34- Ventanas de avion.

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Cuatro meses después.

Florencia

Laura recogió la documentación, cerró el despacho y fue a buscarla. Mientras recorría los pasillos de aquella hermosa escuela, pensó en lo mucho que también añoraba el ambiente de los estudiantes en Madrid. Sin embargo bastó posar una sola mirada sobre ella para que toda aquella dulce melancolía desapareciera.  Fue aminorando el paso sin apenas darse cuenta, Alba se encontraba en medio de uno de los jardines exteriores con el abrigo y la bufanda puesta, y un bloc encima de sus rodillas. Sus manos, pese al frío, estaban ciertamente desnudas y se ensuciaban de colores pastel mientras aquella joven promesa volcaba toda su pasión y concentración en el dibujo. La sonrisa volvió a su rostro, sabía que a Alba le había costado adaptarse a aquel brutal cambio, viajar sin residencia fija, los idiomas, el estar fuera de casa, lejos de su madre, sus amigos y por supuesto... de Natalia. Cada noche la veía chatear en su cuarto hasta altas horas,hasta su madre se había aficionado al ordenador con tal de estar con ella, y aquel arraigamiento en cierta forma tenía preocupada a Laura, Alba se resistía a evolucionar.

- ¡Eyy! ¡Se te ve muy concentrada! –la interrumpió llegando a su lado-.

Alba levantó la vista de lo que estaba haciendo en el acto para encontrarse con aquellos ojos marrones tan profundos como el océano.

- Hola... -la saludó y empezó a guardar los colores antes de coger el trapo para limpiarse las manos-... estaba tonteando un poco,nada importante.

- ¿Puedo verlo? –le preguntó Laura, pero su mano extendida ya exigía más que pedía-.

Alba se encogió de hombros como respuesta, y ella sonrió quitándole el bloc del regazo.Últimamente a la chica le costaba mucho mostrar por voluntad propia lo que hacía. Revisó la composición, las texturas, los detalles... era precioso, pero....

- Es precioso –le dijo-.

- ¿lo es? –preguntó Alba sin mucha convicción,ella también se daba cuenta de que le faltaba algo más... su exigencia consigo misma había aumentado en progresión a sus habilidades-.

- Sí lo es, ¿no te lo parece? –el modo de enseñanza de Laura nunca había sido directo, pues era de la opinión de que nadie puede crecer por experiencias ajenas, Alba tendría que buscar sus preguntas y sus respuestas si quería avanzar y ella estaría allí para hacerle dudar de todo y de nada, todo debía pasar por ella-.

Alba terminó de limpiarse las manos y extendió una de ellas para que le devolviera el dibujo. Durante unos instantes se quedó mirándolo críticamente.

- Se que he mejorado la técnica, y que la composición, el color... son perfectos...

- Sublimes –la corrigió la profesora suavemente-, ¿pero?

- Pero... -Alba tomó aire como si de un suspiro se tratara, no entendía lo que le pasaba, se sentía estancada y ella quería más,necesitaba más-... ¿por qué no me dice nada? Es tan perfecto que no siento nada¿es eso posible? –quiso saber Alba-.

Laura le acarició el cabello maternalmente. Alba había cumplido hacía un par de meses veintiún años, era una mujer de los pies a la cabeza, iba a terminar su carrera en un tiempo récord, estaba viajando por toda Europa lejos de su familia, sus amigos y de su primer gran amor, y pese a toda la madurez que su buen juicio y buenas decisiones manifestaban, sentimentalmente hablando para Laura era como un lienzo inmaculado. En Alba todo era luz, color... todo era vida, ni el abandono de su padre había podido crear en ella el menor agujero de oscuridad, y ahora que había evolucionado tanto y andaba con paso firme y sólido por la realidad de su talento y sus días, era precisamente aquella dualidad entre el blanco y el negro de la vida lo que necesitaba aunque aun no lo supiera.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora