35- Reencuentros.

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22 de diciembre

Laura se sentó a su lado y se abrochó el cinturón de seguridad después de solicitarle a la azafata que en cuanto se pudiera le llevara un vodka con hielo. Alba sacó un bloc de su bolso de mano antes de guardarlo, y conservó el iphone en el bolsillo de su pantalón a la espera de que se pudieran encender los aparatos eléctricos,estaba tan nerviosa.

- ¿Todo bien? –quiso saber Laura-.

- Estoy como un flan, no veo la hora de que este trasto aterrice –le contestó Alba con la ansiedad escrita en sus ojos-.

Ella se rió porque aun no habían ni tan siquiera despegado. La última semana Alba se la había pasado en Babia, no paraba quieta y hasta había dejado de pintar. Su madre la llamaba al menos tres veces al día ansiosa por tenerla ya en casa y ella se hacía cargo de lo duro que había sido para ellas no verse desde Septiembre. Laura sabía que la chica necesitaba volver, desconectar para volver a cargar las pilas, un respiro... y ella, también.

- En dos horas estaremos allí, tranquila –le susurró cogiéndole la mano-.

Alba miró sus manos enlazadas, la quería tanto, le debía tanto. No sólo profesionalmente hablando, sino también por todo el cariño, las horas de escucha, el apoyo incondicional y sobretodo aquella libertad a la que le empujaba para descubrirse a sí misma, sin trabas ni juicios. Laura había ejercicio de profesora, de madre, de amiga y de compañera, Alba se daba cuenta del gran privilegio que aquello constituía y muchas veces se preguntaba el por qué, ¿porqué la había elegido a ella?

- Laura...

- ¿Sí? –le preguntó con suavidad-.

Alba se encontró de nuevo sumergida en la profundidad clara y apacible de sus ojos. ¿Por qué nunca la había pintado?... era tan... tan...

- Te quiero –le dijo sin tan siquiera pensarlo, y en cuanto escuchó sus palabras en voz alta se sonrojó por dejar que escapara de su mente aquel sentimiento tan real-.

Una sonrisa inconmensurable fue creciendo progresivamente en el rostro de Laura iluminándola como un gran sol. Despacio le acarició el pelo, y luego su linda cara que ya ardía avergonzada mientras sus ojos divagaban para no enfrentarla. Laura la besó en la sien.

- El sentimiento es mutuo. ¡Estoy muy orgullosa de ti! –le susurró antes de liberarla-.

Y cuando sus ojos volvieron a encontrarse ambas sonreían. Encontrar a alguien que te comprendiera de un modo tan limpio... tan fácil y sencillo... era muy difícil, y ellas se habían encontrado en la jungla del mundo.

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En cuanto salieron por la puerta de salida del aeropuerto, Alba divisó a su madre en primera fila y las dos corrieron hacia la otra para reencontrarse.

- Ay, mi niñaaaaa!!!!.... ¿Has crecido? ¡Que mayor te veo! ¡Estás guapísima!... Guapísima mi amor... -le decía su madre mientras se la comía a besos y la mirara como si se la hubieran cambiado por otra. Aquellos meses sin ella habían sido difíciles-.

- Mamáaa... estoy igual.... Jajajaj... -Alba reía por sus cosas, pero también se le habían contagiado las lágrimas de felicidad que había empezado a soltar su madre entre achuchón y achuchón-... van a pesar que nonos vemos en años...jajaja

- ¡Ay... que guapa estás!.... estás más delgada–pasaba del tema su madre besándola de nuevo-, ¿has comido algo? ¿te compro un bocadillo para el camino?... te hecho el flan de huevo que te gusta, y la ensaladilla y....

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora