Capítulo 4, pt 2.

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Una vez totalmente aseada su perrita, se despidió y sin tiempo que perder se dirigió a terminar de comprar las demás cosas. Como no vio tan concurrido dejó que Laika la siguiera y tomó un carrito de compras, sorprendida al encontrar de todo.

Cada cosa que veía se lo mostraba a la perrita y si mostraba interés lo echaba al carrito, llevaba varios juguetes de goma, tres collares de diferentes colores por que no se decidía por uno, tres cadenas, un peluche que Laika tomó del estante más bajo de la góndola. Un colchón donde iba a dormir y los recipientes donde iba a comer.

Dio la vuelta para ver el siguiente pasillo y se encontró en la sección de ropa. Realmente era algo en su particular muy exagerado, había hasta zapatos para perros y esos grandes bolsos que era para llevar chihuahuas colgados, tipo en Beverly Hills como en esas películas cursis. No vio nada de interés y al parecer Laika tampoco, por lo que se dirigieron al área más importante, el de la comida.

+++

─Max iremos por la comida y no me armes una escena, por favor ─demandó con autoridad hacia al perro para que no hiciera una de sus travesuras.

Lo llevaba corto de la cadena porque si no salía corriendo como loco. Demoraron porque el perro decidió no colaborar con Blake, el muchacho que lo bañaba, él podía hacerlo, pero se le venía una semana de trabajo muy ocupada. Cuando por fin lograron amansarlo, fue gracias a un hueso de goma que le vino a buscar.

Estaba llegando al área de comida, cuando escuchó una pequeña voz susurrar ─Mira ese grandulón puede ser tu novio algún día...

Su mirada se posó en la mujer que tenía una bola de pelos que daba la apariencia de ser un peluche en sus manos. Era realmente muy blanco observó al momento que el cachorro prestaba atención a Max.

La mujer al parecer no se dio cuenta que la escuchó, por lo que seguía leyendo las etiquetas de los sacos que estaban en la góndola. Se encontraba de perfil, pero pudo observar que era realmente hermosa, tenía unas piernas muy estilizadas y en forma. Su trasero ¡Por Dios! eso sí era un buen culo.

Llevaba pantalones de yoga de esos que usaban las mujeres para hacer ejercicios y le quedaban como una segunda piel. Él pensaba que los diseñaban con el único propósito de tentar a los hombres, pero no todas lo sabían lucir. No era alta, ni pequeña y no pudo ver bien su rostro porque llevaba una gorra.

Se acercó porque Max estaba muy inquieto al olfatear su comida, que se encontraba justo al lado de la mujer, que no podía dejar de mirar. En ese momento la bola de pelos saltó de sus manos y empezó a latirle a Max.

-Laika, pero ¿Qué demon... ─Kisa quedó con la palabra en la boca al ver al gran San Bernardo con el que se estaba enfrentando su pequeña cachorra, pero con lo que sí quedó impactada fue ver al hombre que flexionaba la cadena del perro para que no se le lanzara encima a su mascota.

Tragó saliva audiblemente, era un hombre verdaderamente muy alto, con un ancho tórax (deducción por la camisa ajustada a su cuerpo), de hermosa figura, donde bien se podía comparar con un superhéroe ─Si ─pensó Kisa en su mente, embobada. Sin duda tiene la apariencia de SuperMan, con esos musculosos e inmensos brazos que tenían la medida perfecta, sin llegar a verse exagerados.

Su cabello negro desordenado, dejaba entrever algunos rizos que le fascinaron. Poseía una mandíbula cuadrada con una ligera sombra por la falta de afeitarse, cosa que no le restaba ser menos atractivo. Sus ojos eran de un color azul tan intenso...

¿Razón por la que ella se dio cuenta del color exacto? Simple, porque él la estaba mirando directamente. Llevaba puesto unos pantalones cortos en negros y una camisa gris de tirantes, con zapatillas de deporte. Sin aliento, Kisa pensó que ese hombre era tan perfecto que casi le resultaba doloroso.

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