47- Chispas de deseo.

7.1K 292 71
                                    

Conversación de Skype.

- ¡Dios mío que guapísima estás! –exclamó Alba nada más ver su cara en la pantalla del ordenador. Los ojos le chispeaban solo de verla y su sonrisa se hizo magnánima-.

- Tú sí que estás guapísima –también le sonrió Natalia, que estaba encantada de que hubieran encontrado un hueco para conectar-.

- Sí, claro... con esta nariz toda roja... mierda de resfriado –se quejó de no estar en mejores condiciones, y volvió a sonarse-.

A la morena le daba igual, para ella siempre estaba preciosa. Daría lo que fuera por estar allí para cuidarla, para abrazarla, mimarla... su cuerpo ansiaba tanto su presencia que dolía, evitó pensar en sus anhelos.

- Si no estuvieras enferma no habrías podido quedarte hoy en casa y no podríamos estar conectadas –le hizo ver el lado positivo para que volviera a sonreír y no hacer pucheros, aunque estaba muy graciosa cuando los hacía-.

- Eso sí.... al menos te tengo en mi camita –dijo Alba con un juego divertido de cejas, pues estaba acostada con el ordenador en el regazo para no pasar frío, tenía el cuerpo dolorido desde hacía un par de días-.

- jajajaja... qué más quisiera yo que estar realmente en tu cama, se te iba a quitar el resfriado en un plis-plas –se rió Natalia por cómo seleccionaba la rubialas palabras para provocarla. En más de una ocasión, por juegos que habían empezado con frases como aquella, habían terminado con cibersexo entre las dos-.

- ¿por qué? ¿me ibas a curar con tus remedios? –quiso saber Alba, sonriendo maliciosamente-.

- Noooo... te iba a poner a sudar como una posesa.... –le susurró acercándose el micrófono a los labios y a ella le recorrió un tremendo escalofrío, casi podía sentir el silbido de sus "eses" soplando en su oreja-. Agrrr.... cambiemos de tema, que al final nos liaremos y no estás en condiciones.

- ¿Por qué no? Estoy resfriada no manca... -soltó Alba de pronto, en realidad ya se sentía precalentada y no era por la fiebre-.

- jajajajaja... ¡Dios mío! He construido un monstruo del sexo... -Natalia tuvo que reírse por sus palabras. No es que no quisiera hacer el amor con ella aunque fuera de aquel modo, es que tras la tempestad de oírla correrse, de verla excitarse y explosionar, luego no llegaba la calma de poder abrazarla y sentir como el calor de su piel poco a poco se extinguía entre sus brazos, y aquello la desolaba. Ni siquiera sabía cómo estaba sobreviviendo a aquel periodo de abstinencia, no recordaba haber pasado sin sexo tras su adolescencia, y evidentemente los años de su infancia no contaban. "Y Iris quiere que deje de trabajar... si no estuviera tan cansada por el trabajo, hubiera muerto ya de inanición sexual", pensó y una sonrisa cínica cruzó por su rostro-.

- jajajaja... pues bien que no te quejas cuando me tienes delante –contestó Alba ajena a sus pensamientos-.

- No es lo mismo, cuando te tengo delante podría alimentarme solamente de ti y no moriría, pero cuando lo hacemos por aquí me quedo destrozada varias semanas... me mata no tocarte, besarte.... ufff... - suspiró, no quería pensar en ello. Se sentía derrotada sólo de hacerlo-.

- Lo sé, mi amor. A mí me pasa lo mismo –la rubia también se puso seria viendo el rostro de su novia-. Estoy deseando que acabe ya este curso y de volverme a Madrid para terminar la carrera el año que viene allí, pegadita a ti. No me van a despegar de tu cuerpo ni con una pala –le dijo sonriendo-.

A Natalia se le congeló la sangre. Estaba cometiendo el mismo agravante que había cometido Alba el año pasado cuando no le había mencionado lo de su beca. Sin embargo no quería preocuparla sin motivo, estaba muy lejos para llenarle la cabeza de cosas que entorpecerían de seguro aquella experiencia que estaba viviendo. Laura decía que parecía más concentrada que nunca y que los resultados en otras asignaturas que no tenían nada que ver con su especialidad, habían también acabado motivándola y sacando de ella otras cualidades. ¿Merecía la pena preocuparla sin tener nada seguro todavía? Ella albergaba la esperanza de que le rechazaran como candidata y así no tener que tomar una decisión tan difícil como aquella, pues no quería tener que arrepentirse por tomar uno u otro camino. En realidad, aquella posibilidad era la más probable, se decía. A fin de cuentas sólo se concedían dos becas nacionales y estaba segura de que habría mejores expedientes que el suyo.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora