40- No se puede cambiar el pasado.

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Eran las siete de la mañana cuando Alba salió de la ducha de Natalia. Se miró al espejo del cuarto de baño y la locura de tener que acompañar a Iris hasta su hotel y hacerle compañía hasta que se le pasara un poco el mono no dejaba de cruzar por su mente.

- "Venga Lacunza... os podríais quedar"... "Un trío como en los viejos tiempos"...

Frases sueltas que entre risas y verdades había soltado la pelirroja por el camino y que Nat no se había molestado en desmentir. "Alba, no te vuelvas loca.... Sabías que tenía un pasado... un tanto... "peculiar""... se dijo un poco sarcástica a sí misma, pero la verdad es que si nunca le había importado el pasado de la morena, la idea de imaginarla metida en drogas y orgías le costaba de asimilar. Negó aquellos pensamientos con su cabeza, y tras terminar de peinarse salió del cuarto de baño. Natalia la esperaba ya con el pijama puesto en el sofá.

- Hola –la saludó con timidez al encontrarse con sus ojos-.

- Hola –le contestó Alba sintiéndose un poco culpable por haber necesitado algo de espacio cuando había sugerido que se ducharan juntas y ella la había rechazado-.

- ¿Aún sigues enfadada? Siento lo de Iris, no esperaba que la noche terminara así, pero no podía dejarla tirada –se disculpó por lo ocurrido. Si no conseguía solucionarlo con Alba, Iris se las pagaría muy caras-.

- No estoy enfadada, Nat –le contestó la rubia, pero la ceja alzada de su novia le hizo pensar un poco mejor cómo se sentía realmente-. Bueno, quizá estaba un poco molesta, no era el tipo de plan que tenía pensado para esta noche, pero entiendo que es tu amiga y que no la podías dejar tirada, no te preocupes.

- Pues si no estás enfadada, dime ¿qué es lo que te pasa? Tengo la impresión de que algo te está reconcomiendo por dentro y no quieres decírmelo, ¿son celos de nuevo? –le preguntó directamente Natalia, pues no le pasaba desapercibida la barrera invisible que aún mantenía Alba entre ellas, de hecho aún no se había ni atrevido a ir hasta el sofá con ella. Seguía de pie, vestida con el pijama que había llevado hasta el interior del baño para no tener que cambiarse ante sus ojos, y aquel pelo aún húmedo que ella se moría por enredar entre sus dedos, recostado en uno de sus hombros.  No se daba cuenta, pero la estaba matando de ansiedad con su distanciamiento y su silencio-. Albi, por favor... habla conmigo.

Quizá fue el temblor en aquella súplica, o aquellos ojos que le pedían que les echara una mano con gran necesidad, pero los pasos de la rubia se sintieron atraídos hacia ella como un imán. Se sentó a su lado, ella le hizo sitio esperando alguna pista, alguna palabra que le entreabriera la puerta que necesitaba para llegar a ella. Esperó, paciente.

- No sé si son celos – soltó un hondo suspiro antes de hablar. La miró a los ojos-... nunca me había sentido así antes, creo que en el fondo jamás he sentido celos por nadie, y ahora no se si todo esto que siento, si todas estas preguntas que me angustian y sin querer me formulo, tienen que ver con ellos, o simplemente es que me doy cuenta de lo simple que es mi vida en comparación a la tuya... no sé qué pensar...

- No te entiendo... ¿qué preguntas? –Nat se sintió bastante perdida ante aquella declaración-.

- ¡Vas a pensar que soy idiota! ¡Oh Dioss... no me creo que algo así me esté afectando! El pasado sólo es pasado... -Alba se sintió bastante avergonzada de pronto y tuvo que ponerse de nuevo en pie. Aquel veneno que le corría por las venas por querer saber sin querer saber en realidad, atentaba completamente con la idea que tenía sobre ella misma. Sus principios de tolerancia, libertad e individualidad se iban a la mierda a pasos agigantados, y lo peor es que no podía evitarlo-.

Natalia se inquietó tras verla así. Se puso de pie y la cogió por los brazos para que dejara de mirar a todos lados excepto a ella.

- Alba, ¿qué preguntas? ¡Me estás asustando!

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora