41- Madurar

7.6K 329 32
                                    

5 de enero

Natalia entró por la puerta de urgencias. Sabía que llegaría tarde a su cita con Alba, pero no podía obviar aquella llamada. La mujer responsable de recepción la vio y le indicó el box al que debía dirigirse. Ella se lo agradeció con prisas y entró derechita a la sala de observaciones. Iris se alegró de verla pese a la situación.

- Menos mal que has venido... no sabía a quién llamar –le dijo con una sonrisa que pretendía ser desenfadada, pero Natalia pudo ver su miedo y tristeza aún sin que le dijera nada-.

Iris la miró a los ojos sin decidir si debía implicarla en lo que realmente le sucedía o simplemente mantener aquella imagen inaccesible y feliz que siempre se calzaba ante la gente, ante ella.

- Mezclé un poco y me puse fatal –le dijo encogiéndose de hombros, no tenía el valor suficiente-.

Natalia le cogió una mano entre las suyas y se sentó a su lado en la cama.

- No es a eso a lo que me refiero, y lo sabes. ¿Qué es lo que te pasa? Hacía mucho que no tomabas drogas y nunca has sido de las que pierde el control, ¿qué es lo que está pasando? Dime la verdad –le volvió a preguntar, y esta vez no le dio opción a Iris a contarle la versión corta-.

Esta apartó por un momento la mirada de ella para dirigirla hacia la mano que Natalia aún le sostenía y se sintió inquieta por sus miedos.

---

Natalia se había disculpado con Alba por haberla dejado plantada sin ni siquiera llamarla, y a pesar de esperarse su mal humor, tenía que admitir que estaba un poco cansada de ser siempre la que iba tras ella para construir un poco de paz entre las dos. Sus inseguridades, sus propios miedos, y ahora la preocupación añadida que sentía por Iris, le revolvían las entrañas, y aquel cóctel explosivo no tardó en dar la cara cuando Alba lanzó el doceavo comentario sobre la pelirroja delante de Marta y Maria.

- Creo que ya he tenido suficiente... -Natalia se levantó de un salto ante la sorprendida mirada de todas, y se puso la cazadora-.

- ¿A dónde vas? –le preguntó Alba perpleja-.

- A casa. Cuando te dignes a perdonarme por llegar tarde, y dejes de comportarte como una niñata con una rabieta delante de tus amigas, sólo porque recién has descubierto unos celos estúpidos que no puedo aplacar... -Natalia alzó los brazos en señal de enfado y luego los dejó caer a los lados con cansancio-... sabes dónde encontrarme.

Con paso decidido salió de la cafetería a toda prisa, Alba se quedó clavada durante un eterno minuto en la silla procesando qué había hecho o dicho para conseguir que se pusiera así... "Ohhh... Dios mío.... Ohh... Dios mío", pensó.

- ¡¡Nat, Nat...!! ¡¡Espera...!

Esta se detuvo cansada frente a su moto tras escuchar a Alba a su espalda.

- Por favor... perdóname –le pidió Alba con algo de temor, pues nunca le había visto enfadada y sabía que tenía razón para estarlo-.

Al ver que Natalia no se giraba a mirarla se atrevió a tocarle el brazo. Alba se relajó en el mismo momento que la escuchó suspirar.

- Lo siento, cariño... soy una idiota, perdóname –se animó a repetir, esta vez dándole la vuelta por la cintura-. ¿Me perdonas?

- ¿Acaso tengo alguna otra alternativa? –preguntó la morena ya rendida. Lo único que ella quería era que estuvieran bien juntas, como antes, sin reproches, sin ver llorar a su chica, divirtiéndose juntas, disfrutar de sus besos... de su compañía y su eterna sonrisa-.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora