64- Alguien de quien enamorarse.

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Julia no cenó con ellas. Se encerró en la habitación de Laura, y aunque ésta trató de tranquilizarla, no pudo encontrar el modo de sosegarla tras el punto y final que Alba le había dado. El estómago de todas estaba revuelto con la situación, y apenas probaron bocado pese a sus buenas intenciones. Natalia miró en silencio como Alba se hundía en la silla, con el rostro desfigurado y pálido como la leche, mientras disimulaba removiendo el plato que apenas había tocado, como si esperara que la tierra se le tragara en cualquier momento. Saltaba a la vista que se sentía culpable, y pensó que tenía razones para ello, aún así le dolió darse cuenta de lo mucho que le importaba el estado de Julia. "Si no fuera del tipo de persona que se preocupa de los demás, no te hubieras enamorado de ella...", se recordó a sí misma para detener aquel hilo de pensamiento que la ponía celosa, removía su ira y la arrastraba a un lado oscuro al que no quería regresar.

- ¿Estás bien? –le preguntó de pronto-.

Nat había estado tan callada desde que Alba aterrizó en la cocina tras la conversación, que escuchar su voz la sobresaltó.

- Si... es sólo que... -la rubia no pudo evitar contestar sinceramente a aquellos ojos que la taladraban-... Me siento mal. Todo es culpa mía.

Alba hizo un esfuerzo hercúleo para no ponerse a llorar cuando percibió que le temblaba la voz. No quería que pensara que se arrepentía de la decisión tomada. Lo que le había dicho a Julia era duro, pero era la verdad. Nunca más volvería a estar con ella, nunca más volvería a cometer el error de poner en juego su relacion.

A ella no le pasó por alto su dolor ni sus ganas de desbordarse tras aquella afirmación, así que se levantó y retiró el plato de la mesa en silencio. Algo la estrangulaba al saber que sufría, sin embargo no pudo simplemente acudir a su lado y abrazarla para que se desahogara. No pudo. Al cabo de unos segundos, Alba se levantó también de la mesa y retiró su cubierto imitandola. No hubo llanto ni tampoco más palabras. La morena se puso a fregar porque estar ocupada la mantenía alejada de aquella dualidad de sentimientos que sentía ahora mismo por ella, pero en cuanto ésta se colocó a su espalda y le puso una mano en el hombro, no pudo mantener sus barreras.

- Nat –la nombró, y ella tembló-. Siento haberte hecho esto, haberte hecho tanto daño –las dos guardaron un segundo de silencio ante la disculpa, y Alba no se atrevió a seguir tocándola, así que retiró la mano-. Es muy posible que una vida no me baste para compensarte y demostrarte cuánto lo siento, pero te garantizo que nunca dejaré de intentarlo. De verdad que deseo más que nada en el mundo que nos demos una nueva oportunidad. Haré lo que me pidas para ganarme de nuevo tu confianza. Sólo quiero que lo sepas. No volveré a fallarnos.

Un escalofrío cubrió las vértebras de Natalia, que se concentró en cerrar el grifo del agua para no tiritar. La voz de su chica era una disculpa, una entrega, un ferviente deseo con pinceladas de duda y miedo, pronunciado en voz alta para las dos. Cerró los ojos porque quería creerla, porque la amaba y saber que se había acostado con otra no cambiaba sus sentimientos de la mañana a la noche, nunca mejor dicho. Estaba dolida, rota de alguna manera, pero incapaz aún de delimitar sus pedazos. "¿Por qué escogiste a Julia? ¡Maldita sea! ¿por qué no fue con cualquiera?", se lamentó en silencio. Un escarceo sexual podría haberlo borrado de su mente, pero se había entregado a Julia, y la conocía lo suficiente para saber a ciencia cierta que habría tocado su corazón. Pensar en ello la torturaba más de lo que podía admitir.

Alba dio un par de pasos hacia atrás en vistas del silencio que guardaba. Sabía que las condiciones en las que iban a suceder las cosas entre ellas no habían quedado claras en el parque, pero en aquel momento le había bastando que le hubiera dicho que pese al daño estaba dispuesta a intentarlo. No le prometió nada, no le dijo que la quería, pero Alba había notado en sus ojos el dolor, la incertidumbre y el amor herido que aún quedaba en ella. Una expresión que nunca olvidaría por mucho que viviera, y que siempre se arrepentiría de haberle provocado. Se sintió vacía, perdida y asustada, porque la quería y sin embargo había perdido la razón con otra persona. Cada vez que lo pensaba tenía ganas de arrancarse la cabeza. Empezó a recoger el espacio que habían utilizado para no ponerse a llorar de nuevo allí mismo.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora