Capítulo 17.

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Kisa estaba concentrada en los anuncios publicitarios que transmitían en el Times Square en el centro de la ciudad, estaba fascinada con su entorno pensando en cómo habían pasado ya dos meses y poco más de estar en Nueva York. Se sentía feliz, dichosa y relajada; ya se había acostumbrado al ajetreo de todos los días de la ciudad que nunca duerme. No era tan difícil al ser de Moscú, que era igual de bulliciosa.

En la pantalla más grande transmitían una campaña publicitaria de un perfume, era una escena de pareja y no pudo evitar pensar en Henry, estaba enamorada de ese hombre. Siguió el consejo de sus amigas al no estresarse en buscar algo malo de él por creer que su relación era demasiado perfecta para ser real e inquietarse por pensar que llegaría alguien a fastidiarlo todo.

Aún sentía un poquito de celos con Sofí al ver como Henry la trataba con mucho afecto, se regañó varias veces al sentirse insegura y molesta al verlos interactuar. Estuvo pensando seriamente en buscar a alguien más que cuidara de Laika, pero ella no era alguien que actuaba por impulso, ni mucho menos dejarse llevar por puros caprichos. Sus padres le enseñaron hacer bondadosa y amable con los demás y Sofí era una excelente persona.

Había demostrado ser buena y atenta con Laika y eso a Kisa le agradaba. Henry le demostraba todos los días que la quería solo a ella en sus palabras y acciones. Se sentía segura en sus brazos, caricias y cualquier tipo de muestra de afecto que le ofrecía; la apoyaba en cualquier cosa que se le ocurría y con eso ganaba más su corazón.

Kisa no podía ser mala con Sofí, era alguien frágil y con muy bonitos sentimientos; necesitaba comprensión, atención y afecto para que no se aislara en su mundo sintiéndose sola. Ella la apoyaba dándole ánimos para seguir adelante, su carisma y empatía no le permitían ser mala con ella; prueba de ello, el motivo por el cual se encontraba en el centro de la cuidad a ir a recoger el regalo para su cumpleaños que había solicitado ella misma.

Henry estaba embobado viendo a su mujer, su vista solo tenía lugar para admirarla y no poner atención en nadie más. Con paso silencioso se acercó colocando sus manos para taparle la vista y empezarla a besar en el cuello porque no podía resistirse tenerla cerca y estar quieto sin hacerle nada.

─ ¡Amor! ─susurró Kisa al sentir los besos de Henry en su cuello.

─ ¿Cómo está la novia más hermosa de Nueva York? ─preguntó tomándole de la cintura con más fuerza para girarla y quedar cara a cara.

─Mmmmm no se ─meditó simulando que estaba pensando ─ ¿Solo de Nueva York? ─cuestionó llevándole las manos al cuello queriéndole más cerca.

─De Nueva York, del país, del mundo entero ─respondió besándole con más libertad el cuello ─De toda la maldita galaxia ─exclamó haciendo que soltara risitas que a él le encantaban.

─Estoy bien ─contestó poniéndose de puntitas para lograr besarlo, ni con tacones lo alcanzaba ─ ¿Y mi novio más guapo del mundo? ─preguntó al momento que este se agachaba para que ella lo besara.

─Ahora que estás conmigo, mejor ─respondió levantándola un poco para hacer el beso más profundo.

─Amor, ya suéltame ─solicitó sonrojada al ver como los observaban ─Estamos dando un espectáculo.

─Espero que lo estén disfrutando ─ironizó sin darle importancia, ni mucho menos soltarla ─Dame uno más ─pidió acercándose a los labios de su mujer. Porque era de él y punto.

─Solo uno ─concedió al tiempo que lo complacía ─Ahora sí, puedes bajarme ─habló al momento que sentía los pies en el pavimento.

─Estas preciosa ─halagó viendo cómo se reacomodaba la camisa que llevaba prensada y se le salió de su pantalón.

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