44- Arcilla, yeso y madera.

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Amsterdam.

Laura las escuchó entrar riendo en la casa y supo que su momento de tranquila lectura había concluido.

- ¿Laura? –la llamó Alba-

- En el salón –contestó ella mientras la esperaba-.

Ella entró como un vendaval en la habitación dejando caer su mochila en el suelo de cualquier forma, deshaciéndose con prisas de su gorro, bufanda y abrigo hasta apilarlos con descuido en una silla, mientras sus manos y su boca no dejaban de gesticular incansables. A Laura le encantaba contemplarla cuando lo hacía, su juventud y su energía eran maravillosas, especialmente cuando se le veía tan feliz como en los últimos días. Poder contar con una amiga, había sido todo un bálsamo para ella, se daba cuenta de ello y de muchas más cosas. Sus profundos e inquietos ojos observaron las reacciones de Julia, que seguía incansable los movimientos de la rubia, sonreía con y para ella mientras le contestaba, y reprimía el tocarla más de la cuenta...  sonrió por ello, los lazos de la atracción eran toda una inspiración para ella.

- En serio, deberíamos ir... -le decía Alba-.

- ¡Ni de coña! –se negaba la andaluza-.

- jajaja... sólo a ver, ¿no tienes curiosidad? Yo sólo conozco a los que me habéis llevado en Madrid... podrías hacerlo por mí –le proponía ella, mientras tomaba a Julia de los hombros y la miraba de cerca-... o por Meike...jajaja...

- ¿Otraaaa vezzzzzzzzz? Mira que te ha dado la perra con el tema, eh... jajaja... -Julia se separó de ella, tenerla tan cerca la inquietaba-.

- ¿Se puede saber de qué habláis? –se metió en la conversación Laura-.

Alba se sentó de rodillas a su lado en el sofá.

- De ir a un pub al que una alumna ha invitado a Julia. Creemos que es de ambiente... jajaja... bueno, casi seguro... - le daba la risa cada vez que pensaba en el tema, sobretodo porque a la castaña parecía inquietarle bastante-. ¿Por qué no se lo cuentas?

Julia le lanzó una mirada asesina que acabó en un estallido de risas por parte de Alba, la cual le explicó a la profesora sus teorías sobre la alumna que había estado coqueteando con ella esa misma tarde.

- ¡Cada día te superas, eh! Esta vez sólo has tardado una semana en conseguir que se cuelguen de ti, enhorabuena –dijo Laura poniéndose en pie y achuchandola-.

Julia se encogió de hombros como si no pudiera hacer nada, y su mirada y la de la profesora se entendieron sin palabras. Alba se les quedó mirando, las palabras de su mentora insinuaban que no era la primera vez que aquello pasaba. Hasta que no vio sus gestos de complicidad no se dio cuenta de que la relación entre ambas era mucho más estrecha de lo que ella se hubiera imaginado.

- Ha sido una tontería, no es nada, estoy segura –le explicó Julia-.

- Claro que no –contestó Laura-, de todas formas no creo que sea tan mala idea que vosotras dos salgáis un poco de fiesta. No quiero que Alba vuelva a España tras este curso y tenga la sensación de haber estado recluida, es hora de que salga con alguien más próxima a su edad para variar.

Las dos miraron a la rubia a la vez, y por primera vez se sintió intimidada por ambas.

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Madrid.

Al final Natalia e Iria salieron a cenar y de fiesta. A pesar de que el ambiente del pub donde trabajaba ella por las noches era el que más les gustaba, optaron por salir por otra zona para que pudiera estar tranquila y no se sintiera obligada a saludar cada dos por tres. Por suerte, Iria pareció renacer con la idea, y estaba de muy buen humor. Vestirse para la ocasión y sentirse sexy había dado un empujón a su autoestima maltrecha en los últimos días. A la una y media de la madrugada ya estaban a full en la pista de baile, las dos habían conseguido rodearse de un grupo de chicas con ganas de pasarlo bien, y Natalia disfrutó de no tener la tensión propia del coqueteo. Era curioso cómo en tan sólo un año habían cambiado sus intereses nocturnos. Pensó en Alba y en lo que estaría haciendo... había podido hablar tan sólo un instante con ella para contarle que saldría aquella noche, por lo visto ella también iba a salir de fiesta y estaba muy ilusionada, a Natalia no le había dado tiempo a enterarse muy bien de la conversación porque Iria había salido de la ducha de sopetón y tuvo que indicarle por señas rápidamente que hablaba con Alba para que no se delataran. Ahora se arrepentía de no haberle prestado atención, pero sobretodo de tener que estar ocultándole que vivía en su casa.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora