1- Inicios.

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El despertador sonó una hora antes de lo acostumbrado, y pese a eso, Alba saltó de la cama como si hubiera fuego en sus sábanas. Abrió el armario de par en par y comenzó a remover el perchero. Su madre la escuchó corretear de su cuarto al cuarto de baño, pasillo arriba, pasillo abajo...

- "¡Esta niña!" –musitó su madre para sí, mientras empezaba a preparar un desayuno que estaba segura que su hija apenas apreciaría-.

Alba tardó algo más de una hora en estar completamente lista. Se miró en el espejo de cuerpo entero del dormitorio de su madre, y se acicaló el pelo con un acompasado pero brusco movimiento de cabeza hasta que consiguió que su pelo ondulado, aún algo húmedo, quedara en la posición que quería. Se guiñó un ojo a si misma, y corrió hasta su cuarto, cogió la cartera y se ajustó el cinturón del vaquero de cintura baja para que mostrara sólo lo justo. "Lista..." se dijo y cerró la puerta de la habitación. El trotar en las escaleras y el salto que Alba siempre daba para zafarse de los últimos peldaños hicieron que su madre asomara la cabeza desde la cocina.

- El desayuno –le dijo su madre, Rafi-.

- ¡Mamá....! –trató de protestar Alba-.

- ¡El desayuno, Alba...! -le dijo en tono de advertencia-.

"Mierda... siempre igual" –protestó internamente Alba, pero sabía que su madre no podía, así que corrió a la cocina soltando la mochila en el pie de la escalera de cualquier forma. Se sentó a la mesa con el firme propósito de engullir lo máximo en el menor tiempo posible, aquel era un día demasiado especial como para perder tiempo. Su madre puso las tostadas, el zumo y el café con leche frente a ella... y Alba arrugó la nariz porque si por ella fuera mataría al desgraciado al que se le ocurrió decir "que el desayuno es la comida más importante del día"... ¿A quien le podía entrar todo aquello a las ocho de la mañana? A ella no, sin embargo pagaría porque pusieran el desayuno sobre las diez, justo después de sus dos primeras horas de clase, donde las tripas le podían rugir con tanta intensidad que casi hasta dolía.

- Come cariño, ya sabes que el desayuno... -empezó su frase favorita su madre-

- Ya, ya... comida... más importante... blablabla... -Alba se sabía aquella escena de memoria, así que empezó por el zumo mientras pensaba en cómo su madre se había despertado antes que ella. ¿Es que acaso no dormía nunca?-. Pensé que entrabas de tarde hoy.

- No, le cambié el día a Elisa, hoy libro y mañana entro de noche... -le comunicó su madre-.

- ¿De noche? ¡Mamáaa! –se quejó Alba, no le gustaba que su madre hiciera las noches en el bar, y no era por tener que quedarse sola en casa, sino porque se preocupaba por ella-.

- Cariño, no puedo librarme siempre, además necesito unas cuantas horas extras... estoy segura de que vas a ir a esa facultad, así que más vale que ahorremos un poco para los materiales que seguro tendremos que comprar en breve –le dijo su madre con una sonrisa, pues no era ningún reproche-. ¿Hoy salen las notas?

- Sí... primero tengo que pasarme por el instituto a recoger los certificados por si acaso los necesito, y luego Marta y yo nos acercaremos a la facultad de Bellas Artes en su coche, hoy ponían las notas de las pruebas, pero aún faltarán las de corte.... –Alba soltó el tenedor, la mano le temblaba sólo de pensarlo-.

Su madre se acercó hasta ella y le acarició el pelo.

- Todo va a ir bien... eres una artista, de eso no tengo la menor duda –le dijo su madre con dulzura mientras depositaba un beso en su cabeza-. Anda vete, por esta vez te libras –le dio carta blanca su madre para que dejara a medias el desayuno-.

Alba no se lo pensó dos veces y de un salto se puso en pie, besó a su madre y salió por la puerta prometiendo llamarla en cuanto supiera algo. Su madre la vio corretear por el jardín en dirección a la parada del autobús, mientras observaba desde la ventana el trote desgarbado de su hija que se ponía un pañuelo ancho al cuello mientras corría y sujetaba con la boca el cinto de la bandolera de la mochila.

- Adolescentes –musitó su madre con una sonrisa y cerró la cortina-.

...

Tal como Alba había previsto, la secretaría del instituto empezó a colapsarse poco después de que ella fuera atendida. Revisó los papeles que le entregaron, y les sacó varias fotocopias por si hacía falta que se las compulsaran. Liberada del papeleo burocrático, salió a la puerta a disfrutar un poco del sol mientras esperaba a Marta que debía estar al caer según los whatsapp que se habían enviado.

El claxon del coche de Marta resonó unos diez minutos después, Alba asomó la cabeza por encima de los dos amigos con los que estaba y la vio bajando la ventanilla del copiloto.

- ¡Eyyy chicos.... Dejármela tranquila! ¡Hoy nos jugamos nuestro futuro! –gritó Marta desde el coche, y Dave y Carlos se giraron con una sonrisa en la cara-.

- Buenos días Marta... ¿es que no piensas ni bajar a darnos un par de besos? –le gritó Dave con una sonrisa maliciosa-.

- Ni lo sueñes galán... hoy tenemos prisa, quizá más tarde si me pillas de buenas –le propuso Marta sin dejar de reír-. ¿Alba vienes, o qué?

- Sí, voy –gritó Alba dándole dos besos a cada uno para despedirse, y luego se subió al trote en el coche con Marta metiendo el pañuelo que ya no le hacía falta en la mochila-.

- ¡Te cojo la palabra! –contestó Dave antes de que desaparecieran-.

Y Marta sólo hizo un gesto con la cabeza y luego pisó el acelerador.

Qué, has dormido? –le preguntó Marta en el coche-.

- Apenas, ¿y tú? –quiso saber Alba-.

- Ni de coña... estoy como un flan. Me muero por saber las notas, por mucho que Guzmán nos asegure que las pasamos, no me quedaré tranquila hasta que lo vea –comentó Marta haciendo referencia al profesor de artes plásticas de la academia privada en la que ambas amigas habían coincidido hacía ya cuatro años-.

- Entonces ya somos dos.

Las dos jóvenes guardaron silencio durante unos segundos, hasta que terminaron por mirarse la una a la otra y se pusieron a reír con histeria. Las dos estaban más nerviosas de lo que admitían, su vida era entrar en aquella facultad, y hoy por fin sabrían si lo más difícil estaba superado. El resto del camino se lo pasaron hablando de chicos, de la exposición que se estrenaba en "la refinería" el próximo sábado, y de que seguramente no tendrían problemas con la nota de corte si se ajustaba a la que habían pedido los dos años anteriores. Pronto obtendrían la respuesta.


That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora