Epilogo Parte 3.

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─Estoy tan caliente, amor ─gemía Kisa por lo bajo, sintiendo a Henry morder levemente su hombro, sonriéndole con devoción ante su considerable desesperación.

Sus ganas de sexo durante el embarazo habían aumentado debido a las hormonas. Henry, que había leído cantidades de libros en el periodo de gestación de Kisa, procuraba hacer lo estrictamente correcto por temor a algún riesgo, no obstante se comportaba como un enorme caballero, cumpliendo las exigencias de su mujer.

Sabía cómo tratar a Kisa, qué posiciones eran las más adecuadas para los dos. Al estar muy avanzada a punto de cumplir los nueve meses; trataban de buscar posiciones más cómodas para no hacerse daño. Más allá de ser algo tedioso, estaba el hecho de que él siempre se iba hacer cargo de cumplir todos sus deseos.

Kisa se había sentado sobre él y había apoyado su espalda en su torso, mientras se agarraba a las rodillas de su hombre. Henry le besaba el cuello y lamía su hombro mientras la penetraba con cuidado, pero intensamente. Ella lo disfrutaba al máximo, le encantaba estar así, refugiada en los enormes y fuertes brazos de su amor. Desapareciendo en su interior una y otra vez, al mismo tiempo que con sus enormes manos sostenía su vientre, en el que descansaban plenamente los mellizos.

Henry era el encargado de mantener seguros a las tres personas más importantes de su vida. La mujer que lo hacía el hombre más feliz del mundo, y los futuros bebes que harían de él, el padre más afortunado por segunda vez. Y ahí estaba, brindándole el mayor de los placeres a Kisa. Frenando de velocidad cuando ella quería ir más rápido, siempre ansiosa por llegar al final.

─Henry... No... No me hagas sufrir ─refunfuñó como niña pequeña, tratando de levantarse.

─Mi amor, tiene que ser así... ─decretó en un gruñido, besándole el lóbulo de la oreja.

—No, No, No... Más rápido, Henry ─suplicó mordiéndose el labio inferior, enterando sus uñas en las rodillas de su hombre.

Henry la tomó de la barbilla para girarle el rostro y besarla en la boca, dejándola sin aliento ─Siénteme, Kisa ─habló entre sus labios ─Así es perfecto, nena ─aclaró chupándole ambos labios ─No siempre tiene que ser rápido para demostrar lo mucho que nos necesitamos ─sentenció besándola de nuevo.

─Lo sé, pero... ─iba replicar cuando sintió la mano de Henry viajar hasta su centro apoderándose de su clítoris, donde empezó a acariciarla de forma circular, haciendo rotaciones resbaladizas con el dedo ─ ¡Oh, Dios...! ─murmuró poniendo los ojos en blanco, agarrándose a su muñeca.

─Ves, mi vida... Ves cómo te gusta ─bramó al sentir sus paredes internas contraerse ─Así, amor... Sé que ya estas cerca ─gimió aumentando un poco más sus embestidas. Un último empujón y sonrió al escucharla gritar su nombre, al momento de su liberación. Él aprovechó y se dejó ir con ella, para el deleite de ambos.

Kisa apoyó sus pechos en los muslos levantados de Henry mientras sus orgasmos se daban lugar junto. Relajada, disfrutando de las atenciones de Henry que la trataba como toda una reina. Sintiendo el éxtasis del momento, mientras llenaba su centro con su eyaculación, sin salirse de su interior.

─Preciosa ─emitió en voz ronca y sensual, al oído de su mujer.

Kisa soltó una ligera carcajada y expresó ─Solo tú me puedes ver preciosa, estando tan enorme.

─No seas exagerada, nena. Siempre eres preciosa para mí... ─confesó sintiendo la humedad de su mujer en su centro, donde todavía no se había retirado ─Mucho más ahora; verte embarazada de mis hijos es tan hermoso, indescriptible y me excita tanto que mi corazón no puede con tanta emoción ─dictó clavando sus ojos en las nalgas abiertas de Kisa que brillaban de la humedad de su unión ─ ¿Te sigues corriendo? ─inquirió endureciéndose de nuevo al sentirla empapada.

Adicta a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora