25- Venganza

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Como si por fin soltaran su cuello después de estrangularla, Alba respiró una gran bocanada de aire. Acababa de estar en el cielo y aún no se sentía preparada para despertar de aquel estado  así que mantuvo sus ojos cerrados un poco más. El roce de los labios de Natalia en su garganta hizo que se le entreabrieran los labios aun jadeantes.

- Me pasaría horas tocandote –le susurró en el oído-.

Y Alba no pudo evitar que la corriente eléctrica volviera a ella de inmediato. Los labios de Natalia besaron su mejilla, su nariz, sus párpados y su frente. Todo en ella era cálido y tierno, y suspiró. ¿Dónde se había metido todo ese tiempo? A Alba le parecía increíble haber podido vivir sin ella.

Por fin abrió los ojos para encontrarse con los de la morena, brillantes, ahora más oscuros, felinos con aquel toque de vulnerabilidad que a Alba le hacía perder la cabeza. Deslizó su mano por aquel pelo que caída desmarañado por un rostro que le había robado el corazón desde mucho antes de conocerla. ¿De verdad era real?  No podía creérselo, había dibujado tantas veces su cara, sus labios... aquellos mismos labios que temblaban ahora bajo su dedo al acariciarlos. Alba sintió ansiedad por volver a besarlos pero cuando se acercó a ellos Natalia se apartó delicadamente. Alba la miró confusa, pero en sus ojos sólo había una sonrisa callada.

- ¿Podemos ir ya a la cama? ¿por favor? –le preguntó  dulcemente, aún presa de lo que acababa de hacer con ella-.

Y Alba asintió hipnotizada. Entrelazó sus dedos  y se dejó guiar por ella hasta el dormitorio, la adrenalina se volvió a disparar en cuanto ambas quedaron paradas a los pies de la cama. Nat la besó a cámara lenta, con besos ligeros y lentos, incitantes y sinuosos ante los que Alba no estaba preparada. Era como estar jugando con una cucharada de chocolate en los labios, dulce y adictivo, que pronto despertó su glotonería sin límites. La morena la liberó cuando Alba ya estaba tan enganchada a su boca que casi rugió por la interrupción. Con ojos borrosos  observó como se tumbaba en la cama... el color burdeos de las sábanas contrastó con la desnudez de su piel e impactó en las retinas de Alba provocando que le picaran las manos, ¿cómo podría dibujarla? Era imposible retratar algo así, pero sabía que algún día lo intentaría, aunque no esa noche. Esa noche sólo había una gran pasión que satisfacer y no estaba en un lienzo, estaba justo frente a ella. Ella extendió una mano invitadora...

- Anda... ven aquí –la reclamó y Alba hizo lo que le pedía-.

Se tumbó en la cama junto a ella, y aunque su ansiedad le pedía abalanzarse sobre ella, la calma y serenidad de las caricias que empezó a regalarle la mitigaron. Idiotizada recibió sus besos sin prisas, profundos, lentos e irremediablemente irresistibles. El calor se extendió por su cuerpo como miel suavemente derretida, y se perdió en aquella habilidad que Natalia tenía para besarla, disfrutando de lo diferente que era a sus experiencias anteriores, besos apasionados pero eternos, no había atropellamiento en su lengua ni prisas por terminar de estimularla. Ambas disfrutaban de ello y a Alba le pareció que eran perfectas la una para la otra.

- Lo dicho... me pasaría horas besándote –le susurró de nuevo-.

Alba la miró a los ojos cuando lo dijo. Había todo un mar tempestuoso en el fondo de sus pupilas, y a aquella corta distancia se percató de los esfuerzos que hacía para no desatarse. La mecha de pólvora se prendió en la cabeza de Alba rápidamente.

- Y yo me pasaría toda la vida dejando que lo hicieras, pero ahora mismo tengo otras prioridades –le contestó-.

- ¿otras prioridades? ¿cómo qué? –preguntó Natalia jadeante.

- Como lamerte entera...

Natalia abrió exageradamente los ojos por la sorpresa al sentir los labios y la lengua de Alba ya en su boca, pero no tardó mucho en cerrarlos cuando aquellos besos vinieron acompañados de la caricia de la piel  sobre su torso también desnudo. Sus pechos se rozaron, y el calor empezó a emanar de ellas como energía cuántica.  Estaba convencida de que Alba ni siquiera era consciente de lo que provocaba en ella sólo con rozarla. Por unos minutos, se dejó arrastrar por el placer y la intensidad que le brindaban aquella boca, aquella piel y aquel aroma que la tenían completamente hechizada.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora