14- Hielos

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Una semana después.

El curso de postgrado finalizó oficialmente. Los alumnos, la mayoría satisfechos, cubrieron sus trabajos una vez finalizada la sesión a la espera de poder seguir retocándolos en las próximas semanas. Había sido un fin de semana intenso, pero también se respiraba cierta nostalgia en el ambiente. El silencio había reinado en el aula mientras trabajaban como si de un santuario se tratara, y aquella mágica atmósfera aún bañaba sus rostros mientras terminaban de recoger sus pertenencias. Laura también parecía algo nostálgica mientras dedicaba palabras a cada uno de los integrantes del curso por separado a medida que se despedía de ellos, pues no todos podían quedarse a la fiesta nocturna programada. Alba observaba como a su alrededor abandonaban el aula sus compañeros, sin embargo ella no sentía la menor prisa por hacer lo mismo. Su móvil empezó a sonar, y al mirar el nombre en la pantalla supo que se trataba de Marta.

-         Eiii... ¿cómo lo llevas? –le preguntó cuando Alba la saludó descolgando el teléfono-.

-         Bien, ya hemos terminado, estamos recogiendo –le dijo su amiga-.

-         Guay –determinó Marta. Oye, yo he quedado con Maria que al final nos pasaremos sobre las doce por allí. ¿Vosotros sobre qué hora iréis?

-         No tengo ni idea –le dijo sinceramente Alba-. Se supone que de aquí vamos a cenar y cuando terminemos Laura ha conseguido entradas para una última copa en el Bohemia, pero ni idea de a que hora llegaremos. Supongo que sobre esa hora más o menos.

-         Bueno, de todos modos ya nos llamamos .

-         Claro, luego nos vemos.

- Reche... -la llamó Marta antes de que colgaran-.

-         ¿Sí? –preguntó Alba-.

-         ¡Esta noche a tope!, ¿vale? –le advirtió, ya que tenía muchas ganas de poder salir con su amiga de marcha después de de tanto tiempo-.

-         Jajaja... que sí, pesada. Anda, luego te llamo. Besos

Aun no se había metido el teléfono en el bolsillo del vaquero cuando su nombre resonó en el aula.

-         Alba!!! –de pronto Laura la llamó-

-         Dime –le dijo Alba girándose hacia su inconfundible voz , la cual se aproximaba a ella-.

-         Alba, mira... toma mi llave, y ve a la sala de profesores de la segunda planta. Verás que hay una estantería con los nombres del profesorado, pues busca mi nombre y recógeme los documentos y el correo que tengo en mi casillero por favor, que aun tengo que encargarme de guardar los lienzos para que los chicos puedan venir a recogerlos el martes, y se nos va a hacer súper tarde. ¿No te importa, no? –le pidió como favor-.

-         No, claro que no. ¿Todo lo de tu casillero, quieres? –resumió Alba su peticiónpara estar segura-

-         Sí, todo lo que haya te lo traes... ¿vale? –sonrió Laura-.

-         Vale –le confirmó cogiendo las llaves-.

-         Gracias, guapa –le dijo Laura, y guiñándole un ojo volvió con el grupito de alumnos que estaban ayudándola a guardar los lienzos a buen recaudo-.

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Natalia se dejó acunar por el chorro de agua caliente que poco a poco empezaba a crear vapor en la silenciosa estancia. Aquel fin de semana, se le había hecho especialmente duro al tener que mantener toda su concentración en quedarse quieta para que los alumnos pudieran lucirse en sus trabajos. El recuerdo de los ojos de Alba, de pronto se le vino a la mente.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora