Capítulo 26.

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¡Santa Puta Mierda!

Eso sí que no se lo esperaba, sin saber por qué, Kisa soltó el llanto descontroladamente abrazando a Henry de tal manera que quería fusionarse con él. Este sin dudarlo correspondió a su gesto necesitándolo en ese momento más que nunca, envolviéndola por completo entre sus brazos. En la mente de Kisa como ráfagas a toda velocidad una tras otra pregunta se aglomeraban para ser expresadas con su boca, pero el cansancio la venció, tambaleándose de las rodillas.

─Nena ¿Estas bien? ─Preguntó Henry inmediatamente preocupado sosteniéndola con fuerza ─Mi vida, estas pálida... ─anunció frunciendo el ceño acunándole el rostro con una mano ─ ¿Estas enferma?

─No he dormido desde la cena con tus padres ─reveló con un sollozo viendo la confusión en el rostro de su hombre ─Fingí estarlo... ─confesó sintiéndose culpable ─Estoy tan cansada...

─Eres tan terca, moscovita ─susurró besándole la sien con ternura recordando esa noche. Sorprendido al darse cuenta que Kisa lo engañó de esa manera y él ni siquiera sospechó absolutamente nada.

Kisa instantáneamente se tensó y una ola de vergüenza se le instaló en todo el cuerpo al darse cuenta de una cosa ─ ¡Dios! ─exclamó ocultando su rostro con ambas manos.

─ ¿Y ahora qué pasa? ─cuestionó temeroso.

─Soy tan estúpida ─se recriminó sin querer ver el rostro de Henry.

─No lo eres...

─Sí, claro que lo soy ─afirmó interrumpiéndolo ─Soy patética y estúpida...

─ ¡Hey! ─lanzó este frunciendo el ceño.

Kisa soltó una carcajada ruidosa contagiando a Henry en el proceso, sin tener idea de cómo era capaz de cambiar de estado. De estar sumamente furiosa a estarse riendo a carcajadas con lágrimas en los ojos. Jamás iba a entender a las mujeres y sus cambios de humor.

─Puedes creer que te estaba celando con tu hermana ─indicó Kisa en medio de la risa ocultando su rostro en el torso firme de su hombre.

─Nena ¿Eso era lo que estabas pensando? ─Cuestionó sin poder creerlo ─Eres única Kisa ─manifestó negando con la cabeza.

─ ¿Por qué nunca me hablaste que tenías una hija, Henry? ─habló enseriando la voz sintiendo como en segundos todo el cuerpo de él se ponía tenso.

─Eso es lo que todavía te tengo que explicar ─respondió con dificultad no queriendo que Kisa volviera a creer que le ocultaba cosas ─Pero este no es el lugar indicado ─indicó con calma disimulada.

─Está bien ─concordó secándose sus lágrimas con la manga de su cárdigan ─Estoy segura que dimos un buen espectáculo, bueno al menos yo ─trató de bromear, pero la expresión y actitud de Henry cambiaron drásticamente ─ ¿Qué pasa, Henry? Y se acabó de ocultar más cosas ─sentenció con el ceño fruncido.

─Nena quiero que sepas que este no es un tema fácil para mí ─declaró con seriedad ─Es por ello que te lo oculté dándome una fecha para decírtelo ─explicó uno de los motivos por el cual ocultó su más grande secreto ─Eso no es todo lo que tengo que contar, así que cuando lo confiese, quiero que mantengas la mente abierta ¿Si? ─Solicitó con tristeza en la voz ─ ¿Lo harías por mí?

─Claro que si ─aceptó inmediatamente con preocupación ─Henry me estas asustando...

─No temas, nena ─aseguró resguardándola en sus brazos ─No es algo malo.

─ ¿Podemos ir a casa y hablar? ─ofreció acurrucándose a su lado, queriendo estar todo lo cerca posible.

─Podemos ─afirmó guiándola al estacionamiento del restaurante donde tenía su auto ─Pero no hablaremos, por ahora ─aclaró instantáneamente al sentir la tensión de su mujer ─ Estas muy cansada y confieso que yo también así que, eso haremos, descansar y luego hablaremos ─explicó casi llegando al lugar ─ ¿Te parece?

─Espera ─alegó Kisa deteniendo el paso ─ ¿Qué pasara con tu hermana?

─No te preocupes por ella ─respondió sacando su celular ─Le avisare que no te sientes bien.

─Por favor no me digas que ella es mi sorpresa ─expresó con pesar en la voz cerrando fuertemente los ojos.

─No era tu sorpresa...

─ ¿De verdad?

─No.

─ ¡Dios! Soy un desastre ─declaró sintiéndose como lo peor.

─No te preocupes ─la tranquilizó instándola a subir a su coche ─Ella lo entenderá.

─ ¿Seguro?

─Muy seguro, mi amor ─contestó dándole un beso en los labios que los encendió a ambos, lleno de deseo y pasión acumulada por los días que llevaban separados. Henry inmediatamente invadió con su lengua cada recoveco de esa hermosa boca escuchándola gemir como a él le gustaba. Sintió como Kisa le jaloneaba su cabello, despeinándoselo en el proceso.

La saco del auto en brazos donde Kisa enrolló sus piernas a su cintura haciéndole gemir por la nueva posición que solo les llevó segundos crearla. Con fuerza se apoderó de su trasero empujándola hacia él de modo que sintiera su erección que empezaba a crecer con desesperación ganándose por parte de Kisa que le jaloneara el cabello con más violencia. A lo lejos escuchó pasos, por lo que se obligó a separarse de esos labios tentadores y deliciosos bajándola de su cuerpo con cuidado, jaloneándole su labio inferior con los dientes hasta separarse.

─ ¡Dios! Como te extrañe ─ murmuró Kisa llena de éxtasis con ese simple beso.

─Ni que lo digas ─estuvo de acuerdo instándola a abordar el coche nuevamente para abrocharle el cinturón de seguridad. Cerrando la puerta, dio la vuelta rápidamente para tomar su lugar en el asiento del piloto y a toda velocidad emprendió su camino hacia la casa de Kisa.

Kisa se encontraba tan cansada que dejó que Henry la cargara en brazos hasta la puerta de su apartamento. Una vez dentro se dirigió directamente a la habitación dejándola en el centro de la cama con cuidado. Se fue al baño a preparar todas las cosas necesarias y casi al instante estuvo de regreso para desnudarla por completo, al igual que él.

Por increíble que pareciera solo se bañaron por media hora. Salieron y Henry ayudó a secarla completamente y juntos nuevamente se dirigieron al cuarto quedando dormidos, bueno, al menos Kisa al instante que ocupó su lugar en su enorme y acogedora cama.

Henry tardó un poco másen quedarse dormido, observando como la mujer que le robaba totalmente elpensamiento descansaba plácidamente. Rezó una pequeña plegaria pidiendo fuerzaspara lo que estaba a punto de confesarle y revivir nuevamente algo que marcó suvida por completo y sobre todo para siempre.                 

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