60- Pertenencia.

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Londres. 10.30h.

Con las gafas de sol puestas y sin entender muy bien qué hacían de nuevo en el aeropuerto a aquellas horas, Alba seguía con dificultad el ritmo de Laura por la terminar tras aparcar el coche de alquiler en el parking. La cabeza aún le dolía pese a la pastilla efervescente de su desayuno, recordándole los tres Martinis que se habían tomado en el avión y los chupitos de aquel brebaje dulzón que habían comprado en el badulaque de la esquina al llegar al apartamento. Cuando Laura se detuvo frente a la puerta doce, ela ya estaba con los pulmones en la boca.

- Joder, ¿a qué viene tanta prisa? Me va a estallar la cabeza con tanta carrera y la megafonía –se quejó que medio dormida había salido de casa empujada por Laura, sin tener tiempo de preguntar el motivo de aquella estampida-.

Esta le sonrió y la tomó por los hombros.

- A veces me olvido de que eres un "bebé" –se burló de ella-.

- ¡No soy ningún "bebé"! –repuso ella, siempre saltaba cuando Laura la pinchaba con aquello-.

- No, no lo eres. Pero para tener edad de salir de marcha a todas horas, tienes muy poco aguante con la bebida. Mírame a mí –sonrió, estaba como siempre, radiante-.

- Agrrr, te odio, te juro que a veces... -Alba cerró las manos con un gesto de estrangularla-.

- Jajajaja.... Eso déjalo para luego, quizá te entren más ganas después de saber a qué hemos venido – se rió por su gesto, pero luego se puso más seria a medida que hablaba-.

No le había contado a Alba nada sobre el viaje sorpresa de Natalia, porque no esperaba que Julia y ella llegaran tan lejos. Cuando la cosa se complicó esa semana, ya no tuvo valor para entrometerse, pensando que quizá fuera una aventura que podrían solventar al reencontrarse. Alba había asumido su ruptura  como única vía posible tras lo acontecido con Julia, y todo parecía estarpatas arriba. Laura esperaba que el recuentro al menos les permitiera ser sinceras y aclarar las cosas.

- ¿Qué quieres decir? –le preguntó con el ceño fruncido ante su comentario-.

- ¡Mira! –le señaló con un juego de cabeza y una sonrisa tímida en los labios-. ¡Mira quién viene!

La cabeza de Alba se volvió hacia donde señalaba casi a cámara lenta. Durante unos instantes sus ojos no se fijaron en nadie debido al tumulto de pasajeros que iban saliendo de la terminal, hasta que un paso sereno y decidido llamó su atención. Miró aquellas piernas y a medida que fue subiendo la vista el corazón empezó a golpearle despiadadamente en mitad del pecho. Aquellas caderas, aquel torso, aquel pelo corto.... Natalia se levantó las gafas de sol y se las puso de diadema mientras sus ojos se clavaban en ella y su boca le sonreía.

- ¡Nat! –musitó sin aliento, no podía creerlo-.

El suave empujón en la espalda que recibió de Laura, fue todo lo que necesitaba para dejar de estar paralizada y salir corriendo a su encuentro. Natalia soltó la maleta y la esperó, con los brazos abiertos y una luz en el rostro que bien podría abastecer a todo aquel edificio. En cuanto Alba llegó hasta ella, la tomó entre sus brazos y la besó sin mediar palabra. Tenía tantas ganas de verla, de reencontrarse con su boca, que todo lo demás se esfumó de golpe cuando sus labios se hallaron.

Alba perdió el suelo bajo sus pies. Sintió su boca magnánima, suave como el terciopelo, reconociendo la suya y el mundo se evaporó dejándola en suspensión completa. Incapaz de desprenderse de su olor, su sabor y su tacto, todas las vísceras de su cuerpo reaccionaron al unísono, demandándole un acercamiento tan íntimo, que su necesidad casi reventaba interiormente en sus tímpanos.

That was then... // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora