68- 10 años despues.

7.4K 258 194
                                    

10 años después. Galería de Arte. Madrid.

- Espera, te echo una mano –se ofreció Alba a ayudar a la transportista que con cuidado trataba de entrar una de las obras de mayor volumen-.

- Te lo agradezco, me han dicho que es una obra muy cara, y el compañero que debía ayudarme ha tenido que salir pitando -le comentó la joven agradecida, sin saber realmente con quién trataba-. Su mujer está a punto de dar a luz.

- Pues parece que hoy va a ser un gran día –le dijo ella regalándole una de sus sonrisas mientras terminaban de dejar el cuadro-.

- Sí, parece que sí –contestó la joven también sonriéndole a la mujer de pelo corto y sonrisa brillante-. ¿Trabajas en la galería?

- Algo así –contestó Alba sin dar muchas explicaciones, mientras se dedicaba a desenvolver el cuadro que habían llevado juntas-.

- Guauuu... es... es increíble –musitó la joven al ver el lienzo de tonos azules y piel marmolea, que plasmaba abiertamente un sesenta y nueve entre dos mujeres sin rostro-.

Alba observó gratificada la reacción de la transportista ante su obra. La joven se acercó un poco al cuadro para leer la firma y luego se alejó para apreciarlo en conjunto. Realmente era una obra majestuosa, además de provocativa.

- ¡Vaya! No había visto nunca algo así, debe costar una pasta. "A. R"... ¿sabes quién es? –preguntó la joven admirada, haciendo referencia a las iniciales que sellaban el cuadro-.

- Sí, la verdad es que es bastante caro –comentó y luego le tendió la mano a la joven-. "A.R", Alba Reche, mucho gusto.

La joven parpadeó sorprendida procesando la información, algo que complació aún más a la rubia que esperó a que la transportista reaccionara.

- ¡¿Es tuyo?!

Ella asintió satisfecha.

- ¡Oh vaya! Menos mal que me ha encantado, sino hubiera quedado como el culo delante tuya... jajaja –se rió la joven impactada-. Soy Lucía, un placer.

- Jajaja... me alegra que te guste, Lucía –se rió también Alba ante la sinceridad de la joven-.

- Mi madre se moriría si viera algo así -comentó admirando la feminidad y la sutileza de los trazos de las piernas enroscadas en las caras-. ¡Me encantaría tenerlo presidiendo mi dormitorio!

Las dos se miraron, y se echaron a reír mientras miraban el cuadro con entendimiento. Alba nunca dejaba de sorprenderse de lo amplio que solía ser el gaydar, y antes de que pudieran pensarlo demasiado, las dos empezaron a coquetear sin disimulos.

En un taxi de camino al bar Galera.

- ¿Por qué no dejas esos informes, y te relajas un poco? –le sugirió Bea cogiéndole una de las manos para que la mirara a la cara-.

Natalia dejó de leer y la miró. Hacía casi una semana que estaban en Madrid, y sin embargo, seguía sin acostumbrarse. La sensación de inquietud al recorrer sus calles la ponía nerviosa.

- Tienes razón, tienes razón –reconoció dando carpetazo a sus apuntes-.

- Lo sé, relájate –le contestó Bea con una sonrisa-.

Ella le devolvió la sonrisa, y apretó su mano con suavidad. Luego echó la cabeza hacia atrás en el respaldo y miró por la ventanilla del coche intentando serenarse. Quince minutos más tarde, pagaron al taxista y bajaron frente al local. Natalia miró aquellas puertas y el corazón le dio un vuelco, había tanto de ella allí dentro, que algo la paralizaba.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora