43- Hogar

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Madrid. Una semana después.

A Natalia ni siquiera le dio tiempo a tomarse unas copas con sus compañeros de clase tras finalizar el último examen.

- Por favor, ¿puedes venir a buscarme?

Tras escuchar su voz apagada y saber dónde se encontraba Iris, cogió su moto y fue a por ella. Al llegar a la puerta del hospital, ella ni tan siquiera quiso hablar, cogió el casco y se subió tras ella abrazándose a su cuerpo como si le fuera la vida en ello. Natalia sabía que estaba triste, que estaba nerviosa y que además tenía miedo, la quimioterapia había dado un resultado relativo, pues había reducido el tumor pero el cirujano le había advertido que no lo suficiente para descartar la mastectomía total, por lo que hasta que no abriera en quirófano no sabía si sería posible conservarle parte de la mama y reconstruírsela en la misma operación. Así que los miedos de Iris persistían y se hacían más evidentes a una semana de la operación de su pecho izquierdo, y no había forma de consolarla ni siquiera con los argumentos que velaban por su vida.

- ¿Estás bien? –le preguntó en un semáforo mientras le acariciaba los brazos que le rodeaban la cintura-.

- No es nada, es sólo que... todo esto es una mierda. ¡No te preocupes! –le dijo-.

Pero en cuanto volvieron a ponerse en circulación, Nat sintió como el cuerpo de Iris temblaba por unos instantes, últimamente era frecuente verla llorar de manera contenida, como si le avergonzara dejarse ir. Era increíble lo mucho que le dolía verla así y no ser capaz de hacer nada más para ayudarla.

Amsterdam.

El simbólico sonido de megafonía puso punto y final a la clase de Julia. Alba no puso prisa en recoger sus materiales, puesto que no tenía intención de irse sin ella. Mientras recogía sus cosas se deleitó viendo como el resto de sus compañeros poco a poco abandonaba el aula y de cómo algunos se despedían de una Julia muy diferente a la que ella había conocido en Madrid. Cada día que pasaba se sorprendía más con respecto a ella. A pesar que la plasticidad y las esculturas en tres dimensiones nunca habían sido algo que le interesaran, la verdad es que su amiga tenía un don para hacerlo fácil, divertido y muy interesante, con lo que había empezado a gustarle mucho aquella clase.  Sonrió por aquello.

- ¡Es increíble! –pronunció para sí misma mientras terminaba de guardar los últimos materiales-.

- ¿Qué es increíble? –le preguntó en un susurro la andaluza ya a su espalda-. ¡Ey! ¡Sí... el martes nos vemos! –se despidió de otros alumnos y luego volvió a centrarse en Alba-. Eh, ¿qué es increíble?

Ella ya se había girado sonriendo.

- ¿Lo cotilla que eres? –se burló de ella-.

- Ahh!! ¿pero qué burda acusación es esa?... y un poquito más de respeto, que hasta que no salgas por esa puerta sigo siendo tu profesora... -la amenazó por lo bajo a punto de reírse, pero volvieron a interrumpirlas y esta vez tuvo que dejar a Alba ya que querían hacerle algunas preguntas-.

Alba en cambio si se rió, volvía a estar alegre pese a la melancolía que le suponía no poder comunicarse tan frecuentemente con Natalia desde que empezó sus exámenes. Tener una amiga cerca le había supuesto un extra de energía y un gran alivio. Se colgó la mochila al hombro y se sentó a esperar a la profesora que hablaba con una alumna, y mientras las observaba se dio cuenta de que a aquella chica le gustaba Julia y que ésta no parecía estar enterándose de nada. Verla tan puesta en su papel de profesora mientras la otra muchacha no hacía más que mirarla y de destrozarse los labios mientras escuchaba sus explicaciones le hizo muchísima gracia. "Vaya, vaya... pues va a ser verdad el topicazo de profesora y alumna... jajaja... Creo que Laura le debería dar algún consejo, Julia no tiene su toque intimidatorio que las mantiene a raya, está claro"; pensó para sí y se aproximó a Julia en cuanto la otra alumna desapareció.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora