Capítulo 11.

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Llegaron al restaurante donde cenaron el día que se reunieron, la comida era muy buena y les quedaba súper cerca del trabajo. Se permitieron tomar solo una copa de vino, debido a que Asia tenía otra sesión en la corte y Kisa una videoconferencia de clases en línea para una nueva especialidad en leyes.

─Bien ahora que no estamos en territorio de trabajo mi querida, Kisa ─emitió recalcando su nombre con más énfasis ─Cuéntame sobre tu fin de semana con Paulo ─sonsacó muy curiosa sorprendida porque su amiga no permitía que nadie la hiciera llegar tarde a su trabajo.

─Tú también la pasaste movidito ─comentó bebiendo de su copa, decidiendo si dejaba que su amiga siguiera creyendo que paso con Paulo o contarle sobre Henry no le podía mentir por lo que confesó ─No fue Paulo con quien pase el fin de semana...

─ ¿Cómo qué no? ─intervino inmediatamente al pensar que su amiga ya había conocido a alguien más y en tan poco tiempo.

─Paulo se quedó en su local porque se le olvido que tenía un pedido de licores ─empezó a explicar ─Me regrese sola a mi apartamento porque mis amigas se fueron con sus ligues.

─Dimos por hecho que te irías con Paulo ─justificó sintiéndose un poco mal ─Sabes que perfectamente me podías llamar y yo te recogía sin importarme en lo más mínimo.

─Entiendo ─asintió al momento que llegaba el mesero con sus comidas ─Pero estaba tan cansada que solo pensaba en acostarme en mi cama y dormir.

─Bueno era de esperarse ─respondió Asia masticando una papa frita ─Entonces si no fue el guapo brasileño que no te dejo dormir en toda la noche ¿Quién fue? ─cuestionó sintiendo mucha curiosidad.

─Alguien que conocí en la veterinaria ─respondió sin dudarlo por un segundo.

─ ¿En la veterinaria? ¿Me estas jodiendo? ─soltó de golpe desconcertada sin podérselo creer.

─Sé que suena patético y ridículo, pero es todo lo contrario ─trató de explicarle la extraña conexión que sintió con Henry ─Pero es que este hombre es tan ardiente ─reveló bebiéndose toda la copa de vino de un trago.

─Cuéntame más ─insistió y le lanzó todas las preguntas para saber si era verdaderamente un dios ─ ¿Color de cabello? ¿Color de ojos? ¿Claro o moreno? ¿Alto o bajo? ¿Profesión? ¿Tiene grueso el cuello?

Kisa intentaba asimilar todas esas ráfagas de preguntas por parte de Asia y se apresuró a masticar los alimentos que todavía tenía en la boca para responder.

─Cabello negro, Ojos azules de la más impresionante intensidad que haya visto en mi vida, piel clara, extremadamente alto, abogado y creo que sí, tiene el cuello grueso ¿Pero eso que tiene que ver? ─cuestionó verdaderamente confundida.

─Lo leí en un libro ─declaró rápidamente ─Dicen que si un hombre tiene un cuello grueso, su hombría es igual de grande ─explicó con cierta diversión.

─Eres una pervertida ─riñó en una gran carcajada por las ocurrencias de su amiga ─Además todo lo que sale en los libros no puede ser verdad.

─ ¡Ay por favor! Lo he comprobado ─afirmó tirándole una papa ─Desde que leí ese libro es lo primero que me fijo de un hombre.

─ ¡Estás loca! ─Chilló esquivando el alimento.

─Pueda ser, pero compruébalo ─inquirió con malicia ─ ¿Es grande? ─examinó con las manos extendidas en una medida exagerada.

─ ¡No tienes vergüenza! ─Amonestó impactada, bebiendo un poco de agua sin poder parar de reír ─ ¿Acaso tiene algo de relevante?

─ ¿Por qué te muestra tan renuente en contestarme? ─Insistía y se le vino una idea ─Ya se, puedes compararlas ─anunció como si se tratara de un brillante idea ─Hasta ahora Paulo estaba en primer lugar de tus penes más grandes ─murmuró bajito ─¿Es más grande, igual o pequeña?

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