52- Alcohol y mentiras

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Madrid. 3:15 a.m.

Natalia terminó de echarle una mano a Damion tras la barra, era increíble la cantidad de chicas que salían los jueves por la noche, casi más que los viernes que ella trabajaba. Apuró una copa que tenía a medias, y se fue en busca de Iris. La había visto desaparecer con una rubia tremenda hacía ya rato, y se preguntaba si tendría que volverse sola a casa a aquellas alturas. Iris era imparable cuando se ponía, y sonrió ante aquel pensamiento que tanto le recordaba a sus viejos tiempos.

"Uf... viejos tiempos... jajajaja... ni que hubieran pasado mil años", aquel pensamiento le hizo reír. Bajó a la pista de baile sin poder evitar saludar a más gente. Se apoyó en uno de los rincones estratégicos del local y la buscó con la mirada, por fin la divisó. Definitivamente le iba a tocar volver sola a casa, aquellas dos estaban entrando en materia en un rincón de la pista de baile. Se alegró por ella, saber que volvía a ser la misma era señal de que se encontraba bien. Una antigua conocida la saludó en ese momento y se entretuvo con ella poniéndose al día, cuando de pronto se vio interrumpida por Iris.

....

- Marta, pero si es súper tarde, ¿por qué no nos vamos a casa? –le sugirió Maria-.

Hacía tiempo que no salían por el ambiente, y aquella noche, aprovechando un cumpleaños, se habían demorado más de la cuenta yendo de pub en pub. Sus amigas ya se habían ido a casa hacía un rato, pero ellas se habían encontrado con algunos compañeros de facultad y se habían entretenido. Desde que se habían ido a vivir juntas, Marta tenía la sensación de que se estaban anquilosando en la comodidad de los arrumacos de sofá, por eso aquella noche se revelaba ante la idea de volver a casa. Quería que ambas recordaran que aún podían ir de juerga juntas y bailar hasta que el local cerrase. Cuando vio que el pub de Natalia aún seguía en plena ebullición quiso entrar aun sabiendo que la novia de su amiga no estaría para ponerles alguna copa gratis.

- Venga, sólo un rato. Desde luego, te estás convirtiendo en un muermo... esto es de libro, que sea yo la que tenga que arrastrarte ahora, manda huevos. De aquí nada me pedirás que adoptemos un gatito, y me follarás una vez al mes con suerte –le espetó para que espabilara-.

La Mari se quedó con la mandíbula desencajada ante aquellas perspectivas infundadas.

- ¡Qué fuerte lo que me estás insinuando! –se hizo la ofendida, pero la cogió de la mano y tiró de ella hacia el pub-. Sabes de sobra que no me gustan los gatos, y para que te enteres, vamos a quemar este local y al llegar a casa te voy a follar hasta que revientes.

- jajajaja... esa es mi chica. Sí, por favor –se rió Marta, y se agarró a su mano, ilusionada por volver juntas a las andadas-.

...

- ¿Uy, y tu rubia? –le preguntó Natalia desconcertada-. Pensé que estabais congeniando.

- Nah, sólo estaba tonteando un poco, no es mi tipo –le dijo Iris-.

- jajaja... ¿Qué no es tu tipo? ¿desde cuándo tienes de eso? – rió, claramente debía estar bromeando-.

- ¿Qué quieres?, una que se hace exigente con la edad –le contestó con una sonrisa tonta-.

- jajaja... no venga, en serio, ¿dónde te has dejado a la rubia? ¿habéis quedado para más tarde o qué? Yo puedo irme sola en taxi sin problemas –le hizo saber Natalia, la temperatura que había visto entre ella y la otra chica sabía cómo iba a acabar-.

- No hace falta, ya te he dicho que no es mi tipo. Vamos a casa si quieres, por mí ya ha terminado la noche –le dijo, y la morena por primera vez la vio nerviosa-.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora