No puedo creer que dejaras que Magnus pusiera estas cositas en tu saco. Ciertamente, no sabía si un día te casarías... No me mires así. No es que no seas hermoso, no tanto como yo pero es que no llevas mi sangre... Pero es tan difícil cautivarte, hermano, sólo una persona lo había logrado y ese es Rafa. Había perdido las esperanzas de que un día miraras a alguien y tus ojos se iluminaran con lo que yo siento cuando veo a Clary.

Los ojos azules de Alec ahora brillaban por las lágrimas. Afortunadamente, él no llevaba maquillaje como Magnus había insistido.

-Yo no buscaba el amor, Jace. Me gusta leer de él, verlo en el cine, tal vez incluso toparme con una pareja realmente enamorada por la calle, pero no lo creía para mí, y no lo buscaba. Entonces fue justamente mi hijo quien me llevó a la persona correcta: su profesor. Ahora puedo estar seguro que el amor no se busca, él nos encuentra y nos lleva al indicado. Mi indicado es Magnus. Sí, estoy nervioso, y sí, estoy temblando, no por el frío, porque sólo de pensar en mi futuro esposo todo mi cuerpo se siente cálido. Tiemblo de emoción también, estoy por formar oficialmente mi propia familia, con mis hijos, Max y Rafa, y el hombre de mi vida: Magnus Bane.

Papi y el profesor (malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora