El dormitorio estaba en completo silencio cuando la vibración de un teléfono empezó a perturbarles el sueño. Nat hundió más la nariz en el cuello desnudo de Alba intentando escapar de aquel molesto zumbido, pero algo se activó en su cabeza, y terminó abriendo los ojos. La visión del cuerpo desnudo entre sus brazos la hizo sonreír de inmediato. El zumbido volvió a sonar, insistente, y ella finalmente salió de la cama para buscar sus pantalones por el suelo. Cuando dio con ellos y sacó su móvil del bolsillo, la hora y el nombre de Bea le devolvieron la mirada.
- ¡Oh mierda! –masculló antes de descolgar-. ¡Bea! ¡Lo siento!
Se metió rápidamente en el baño del dormitorio para poder hablar con ella. Eran las cinco de la mañana y ni siquiera le había avisado de dónde estaba.
Alba se estiró en la cama, y al no notar el cuerpo a su lado, empezó a despertarse."¡Nat!",pensó. Lo que había pasado no podía ser un sueño, y tras dar un simple vistazo al desastre que gobernaba su dormitorio y sus sábanas, supo que aquello había ocurrido. Despejó sus ojos, y vislumbró luz por debajo de la puerta del baño, tranquilizándose al instante. Se dejó caer de nuevo en la almohada, rememorando para sí aquella batalla campal que habían mantenido, dónde la lucha por el mando de poseerse había sido una constante. El cuerpo se le electrificó sólo de pensarlo."Dios mío, ha sido increíble", pensó sin que la sonrisa de satisfacción se le borrara del rostro. De pronto la puerta del baño se abrió, y se dio cuenta de que Natalia hablaba bajito con alguien. Como acto reflejo se hizo la dormida.
- jaja... shhh... ¡Bea, no seas mala! –susurró tratando de no reírse. A Alba se le congeló el pulso al escuchar aquel nombre-. Yo también te quiero, nos vemos en un rato. Ciao.
Natalia cerró la comunicación y empezó a buscar su ropa desperdigada. Se vistió de cintura para abajo, y cuando se colocó el sujetador se dio cuenta que le faltaba la camisa. El recuerdo de Alba haciendo estallar los botones de la prenda, le provocó un estremecimiento, aquel lado impulsivo y feroz de la chica la había dejado sin aliento. Sonrió para sí y se acercó por fin a la cama. Alba aún dormía, y aprovechó unos instantes para contemplar su rostro medio enterrado en la almohada. La había echado de menos, mucho... demasiado. Viéndola de nuevo así, apacible, sin máscaras... hacía que todas su ganas por protegerla y cuidarla saltaran a la primera línea. El sentimiento era tan fuerte cuando la miraba, como aquella sensación huracanada de no tener el control de nada con respecto a ella. Daba miedo, pero era inevitable, y cada vez era más consciente de ello, aunque su prudente naturaleza le decía que debían tomárselo con calma. Acarició el corto cabello de Alba, le gustaba porque le daba un toque aún más juvenil, y su tacto era suave y ligero, fresco como su sonrisa. "Vuelves a colarte en mí como si nada... ¿qué es lo que me pasa contigo? ¿por qué nunca pude detenerte?... ¿por qué deseo tanto que no te detengas?",pensó mientras su mano se deslizaba en una caricia sobre el hombro desnudo de la chica, y siguía descendiendo por su costado tatuado en el que de nuevo deseaba perderse. La boca se le hizo agua, pero ella suspiró y empezó a despertarse.
- Hola –musitó Nat con una gran sonrisa al encontrarse con sus ojos dormidos-.
- Hola –le contestó fingiendo despertarse en aquel momento. Esperando que no se le notara la angustia que poco a poco le crecía en el pecho-. Te has vestido, ¿te vas?
- Tengo que irme, entro en un par de horas en el bar y quiero pasar por casa para cambiarme –le dijo sin percibir lo que sus palabras estaban causando en ella-.
- Claro.
- ¿Te importa si te cojo un suéter? Mi camisa, bueno... -sonrió-, no salió muy bien parada anoche.
- ¡Ohh! Perdón, claro... te dejo un suéter –Alba se puso roja y al segundo se removió para salir de la cama-.
Natalia vio como se cubría con la sábana, y aquel gesto pudoroso que nunca le había conocido le resultó tan gracioso como extraño. La siguió hasta el vestidor, y Alba sacó un suéter color avellana de una caja. Natalia lo cogió, aún llevaba la etiqueta y la miró con una ceja alzada.
- ¿Es nuevo? –preguntó-.
- Eh, sí... bueno, es que compro mucha ropa. Pruébatelo, si te viene puedes quedártelo, creo que es de tu talla –dijo intentando no darle demasiada importancia. ¿Cómo explicarle que su necesidad de perdón y de saber de ella, había desembocado esos años en aquella afición fetiche de comprarle ropa? Ya apenas lo hacía, aún así le pareció inconfesable a menos que deseara que salieran corriendo de allí, más rápido de lo que ya parecía hacerlo-.
Nat se puso el suéter y le quedaba como un guante. Era caliente, suave y confortable, y le hizo sonreír gratamente sorprendida.
- Es precioso, creo que me queda bien.
Sus ojos se encontraron, y volvió a sentir aquel fuego abrasador de las pupilas de Alba sobre ella. El pulso se le aceleró. Alba se la comía literalmente con la mirada, mientras aguardaban allí de pie y calladas. Ella se quedó hipnotizada por la excitación tan brutal que la sola visión del deseo de la rubia le producía.
- Es perfecto –musitó sin poder esconder en su voz el torrente de lava que se había prendido dentro de ella al ver materializado aquel deseo de verla con aquella prenda puesta-.
La sábana que cubría a Alba cayó silenciosamente al suelo. Ella contempló su desnudez siendo consciente de que iba a poseerla de nuevo. El silencio era tan denso, que las dos sintieron calor pese al invierno. Dos pasos, y Nat ya estaba mordiéndole la boca, mientras ella agarraba una de sus muñecas y la obligaba a introducirse entre sus pliegues sin preámbulos ni miramientos.
- Oh Dios mío... no puedes estar tan mojada –jadeó Nat arrollada por su necesitada y desbordada bienvenida-.
- Quiero correrme... te deseo –jadeó sintiendo como las entrañas se le retorcían en aquella necesidad de retenerla dentro de ella-.
Agarró a Nat por la nuca, y la atornilló a su boca mientras con la otra mano seguía exigiéndole que continuara penetrándola. Natalia aprovechó su brazo libre para rodearla por la cintura y atraparla contra los armarios. Las dos comenzaron a jadear entre besos y envestidas, pero no parecía ser suficiente. Natalia se liberó de su boca a regañadientes, y descendió veloz hasta quedarse frente a ella de rodillas. Alba supo lo que iba a hacerle, y sin tapujos abrió con sus manos la invitación a sus pliegues. Aquel acto de confianza y profunda necesidad , despertó en el acto toda la glotonería de la morena, que levantó una de las piernas de Alba sobre su hombro, para penetrarla y lamerla con total disponibilidad.
- Aggrrr.... ¡Así, sigue! –la espoleó apoyando la cabeza contra el armario mientras se abría para ella y todo su cuerpo se contraía-.
Natalia sintió el inicio de sus temblores, pero no quería detenerse, y apoyando su antebrazo libre contra el abdomen de la chica, la sujetó con fuerza contra el armario para que aguantara hasta que ella dijera "basta". Alba comenzó a jadear sonoramente, a tiritar, a derramarse sobre aquella boca lasciva que no dejaba de chupar, lamer y matarla sin piedad ni atisbo de culpas. Las manos dejaron su carne para enredarse en el cabello largo de Natalia, intentando que se detuviera, pero ésta no lo hizo, y siguió explorando con sus dedos su interior, mientras su suave boca aún consiguió sacarle un nuevo orgasmo.
- ¡Voy a morirme! ¡Nat! –suplicó, que no podía aguantarse más en pie-.
Ella aún la lamió por última vez haciendo que se estremeciera, y despacio la fue soltando hasta ver como caía poco a poco hasta el suelo entre sus brazos. Natalia sonrió al ver su rostro perlado, sus mejillas sonrojadas, y el brillo de sus pupilas."Mi niña",pensó... y aquel pronombre posesivo la azoró internamente por un momento. Alba le pasó los dedos por aquellos labios ahora desdibujados, y limpió el rastro que su acto había vertido en ellos.
- Eres una diosa –le dijo sonriendo, y ella se rió, estaba nerviosa de repente-.
- Jajaja... seguro que eso se lo dices a todas –trató de bromear-.
No era cierto, pero Alba le siguió el juego porque admitir en qué se convertía entre sus manos era aterrador.
- Puede –contestó-.
Las dos se miraron con una sonrisa, Nat sintió su pulso acelerarse de a poco cuando Alba la miró con timidez a los labios como si quisiera decir algo, y no se atreviera.
- Tengo que irme –dijo sin saber muy bien el motivo. De pronto verse bajo ella, sentir sus ojos, su calor y aquellas ganas locas que le estaban entrando de decirle "te quiero", la atemorizaron por completo-.
Alba recordó a Bea, y algo se enfrió de inmediato.
- Ohh... claro –se levantó de su regazo y la ayudó a incorporarse-.
Ella la vio coger una camisola del armario y vestirse con ella. Quería decir algo para arreglar aquella sensación de vacío que empezaba a forjarse, pero no pudo, las palabras no le salían."Cobarde",se dijo y dejó que la acompañara a la puerta. En el quicio, apunto ya de despedirse, Nat hizo un último intento en vistas de que ella no parecía dar ni un paso...
- ¡Alba!
- ¿Sí?
- Sólo quiero que sepas que para mí ha sido maravilloso –le dijo-.
Alba la miró a los ojos, se moría por retenerla, cogerla de la mano, tirar de nuevo de ella y no dejar que nunca más volviera a cruzar aquella puerta, pero no podía. Ya no tenía edad para creer en los cuentos de hadas, y ella se marchaba para encontrarse con Bea. El "te quiero" que le había escuchado al teléfono, aún le retumbaba en el cerebro.
- Para mí también –contestó, y esperaba que sus ojos dijeran más de lo que su garganta era capaz de articular-.
Natalia dio un paso, y ambas se besaron dulcemente, como intentando detener el momento.
- Te veo pronto –le dijo-.
- Sí –contestó Alba-.
Y la vio alejarse por el pasillo sin volver la vista atrás, mientras las nubes empezaban a formarse sobre su cabeza y sus inseguridades.
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That was then... // Albalia
FanficNuevo Fanfic Albalia, espero que os guste, nos leemos!! Alba quedó inmediatamente hipnotizada por la belleza de la silueta... sus piernas largas y delgadas, descansaban una en semiflexión sobre el taburete y la otra apoyada en vertical en el suelo...