9- Vulnerabilidad

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¡No lo estás diciendo en serio! –Marta casi gritaba desde el otro lado del auricular-. ¡ME ESTÁS TOMANDO EL PELO!

- Jaja... te juro que ni yo misma me lo creo. Fuimos a su despacho y Manu y me lo soltó así, como si nada –le contaba Alba, que aún estaba flotando en una nube-.

- Pero... ¿pero qué te dijo exactamente? ¿Qué ibas a hacer el curso con Laura Andres por que sí, o qué?

- No, primero me explicó que la facultad estaba preparando un curso avanzado para unos cuantos alumnos que destacaran en pintura, porque por lo visto el año que viene salen becas y hay un par de concursos para menores de veinte años a nivel estatal... -le empezó a contar toda la historia Alba-.

- ¿Y sólo va a ser de pintura? –la interrumpió Marta decepcionada-.

- Por lo visto sí, aunque creen que lo ampliarán para próximas ediciones... el caso es –Alba no quería irse por las ramas-, que va y me dice que lleva siguiendo mis progresos desde el primer día, y que le mostró uno de mis dibujos a la profesora que va a llevar el seminario, y que había sido una de las escogidas para realizar el curso si estaba interesada. Que tenía que pensármelo, porque era una oportunidad, pero que lógicamente se realizaría fuera del horario lectivo y que supondría también bastante trabajo extra.

- ¿Y tú que le has dicho? –quiso cerciorarse de la respuesta Marta, aquella era una oportunidad única para un alumno de primero-.

- ¡QUE SÍ! ¡QUÉ COÑO IBA A DECIRLE!... ¡Voy a estar en un curso dirigido por Laura! ¡NO PUEDO CREERLOOO! –Alba ya chillaba al teléfono, y su amiga también lo hacía contagiándose de la alegría que sentía por su amiga-

- Y pensar que hasta hace poco no sabíamos quien era, ¡es increíble! –apuntó después de varios grititos de euforia colectiva-.

- Ya te digo –coincidió con ella Alba-.

- Por cierto... ¿y qué dibujo tuyo le enseñó a la profesora? –preguntó de pronto Marta-.

Alba se quedó en blanco.

- ¿Te puedes creer que con los nervios ni le pregunté? –le dijo con sinceridad  cayendo en la cuenta-.

- Jajaja... sí, me lo creo.... ¡VAS A IR A UN CURSO DE LAURA ¡QUE FUERTEEE! –empezó de nuevo a chillar  por el auricular, aquello era lo realmente importante-.

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Alba entró en la facultad con un nerviosismo especial recorriéndole las entrañas. Era sábado por la mañana y apenas había coches en el aparcamiento, el campus apenas empezaba a despertar y los alumnos no recorrían sus jardines como entre semana. Sonrió cuando el sol le dio en la cara antes de cruzar el umbral del edificio. En cierto modo, era como su primer día de universidad y se sintió inquieta y a la vez excitada, por fin conocería a Laura en persona y no solo eso, sino que podría aprender de ella.

Entró en el aula y unos diez alumnos más se distribuyeron entre los pupitres con la misma expectación en sus miradas. Alba echó un rápido vistazo, pero sólo reconoció a una de las presentes y para su consternación era la tía más repelente y la peor que le caía de toda su clase. 

- ¡Buenos días a todos! –Laura dejó caer una mochila en el suelo y se dirigió al grupo con una sonrisa en la cara-. Veo que la hora no ha supuesto ningún tipo de problema para vosotros ya que no detecto legañas en vuestros ojos... eso por supuesto es una buena señal, porque puede significar un par de cosas – se sentó sobre el escritorio del profesor dejando colgar sus largas piernas y arremangándose el suéter por los antebrazos-. La primera que estáis tan ilusionados por este curso que no os ha costado nada salir de la cama esta mañana para venir, la segunda... que es posible que vengáis tan acojonados que ni siquiera hayáis podido dormir – les regaló una sonrisa cálida y comprensiva, y a Alba se le contagió pues ambos habían sido su caso, estaba tan acojonada por no cumplir con las expectativas y a la vez tan ilusionada por la oportunidad que no había pegado ojo en toda la noche-. Y ambas son algo bueno, porque significan que estáis vivos, y gente viva es lo que quiero –terminó de decir Laura dando una palmada y cruzando sus manos en el regazo-. Bueno, me llamo Laura.  En mi clase no encontraréis una profesora que os de lecciones, yo no estoy aquí para enseñaros sino para ayudaros a sacar lo que tenéis guardado aquí y aquí – se señaló el pecho y luego la cabeza con un dedo-. Si estáis muertos, conmigo no haréis nada, no voy a mandaros deberes, no voy a explicaros lecciones ni técnicas de pintura... yo trabajo con las sensaciones, y si carecéis de ellas, he debido de equivocarme al elegiros y sois libres para marcharos del seminario en cualquier momento. Pero los que se despierten con la cabeza llena de ideas, paseen por las calles y vean lo que les rodea como si fueran postales o fotografías...quienes se despierten con colores en sus cabeza día tras día... esos, esos descubrirán con mi ayuda que son capaces de plasmar cosas que creían hasta ahora inimaginables – se topó en aquel punto de su discurso con los ojos de Alba y su brillo se vio recompensado por un ligero asentimiento de la cabeza de Laura y un esbozo de sonrisa-.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora