51- Celibato

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Amsterdam.

Alba llamó a la puerta de la habitación de Julia.

- Adelante –escuchó, y la abrió-.

- Laura dice que vamos a cenar en diez minutos –le anunció desde el quicio-.

- Ok, ahora voy –le contestó sin levantar la vista de lo que estaba haciendo-.

Alba se sintió intrigada de pronto. La andaluza y ella habían empezado despacio pero sin pausa a reconstruir sus lazos de amistad, y en los últimos días veía a su amiga bastante concentrada con su trabajo.

- Puedo saber, ¿en qué andas? –le preguntó tímidamente sin atreverse del todo a molestarla. Julia levantó la mirada y se encontró con la de la rubia-. Tengo curiosidad –le dijo ella, y con una sonrisa la invitó a pasar-.

- Anda ven, te lo enseño.

Julia quitó ropa de encima de una silla, y la acercó a su mesa de trabajo para que Alba pudiera sentarse a su lado para ver lo que hacía. Ella casi corrió a tomar asiento, le parecía súper interesante la forma de trabajo de su amiga, pero sus clases particulares se habían interrumpido en el mismo momento en que  había salido corriendo con sus sentimientos por ella hacia la puerta de huida.

- Oh, ¿es Laura? –le preguntó sorprendida-.

- Sí, estoy trabajando en algunos bocetos previos sobre sus facciones, y probando con algunos materiales. Así podré sacarle mejor partido a las dos sesiones que me ha brindado –le explicó Julia, y le tendió un par de fotos y dibujos que había hecho-. Mira esto... ¿ves?, señalo las proporciones, y anoto rasgos que le darán luego calidez. Sus dos lunares pequeños en la base del cuello, los ligeros hoyuelos, ¿ves esas arrugas que se le hacen cuando sonríe con los ojos? Si las remarco mucho parecerá enfadada.

- Esto es genial, dibujas muy bien –le reconoció Alba ojeando todo el material que le brindaba-.

- Bah, me defiendo, nada que ver con lo que haces tú, pero es suficiente para mi trabajo –le concedió y siguió con lo suyo-. Lo que me preocupa son sus ojos, creo que no me dará tiempo a matizarlos y no sé si optar por hacer los rasgos más abstractos, ¿qué opinas?

Julia le enseñó dos bocetos distintos del rostro de Laura. En uno de ellos su mirada viva estaba reflejada con sus iris rallados y puntos de brillo. En el otro el rostro era de líneas más rectas, el fondo de mirada simplemente se percibía y no había detalle en sus facciones.

- Me gusta más el primero –le dijo Alba-.

- Ya, a mí también –arrugó la nariz tomando el boceto en la mano-. Lo que pasa es que en dibujo es fácil, pero transmitirlo en material sólido es bastante complicado. No quiero que la escultura sea muy grande, porque sino no me dará tiempo a dejarla bien perfilada, y trabajar en formato mediano-pequeño a ese nivel de detalle... uff.

La rubia la miró, por las clases que había tomado con ella entendía un poco mejor cómo trabajaba su cabeza a la hora de plantear una figura, y empezaba a entender dónde estaba el problema y preocupación de Julia sobre los ojos de Laura.

- Bueno, y si.... ¿me dejas?

- Claro

 Cogió un folio en blanco y un lápiz, seleccionó un cuadrante de la mirada de Laura y se puso a dibujar sus ojos con menos líneas para simplificar lo que luego sería trazado en el material, pero que fuera lo suficiente como para expresar la carismática mirada de su mentora. Desechó un par de intentos, dibujó, borró y volvió a dibujar, hasta que al final la idea empezó a plasmarse nítida.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora