83- Fundirse

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La música en el estudio de Alba estaba altísima como siempre que se enfrascaba en algún proyecto que la tenía absorbida. Así, metida entre lienzos y pintura llevaba como una semana, alejada de la galería, y del resto de la gente. Su madre la llamaba cada noche para saber cómo iba, sabía que cuando su hija se sumergía en su mundo, todo a su alrededor se disponía en un completo caos, a excepción de lo que la mantenía plenamente concentrada. Por eso se sorprendió cuando vio el parpadeo de la pantalla de su móvil. Solía ponerlo en "modo bloqueo" con la excepción del número privado de su madre.

-       ¡Mamá! ¿Qué pasa? –preguntó bajando el volumen de la música-.
-       Cariño, ¿cómo estás? ¿Estabas pintando?
-       Estoy bien. Sí, estaba trabajando un poco, ¿por qué, me necesitas para algo? –le preguntó dejando los pinceles mientras se apartaba un poco para contemplar el cuadro en aquella pausa-.
-       Bueno, yo no... -la chica detectó la duda en la pausa de su madre, y empezó a prestarle atención-. Es que estoy aquí... con Natalia –ahora entendía su comportamiento-.
-       ¿Sí? –se interesó, aunque su corazón había brincado antes de que ella le diera permiso-.
-       Sí, es que me ha estado comentando que te ha dejado mensajes en el móvil, pero como no contestabas me estaba preguntando si ya te habías vuelto a los Ángeles –la informó su madre-.
-       ¿Me ha dejado mensajes? –echó un vistazo a las notificaciones del washapp, por lo visto si había tratado de hablar con ella-. ¡Oh, no los he visto! Ya sabes que cuando estoy pintando lo desenchufo todo.
-       Jajaja... sí, eso ya se lo he explicado, y nos hemos echado unas cuantas risas –dijo su madre, y Alba enarcó una ceja."¿Unas risas?... ¿hablan de mí?... -cayó en la cuenta y puso los ojos en blanco-. ¡Genial! Seguro que le ha contado alguna de mis excentricidades... Esta mujer, ¿no puede cerrar la boca y no ridiculizar a su hija? ¡Por Dios, mamá!", quiso gritar, pero no dijo nada-. Sólo quería saber si te apetecería salir a correr con ella, yo le he dicho que normalmente vas al parque de aquí al lado porque luego te pasas y nos tomamos algo.

"¿Natalia? ¿Correr? ¿juntas?"... aquella información inesperada saturó a la rubia en un segundo. Por un momento se quedó en blanco escuchando el murmullo de la voz de su madre al fondo, sin terminar de prestarle atención.

-       Me está diciendo que sobre las cinco o cinco y media, sale del turno. ¿Te va bien?

Alba volvió a la conversación.

-       Sí, claro... vale

"¿Por qué coño he dicho que sí? ¿Estoy loca?", su boca decía todo lo contrario a lo que sin duda le convenía.

-       Vale cariño, dice que genial. En la puerta del bar os veis. Te dejamos trabajar. Besitos –le dijo su madre antes de colgar-.
-       Bien, besitos –le contestó-.

Alba se quedó mirando en silencio el teléfono después de colgar. Luego decidió leer los mensajes que le había dejado Nat aquella mañana.

Mensaje 1:

"Hola, ¿cómo estás? Hace días que no se nada de ti, y como te fuiste el sábado sin que nos diera tiempo a despedirnos, quería saber cómo te encontrabas. Laura nos comentó que estabas un poco mareada y que preferiste irte sin preocuparnos... jajaja... para tú información, me preocupaste igual. Te hubiéramos acompañado de haberlo sabido. Bueno... espero que estés bien."

Mensaje 2:

"mmm... parece que no estás activa. Escucha, se me ha ocurrido que si te apetece salir hoy a correr, yo salgo a las 17h del trabajo y me vendría bien desentumecerme un poco... no sé... podríamos entrenar juntas y así echamos un rato. Ya me dices algo"

Mensaje 3:

"Bueno... pero que si no te apetece correr, también podemos tomarnos unas cañas o algo... ¿vale? ... eh, lo que veas. Un beso"

Alba no pudo evitar sonreír tras leer aquellos mensajes. Era increíble, como pese al paso del tiempo, su mente podía recrear, aún sin verlos, los gestos que sin duda habían aparecido en el rostro de la chica  al escribir todo aquello.

Mensaje De Alba para Natalia:

"Correr me va bien. A las 17.30h nos vemos en la puerta del bar. Gracias por preocuparte por mí, pero no fue nada, estoy bien. Un beso, luego hablamos."

Alba dejó el móvil, y apoyó sus brazos sobre la mesa mientras se recostaba en ella con la mirada puesta en el lienzo que estaba pintando. Los colores eran cálidos, fuertes y vivos, como el fogonazo que había vivido al volver a sentir las  manos de Nat sobre su piel. Cerró los ojos intentando volver a aquel instante, aquel maldito y delicioso instante que la torturaría sin duda otra década, recordándole la intacta pasión que aún sentía por ella.

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Terminado el turno, Natalia entró a los vestuarios para cambiarse. Se miró en el espejo, desgreñada y cansada, y sin saber por qué acabó metiéndose en la ducha. Al salir, volvió a tener una de aquellas conversaciones internas que últimamente tanto se le repetían.

"Ducharte antes de salir a correr. ¡Serás idiota! Con haberte peinado y aseado un poco hubiera bastado. ¡Si vas a sudar! ... Habéis quedado para ir a correr al parque, no para salir a cenar.... –se detuvo un segundo mientras se secaba frente a la taquilla, ¿por qué había pensado en cenar con Alba?- ¡Es ridículo! ¿Por qué estoy tan nerviosa? ¿y por qué coño me acicalo, joder?"

Soltó la toalla con enfado, y cogió su chándal. Terminó de vestirse sintiéndose confusa y molesta por su comportamiento, pero aún así, no pudo evitar observarse en el espejo antes de salir de allí e ir al encuentro de la chica.

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La vio casi de inmediato tras abrir la puerta que daba a la calle. Deportivas blancas, un pantalón negro básico, y una sudadera fina de cuello ancho color púrpura enfundaban aquel cuerpo pequeño, fibroso y cambiado, que había asaltado sus sueños sin previo aviso en aquella semana de ausencia. Natalia no pudo evitar repasarla con la mirada, mientras la otra hablaba alegremente con la recepcionista. La contempló riéndose por algo que no alcanzaba a oír, observó sus gestos, sus manos nerviosas, pequeñas y vivas que tan deliciosamente la habían hecho sufrir años atrás."Oh, mierda... ¿pero qué estoy haciendo? ¿para qué coño la he hecho venir?",de pronto no tuvo claras sus verdaderas intenciones. Se había dicho a sí misma que la echaba de menos, que estaba preocupada por saber cómo estaba y que sería agradable compartir algún tiempo juntas como amigas... pero ahora...

Alba se giró y por fin la vio parada en la puerta, mirándola. Arrugó el entrecejo un segundo, y después sonrió para ella. Natalia pareció reaccionar y ambas se encontraron a mitad de camino.

-       Ey, ¿cómo estás? –le preguntó Alba tras darse un par de besos-. ¿Agotada antes de empezar, o preparada para que te de una paliza? –se había prometido a sí misma tomarse las cosas con ella del modo más natural posible. Tenerla delante siempre la ponía nerviosa, y se había preparado mentalmente para no estropearlo todo como era su costumbre-.
-       Jajajaja... -la morena se rió por su alarde de confianza-.

"¡Dios, cómo me gusta que te rías!",pensó Alba y en un tic nervioso se mordió el labio inferior mientras se perdía en lo mágico de su boca."¡Basta! ¡Para!", se impidió recrearse en ella.

-       Bien, ha sido un día un poco largo, pero creo que podré estar a la altura –le contestó-.
-       Seguro que sí. ¿Nos vamos? –Alba necesitaba aire fresco-.
-       Sí, claro. ¡Tú mandas! Aún no tengo recorrido, así que diriges el entrenamiento –le cedió la batuta a la chica-.
-       De acuerdo. ¿Qué te parece si empezamos un poco al trote para calentar, y en el parque ya apretamos un poco a ver como vamos yendo? –le propuso-.
-       Me parece bien, te sigo –le dijo la morena-.

"Me sigue... dice... ¡Ay madre!",pensó Alba pero no dijo nada y simplemente asintió con la cabeza antes de salir del local y empezar el trote por la avenida en dirección al parque."Sí, más vale que me sigas tú, porque como te siga yo igual pierdo del todo la cabeza",y pensando aquello no pudo evitar sonreír mientras el bombeo disparatado de su corazón al verla, empezaba a apaciguarse con el trote del ritmo. Natalia se incorporó a su lado, y las dos se tomaron minutos de silencio para concentrarse en el ejercicio.

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Cuarenta minutos más tarde,  daban el último sprint antes de desacelerar su carrera, y dar por concluida la sesión de entrenamiento.

-       ¡Madre mía! Le tengo que dar la razón a Laura. ¡Sí que estás en forma, sí! –le concedió Nat mientras cogía aliento flexionando el cuerpo y apoyándose con sus manos en las rodillas-.
-       Jajajaja... ¿y tú? ¡Me has hecho sudar la gota gorda! –se rió ella, que también resollaba por el esfuerzo. Había tenido que poner sus piernas al máximo para ganarle en el pique final que se habían concedido-.
-       Jajaja... pues me alegro. No me hubiera hecho ninguna gracia hacer el ridículo con una novata –la pinchó ya incorporándose-.
-       ¿Novata? ¿A quién llamas tú novata? –le dijo alzando una ceja retadora-.

Natalia sonrió por su cara. Claramente estaban volviendo a sintonizar, y era muy agradable conectar con ella.

-       ¡Venga! Pero si para moverte del sofá había que hacer casi un máster de persuasión. ¡Odiabas salir a correr conmigo! –le dijo mientras ambas se ponían a estirar antes de enfriarse-.
-       ¡Yo no odiaba salir a correr contigo! –se defendió la rubia. Nat chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco, como diciéndole: "sí, claro. ¡Seguro!", y ella no pudo evitar rematarla-. Prefería "correrme" contigo, pero verte correr tampoco estaba mal.

Natalia perdió el equilibrio y casi se cayó mientras estiraba de pie los cuádriceps. Alba se echó a reír por el impacto que habían tenido sus palabras.

-       Oh... oh... muy graciosa –se repuso y la miró desafiante. Aún no podía creerse que se hubiera atrevido a bromearle de aquella forma-.
-       Jajajaja... deberías haberte visto la cara –reía con ganas. Tampoco se había creído capaz de volver a estar así con ella, pero allí estaban-.
-       ¡Lo estás disfrutando!
-       Totalmente

Natalia sonrió tras su respuesta, y ambas quedaron mirándose a los ojos tras las risas.

-       Bien, yo también –musitó la morena, y siguió estirando en silencio, mientras a la otra se le revolucionaba la sangre sólo con el misterio que vio aflorar en sus pupilas-. Estaba pensando, que si te apetece, podríamos ir a tomar algo, no sé... unas cervezas, tapear alguna cosa...

Alba se quedó mirándola, porque la morena de pronto parecía dubitativa, y no solía ser una expresión muy frecuente en su rostro.

-       ¿Cuándo?
-       Me refería a ahora –aclaró-.
-       ¡Ah! ¿Ahora? ¿hoy? –Alba parpadeó, estaba proponiéndole alargar el encuentro y aquello la pilló desprevenida-.

Ella sonrió y se sintió más segura tras notar su desconcierto.

-       Claro, sí –aceptó Alba, luego se dio cuenta de sus indumentarias y arrugó un poco la nariz-. Pero no vamos un poco, ¿pegajosas?
-       Jajaja... pues sí, un poco –reconoció riéndose por su apreciación-. Si quieres puedes ducharte en los vestuarios del bar, siempre tengo un par de mudas limpias en la taquilla.

Alba se quedó cortada, no quería demostrarle lo mucho que la inquietaba la idea de ducharse en un espacio donde ella se encontrara presente, así que aceptó sin hacer ninguna apreciación, como si no le importara. Unos quince minutos más tarde las dos entraban de nuevo en el bar.

-       He estado trabajando con tu madre ... -comentó mientras bajaban a los vestuarios-.
-       ¿Ah sí? –Alba estaba demasiado nerviosa como para ser elocuente en su conversación-.
-       Aja... ¡Dios mío, tu madre es increíble! ¡De verdad que sí! –reconoció recordando la última mañana de trabajo-.
-       Cuando se trata de trabajo, se lo toma muy en serio –comentó Alba-.
-       Cierto, un poco... ¿cómo tú? –le soltó ella con una sonrisa divertida en los labios-.

L rubia notó el retintín en su voz y se la quedó mirando con ceja alzada.

-       ¿Qué quieres decir? –quiso saber esperándose cualquier cosa, ya que la chica parecía dispuesta a pincharla-.
-       Bueno, después de visitar tu última colección, y verte desenvolverte el sábado en el pub con casi todas las niñas guapas que había en la sala, creo que también te tomas tu labor de campo bastante en serio, ¿no?

"¡Zas, en toda la boca! –pensó-, ¿en serio vamos a volver a las andadas?".La risa que llevaba dibujada Natalia en sus ojos y en su rostro, le dijo que sí.

-       Pues mira sí, y estoy pensando que mis próximos lienzos quizá vayan de morenas en mallas –Nat se echó a reír, y ella disfrutó con ello-. Una especie de monográfico en negros difuminados allá a lo lejos, con  mi zapatilla blanca saliéndose del arco como símbolo de tu reciente derrota, ¿qué te parece?

Nat estalló en carcajadas por aquello, y Alba no pudo más que unirse a ella.

-       Pienso tomarme la revancha –le advirtió mientras entraban en los vestuarios-.
-       Cariño, no me ganarías ni aún entrenando con el preparador de Rocky –le espetó bastante confiada-.
-       Jajajaja... eso ya lo veremos. No te recordaba tan "subidita", ¿eh?
-       Yo tampoco te recordaba tan lenta, pero mira... las cosas cambian –siguió metiéndose con ella, y agradeció que en el vestuario no estuvieran solas-.
-       Ya, ya veo. Es aquí –la detuvo para señalar su taquilla-.

Alba esperó a que la abriera, sintiéndose como un bicho raro allí dentro. Un par de mujeres salieron hablando de las duchas, Alba estuvo tentada de mirar y comprobar si seguían siendo duchas comunitarias, pero no lo hizo. Estaba demasiado nerviosa para moverse."Por favor, que sean boxes, que sean boxes", pidió al cielo o a quien fuera que dirigiera la prominencia en aquellos tiempos.

-       Toma, creo que esto te vendrá. Está limpio –le dijo tendiéndole unos vaqueros y un suéter azul marino de pico-.
-       Gracias –se estaba poniendo cada vez más nerviosa-.
-       Oh... hay un problema –cayó en la cuenta de pronto la morena tras mirar sus cosas-.
"¿Sólo uno?",pensó Alba un poco petrificada por la situación en la que se había metido sin comerlo ni beberlo.

-       La ropa interior –dijo, y la rubia no pareció entender nada por como la miraba-. Sabía que tenía ropa de sobra, pero no pensé en la ropa interior. No tengo más que unas bragas. ¿Quieres que vaya a ver si tengo en la mochila?
-       Eh... ¡¿sí?! –no supo que responder-.
-       Vale, ahora vuelvo –le dijo Nat dejándola allí con una cara de idiota impagable-.

"¡La madre que me parió!",pensó tras verse en aquel entuerto. En cuanto se largó, Alba corrió hacia las duchas para ver cómo eran."¡Boxes! ¡Sí! Gracias... gracias... Dios mío, te debo una", exclamó mirando al techo y luego se recorrió un par de pasillos para ver si daba con las toallas limpias, finalmente las encontró y se metió en la ducha como alma que lleva el diablo. Tenía que conseguir ducharse y salir de allí antes de que la morena volviera y las cosas se pusieran feas de verdad."Sólo me faltaba eso... verla desnuda, como si no tuviera ya bastante con que se haya de nuevo colado en mis sueños. ¡Monográficos de morenas corriendo... JA! Si supiera cómo soy capaz de imaginármela, si que iba a salir corriendo, sí... pero ganándose alguna medalla olímpica", la mente de la chica ya iba por libre."¿Pero por qué me meto siempre en estos líos? Podríamos haberlo dejado para otro día, irme a casa a ducharme, decirle que tenía algún compromiso... que se yo, será por excusas, pues no, no... tú ahí, gilipollas, diciéndole a todo que sí. Estas jugando a la "ruleta rusa" con tu salud mental, ¿lo sabes, no? Tú sigue así, y veremos si no te sale al final la bala por el culo", aquel fue el último pensamiento antes de escuchar de nuevo la puerta de los vestuarios. En menos de un segundo, acabó de enjuagarse y enrollarse en la toalla como si de una momia se tratara..."Sí, tápate... tápate... y en casa bien que vas en bolas" aquel pensamiento casi le costó una risa, y tuvo que taparse la boca con la mano para que no se le escapara con lo nerviosa que estaba. Abrió la mampara despacio, casi con cautela... "Esta gente son la hostia, se gastan la pasta remodelando esto para hacer boxes individuales, y le ponen mamparas trasparentes... ole la intimidad y sus santos cojones",pensó mientras caminaba hacia el banco donde había dejado la ropa seca sin querer hacer mucho ruido.

-       Ah, estás aquí –la interrumpió Nat dándole un susto de muerte al salir por su derecha-. Toma, al menos algo es algo.
-       Ah, gracias, sí –Alba cogió la ropa interior, intentando que no se le abriera la toalla en el intento-.
-       Voy a ducharme –le dijo ella una vez cumplido con su cometido-.
-       Vale –dijo con retraso, mientras Nat volvía a su taquilla a por las cosas-.

Alba aprovechó para secarse a toda prisa y cambiarse antes de que apareciera de nuevo en las duchas.... "¡¡¿Y esto?!! Pero si se va a fundir "ahí abajo" con ella tan cerca", pensó y su cara se incendió corroborando su certeza. Escuchó pasos."Mierda... mierda"Alba pasó del tanga, se enfundó los vaqueros a pelo como pudo y se metió el suéter por la cabeza.

-       Ya... ya estoy, voy a ponerme los calcetines –le dijo queriendo salir de allí en cuanto la morena hizo acto de presencia-.
-       Alba...
-       Los he dejado junto a las deportivas...
-       Alba...
-       ¿Sí? –al final tuvo que detenerse para atenderla-.

Nat se acercó hasta ella sonriendo.

-       Te has puesto el suéter del revés, el pico va delante –le señaló-.
-       Oh... ¡oh! –cayó en lo que le decía, y se ruborizó tanto, que Nat se sintió de pronto irremediablemente atraída hacia ella-.

La morena estiró de una de las mangas del suéter, y Alba tuvo que ceder a su ayuda. Sacó un brazo, y luego el otro, mientras ella le daba la vuelta al jersey para que se lo colocara bien sin necesidad de sacárselo de encima.

-       Ahora sí, sabía que te serviría. Te queda muy bien –le dijo-
-       Gracias. Mientras tú te duchas yo voy a ver como anda mi madre, ¿vale?
-       Claro. Nos vemos en veinte minutos en la puerta –propuso-.
-       Hecho –contestó incapaz de aguantar más tiempo allí de pie con ella-.
-       Vale

Alba se perdió por el pasillo que daba a la taquilla de Natalia , mientras ésta se introducía en uno de los boxes para ducharse.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora