Capítulo 24.

3.9K 383 33
                                        

Asia miraba con atención su próxima víctima como si fuera una leona buscando su presa. La música del bar estaba tan alta que sentía como el suelo retumbaba con el eco de esta. Necesitaba a alguien con quien desahogarse, pero lo necesitaba más inconsciente que cuerdo para lograr su cometido.

Su mirada captó a un hombre que la observaba atentamente. Alto, moreno, de ojos tiernos. Demasiado delgado a su parecer. Vestido con jeans ajustados y camisa blanca. Si, ese serviría. Con elegancia y destreza se puso en pie del taburete de la barra donde se encontraba sentada y se fue acercando seductoramente sin apartar la mirada.

El hombre que no descuidaba cualquier movimiento de la mujer más impresionante que jamás había visto en su vida, llenó de nerviosismo se alteró justo en el momento que ella le pasó rozando intencionalmente, llamándolo con la mirada a que lo siguiera.

Inmediatamente atendió al llamado. Esa noche iba hacer una de las mejores, no; la mejor noche de su vida, al lado de la mujer más despampanante con cabellos de fuego. Detrás de ella a una distancia prudencial, su mirada viajaba a las sensuales curvas que se movían al compás de sus pasos.

Llegaron a una puerta que tenía la señal de salida. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba afuera de la disco y al otro empotrado a la pared siendo besado por un ángel en forma de mujer.

Sin formar palabras. Asia paró un taxi y lo instó a que subiera. Esa noche no tenía ganas de socializar, de conocer un poco más con quien iba a terminar la noche. No tenía tiempo para eso. Esa noche solo quería algo esporádico y que fuera lo suficientemente rápido para olvidar, olvidar, olvidar aunque sea solo por esa noche.

En el ascensor de su edificio dejó que el hombre sin identidad tuviera un poco de control dejando que la empotrara contra la pared de este, siendo valiente tomó su muslo y lo levantó para enrollarlo en su cintura.

Ambos con la respiración entrecortada soltaron un suspiro al momento que el sonido de llegaba los alertaba para salir. Asia dejó que saliera primero él para recomponerse el vestido que se le había enrollado a la cintura, por lo que no se percató del sonido de incredulidad que hacia el hombre al salir, ni mucho menos entendió como lo tiraban de nuevo al ascensor sin ningún cuidado.

Sintió como alguien la jalaba fuertemente del brazo y la sacaba del ascensor. Observó la cara de susto del hombre sin nombre al observar como una mano furiosa que no era ni de ella, ni de él tocaba el botón de bajar con una fuerza bruta, capaz de traspasar la pared.

─Pero ¿Qué demonios te pasa? ─preguntó una furiosa Asia, zafándose fuertemente del agarre de acero que la sostenía al momento que el ascensor cerró sus puertas.

─ ¿Qué demonios te pasa a ti? ─rugió el hombre al que una vez fue el amor de su vida a centímetros de su cara, dejando en evidencia su ira.

─No te atrevas a hablarme así ─gritó zumbándolo con ambas manos con todas sus fuerzas ─ ¡No tienes ningún derecho! ─exclamó señalándolo con el dedo tembloroso de la rabia que fluía de su cuerpo.

─Lo tengo y puedo ─soltó tomándole la mano con el que era señalado, empujando el cuerpo de Asia contra la puerta de su apartamento.

─Eres un imbécil.

─Y tu una put... ─iba a contestar, pero no terminó al sentir un escozor en su mejilla izquierda haciéndole voltear la cara por la fuerza del impacto.

─Eres un cínico, doble moral... ─siseó con lágrimas en los ojos ─Deja de una puta vez de joderme más la vida ─lanzó con odio y desprecio.

─Bienvenida al club, amor ─respondió con falsa calma apretando los dientes ─Porque tú me la jodes diario.

Asia lanzó una carcajada temblorosa y contestó ─Tú no eres nadie para recriminarme nada.

─ ¿En serio? ─Sonsacó a centímetros de sus labios viendo cómo se los chupaba con la lengua ─Por eso actúas como una cualquiera tratando de olvidarme rebajándote como una...

Esta vez el impacto fue en su mejía derecha, pero no se inmutó sino que tomo amabas manos de Asia y las colocó encima de su cabeza ─Golpéame si eso te hace bien ¡Hazlo! ─la instó viéndola directamente a los ojos ─Esta será tu última oportunidad ─puntualizó con rabia ─Pero ten el valor suficiente de decirme, mirándome a los ojos y a la cara que ya no soy nadie ─manifestó trastumbándola más a la pared ─Porque será la última vez que me cruce en tu camino, si lo único que quieres es que te deje en paz.

A Asia le temblaron las rodillas y su debilitado corazón comenzó a fragmentarse despacio como si de un espejo se tratara, desgarrándola por dentro al escuchar esas palabras que tanto deseaba, pero que tanto temía. Observó esos ojos que alguna vez le traían calma y paz a su alma y lo que vio en ese momento no era lo que le transmitían.

Había determinación, verdad y resignación. Respiró profundo, tragando varias veces para ver, si así, el bulto que se le instaló en su garganta de impotencia desaparecía. Se obligó a no apartar la mirada para no mostrar debilidad y susurró con todo el dolor de su alma:

─No eres nada, ni nadie para mí ─murmuró lo más bajo para que su voz no delatara la más grande mentira que en su vida fue capaz de decir, frente a la persona más importante de su existencia.

Incapaz de soportar un segundo más su mirada. Cerró los ojos con fuerza a la espera de un reclamó, una caricia, un toque, un lo que fuera, pero solo escuchó el sonido de las puertas del ascensor cerrándose. Inmediatamente se dejó caer sin ningún cuidado al suelo de mármol sola, sin nadie a su lado, como siempre en su miserable vida y lanzó un sollozó tan fuerte que le desgarró el alma y terminó de destruir su corazón roto.                  

Adicta a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora